Silvia Copello ante el desafío de contar una historia
La actriz acaba de estrenar Un cuento de lágrimas en Portugal, que narra un episodio real del medioevo
En el barrio de Almagro, a escasos metros de la avenida Rivadavia, un largo corredor conduce directamente a las profundidades del Teatro del Pasillo, donde hace casi dos décadas Silvia Copello creó un espacio para toda la familia, con espectáculos, clases y seminarios de actuación y danza. En esa sala, además, se accede a una biblioteca con volúmenes de teatro y libros para chicos, un lugar acogedor.
Allí, la escenógrafa, directora y dramaturga le da vida a su última creación, Un cuento de lágrimas en Portugal, espectáculo de narración oral escrito y narrado por la misma Copello, con la dirección de Fernanda Gómez, que sube a escena los viernes. "Se trata de una historia de amor que se desarrolla en el Portugal del medievo. Como en esa época había unas guerras terribles, solucionaban todo con casamientos. Entonces casan a Constanza Manuela de Castilla con el heredero del trono de Portugal, el príncipe Pedro. Los casan a distancia, y ella viaja cuatro años después con una criada, Inés de Castro, que era su amiga. Cuando finalmente se conocen, el príncipe Pedro se enamora de la otra, y a partir de ahí se desencadena una historia tremenda", sintetiza Copello, fundadora y directora del Teatro del Pasillo desde 1996.
La punta del ovillo hay que rastrearla en el verano de 2011, cuando una tarde sin suministro de luz Copello tanteó en penumbras un librito vetusto de la obra Corona de amor y muerte, de Alejandro Casona. "Me puse a leerlo y me encantó. Como me gusta investigar, cuando llegué a mi casa me puse a buscar en la compu y sí, era cierta la historia. Todo había sucedido", asegura.
A partir de entonces, continuó con la investigación en Coímbra (Portugal), adonde viajó para seguir la pista de aquella trágica historia de amor. Incluso se alojó en la Quinta das Lágrimas, el mismísimo solar donde vivieron los amantes, a orillas del río Mondego, y visitó el monasterio de Alcobaça, donde fueron enterrados los dos. "Romeo y Julieta es un poroto al lado de esta historia de amor -anticipa-. Me hospedé en el hotel donde ahora funciona la fundación Inés de Castro. Ahí está todo. Los pasillos están cubiertos de fotos, cuadros, estatuas, bustos, títeres. Pero además acababa de comprarme una tablet y filmé mucho. No sabía para qué, pero filmaba como loca. Iba al río Mondego, me ponía en el cauce y filmaba. Así grabé minutos del Mondego corriendo. Justamente hoy el espectáculo abre con esas imágenes."
De regreso, Copello continuó su investigación, comunicándose con diferentes fuentes, buscando datos. Así, recopiló hojas y hojas de información y minutos de material audiovisual que tiempo después conformarían la materia prima de este cuento de lágrimas en Portugal, ambientado con aquellas imágenes grabadas in situ y la música medieval portuguesa seleccionada por Erika Brandauer.
Esta obra es un nuevo desafío para Copello, que deja por un rato su labor como actriz y cantora de tangos para sumergirse en el personal y difícil rol de narradora. "Tuve esta necesidad interpretativa. En narración tenés que ponerte detrás de la historia. Es fantástico. A veces soy Inés, a veces soy el rey Alfonso, su padre, a veces soy la narradora."
El desenlace de la historia dejará a más de uno con la boca abierta, el corazón estrujado y las lágrimas brotando de los ojos. El lector sabrá comprender: no podrá ser revelado en esta nota.
Un cuento de lágrimas en Portugal
Dirigido por Fernanda Gómez.
Viernes, a las 21.
Teatro del Pasillo, Colombres 35.
Entrada, 50 pesos.
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