
Una triste historia de amor basada en un cuento de Dostoievski
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"Cuatro noches", por el conjunto Puro Grupo. Versión libre del cuento de Fedor Dostoievski "Noches blancas". Intérpretes: Mónica Spada y Pablo Di Felice. Dirección de títeres: Omar Alvarez. Coreografía: Patricia Dorin. Diseño y realización plástica: Víctor Hugo Caputo y Edgardo Sánchez. Música original: Angel Mahler. Libro y dirección: Pablo Di Felice. Auditorio UPB, Ciudad de La Paz 1972. Domingos de noviembre, a las 16.30. Entrada: $ 5.
Nuestra opinión: bueno.
Los personajes, Alexei y Nastenka, son dos seres solitarios que se cruzan en una plaza. La época y el lugar hablan de otro país y otros tiempos, al igual que el vestuario.
El es terriblemente tímido y ella, muy recatada. La chica llora, está muy triste y Alexei trata de consolarla. Lo que pasa y no pasa es el eterno conflicto del amor no correspondido. Ella espera a otro; el otro parece haberla dejado. Finalmente, cuando se está decidiendo a aceptar el amor de este tímido y enternecedor hombrecillo, el regreso del primer enamorado desbarata este vínculo tan frágil.
La historia se teje con mucho juego de clown por parte de Pablo Di Felice, que compone un personaje convincente, ingenuo, cómico en su torpeza, querible, y que para el público se merece mejores resultados en el logro de sus sueños. Es un personaje para rescatar y llevar a otras historias.
La Nastenka de Mónica Spada es más compleja, tiene mucho para contar y no siempre puede plegarse al juego de su compañero, que está en otra clave expresiva.
La escenografía es simpática, crea climas de cuentos rusos, con su puente, su farol y una pared llena de ventanitas que hablan entre ellas comentando las alternativas del romance.
Acción cautiva
No obstante, aunque hay un buen trabajo actoral, el peso del texto poco teatral traba el movimiento, la acción está demasiado cautiva en las palabras, se hace lenta y el final resulta frustrante.
Hay muchos elementos de buen nivel en el conjunto y momentos de juego con los objetos (el baúl, el farol, la valija, los sombreros) que podrían haberse aprovechado más (por caso, con el gancho en la pollera de Nastenka) porque crean expectativas en los chicos.
Tampoco son muy aprovechadas las dos marionetas que representan a los personajes. Lo que se inicia como una interesante promesa de un juego de emociones entre dos personajes muy singulares se diluye en demasiada historia contada y un desenlace que no fue suficientemente trabajado e insinuado en la acción.
Es también posible que tantas trabas, indecisiones y prejuicios en las relaciones, sobre todo en el personaje femenino, resulten demasiado anticuados para estos tiempos, y por eso mismo resulten poco verosímiles para una platea juvenil.
Pese a las dificultades señaladas, los actores se las ingenian para desarrollar el espectáculo con un cierto nivel de interés, pero de todas maneras no es conveniente llevar niños muy pequeños, porque el tema, la extensión y la complejidad de los diálogos los excluyen.





