Una experiencia que alteró la rutina callejera
El director García Wehbi quiso investigar la relación que existe entre el transeúnte y los cuerpos tirados en diferentes lugares
Anteayer, a las 13, esquina de Corrientes y Callao. Un hombre boca abajo está como agazapado junto a la salida de la estación de subte. La gente pasa y se queda sorprendida. Al triste paisaje de mendigos y gente que vive en la calle se suma un nuevo mojón que, para muchos, pasa inadvertido. A pocos pasos está paradito un anciano apenas apoyado en dos muletas y con un cartel colgado que dice "por favor, ayúdeme". Parece tan vencido que ni levanta la cabeza. Quizá no pueda, quizá ya ni quiera mirar a los ojos al resto de los que pasan por allí. Es más: ni se debe haber enterado de que apenas a unos pocos pasos de él hay un hombre tirado en el suelo. Es más: quizá ni se haya enterado de que ese hombre era en realidad un muñeco de látex, uno de los 25 que el director de teatro y artista plástico Emilio García Wehbi desparramó por diversos puntos de la ciudad y que conforman el Proyecto Filoctetes.
La intervención urbana tuvo su primera edición en abril de este año en la paqueta ciudad de Viena, ciudad no acostumbrada a este paisaje de mendicidad y de violencia. La idea del proyecto, organizado por Wehbi junto al Centro Cultural Rojas, "es interrogar en términos estéticos los posibles vínculos que se establecen en la ciudad entre el transeúnte y un cuerpo en la calle y sus posibles consecuencias sociales", dice en su postulado.
Si de reacciones se trata, hubo de todo. Desde la indignación a la solidaridad más lisa y llana, pasando por aquellos que inmediatamente se daban cuenta de que era parte de una especie de juego. Y ante el menú de reacciones muchos se sintieron indignados en su buena fe, y otros, quizás armados de una coraza, ni repararon en esa supuesta víctima.
¿Cuál es el límite de una propuesta de este tipo? Lo contesta el propio García Wehbi: "Entiendo a la gente que se indignó porque su primera reacción fue ayudar y luego se enteró de que era un muñeco. Pero también es válido pensar que por suerte era un muñeco, es válido suponer que te pongas contento de que sea un simulacro y te pongas contento por eso. Lo que es claro es que esto no es una cámara de Tinelli".
"El límite -continúa- era que siempre había alguno de nosotros para contener al otro, para poner la cara. No nos estábamos riendo de las reacciones de la gente. La idea era pensar junto a ellos las posibles reacciones."
Wehbi pudo comprobar que los límites también se presentaron entre sus 60 asistentes, que estuvieron toda la mañana, hasta las 15, junto a los muñecos. "Muchos tiraron la toalla, en un momento dado no quisieron más. Uno de los chicos se la pasó hablando horas con una anciana que vive en la calle y palmó. Seguramente cuando el martes nos juntemos todos los que participamos en esto muchos no van a parar de hablar. Eso es lo rico de esta experiencia."
-¿A vos qué te hizo reflexionar?
-Varias cosas. Por ejemplo, la presencia de las ambulancias socorriendo a las supuestas víctimas. En Viena pasó que muchísimas ambulancias fueron a socorrer, y yo no quería por nada del mundo que eso sucediera acá. Por eso me tomé el trabajo de avisar al Same de este proyecto para que no fueran al supuesto lugar del accidente. Mucho más porque sé que cuando una ambulancia va a un lugar deja de ir a otro, y eso es terrible. Pero si quiero analizarlo del lado positivo, comprobé que el Same llegó a tiempo a casi todos los casos. Me sirvió para pensar que un sistema de salud básico, como el Same, todavía funciona. Pero lo que me puso en estado de shock fue cuando fui a ver al chico (asistente) que le habían pegado y que tuvo que ir al hospital. O me conmovió cuando me contaron que una viejita cruzó la calle para darle una taza de café a uno de los muñecos. Claro que un tipo de propuesta de este tipo te enfrenta constantemente al límite de lo ético, mucho más en medio de una sociedad tan destrozada.
-En el límite, justo ahí...
-Más allá de las reacciones de la gente, todas válidas, el Proyecto Filoctetes deja más preguntas que respuestas. Y la gama es amplia, porque las imágenes eran bastante distintas. A alguna de ellas, como la mendiga ubicada en pleno corazón de Once, a simple vista se la decodificaba como una muñeca. Por lo cual instalaba un espacio ficcional que el arte, cualquiera sea su expresión, tiene todos los elementos para provocar una reflexión sobre el universo de reacciones en una ciudad que, crisis mediante, está atravesando un altísimo grado de violencia. Pero cuando el muñeco a primera vista es un hombre tirado en la calle en situación de emergencia cabe preguntarse si es necesario potenciar la angustia ya latente en la calle. Por más que luego venga alguien de la organización a contener a ese ciudadano preocupado. Por más que le proponga pensar en conjunto la variedad de reacciones que el ser humano puede tener frente a una persona muerta. Y si la respuesta de alguien que se sintió engañado fue una trompada, es incuestionable.
-En estos momentos en los cuales la ciudad de Buenos Aires está ganada por las señales del hambre y los gestos de la crisis habrá que analizar con mucho cuidado, con un enorme cariño hacia cada uno de nosotros, este tipo de intervención. Quizás el arte deberá agudizar su ingenio, su grado de reflexión...
-Por lo pronto, el viejito que anteayer estaba apoyado en dos muletas ni se entera de todo esto. Pero está. Y está vivo. Y duele su dolor, su hambre. Si Proyecto Filoctetes sirve para pensar en ellos, bienvenido sea. Pero ¿qué pasa con aquel que se sintió engañado como si fuera una cámara de Tinelli? Es cierto, Proyecto Filoctetes no es Tinelli. La misma trayectoria de García Wehbi lo demuestra. Pero la relación inmediata está. Hasta el propio García Wehbi la usó para explicarse. Y en momentos en los que el engaño de la clase política es moneda corriente hay que extremar los cuidados para que de buena fe y siguiendo objetivos estéticos un ciudadano, aunque sea uno, no se quede con la sensación de que fue engañado.
Evaluación
- Según la mitología griega, Filoctetes era un mendigo sucio y pestilente al que enterraron en una isla por su desagradable condición. Para evaluar esta intervención, hecha por García Wehbi junto a Maricel Alvarez, Norberto Laino y Julieta Potenze, esta semana en el Rojas se reunirán todos para debatir sobre las reacciones de la gente y de ellos mismos. El resultado se expondrá al público el 13 de diciembre con la exhibición de fotografías y un video con lo ocurrido anteayer. Por ser un proyecto globalizado, el año próximo se realizará en Bruselas y Montreal.
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