Tim Robbins: el rebelde se divierte
Célebre en Hollywood por su firme defensa de los derechos humanos y su progresismo político, el actor habló con La Nacion de estos temas y de su último film, la comedia "Nada que perder", que se estrena esta semana en Buenos Aires.
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NUEVA YORK.- Asegura que no piensa esperar a la próxima entrega de los premios Oscar para subir al escenario y hacer campaña sobre la situación laboral de los actores en los Estados Unidos.
Tim Robbins es actor, pero se considera a sí mismo una especie de "activista social" a tal punto que Hollywood tiembla cuando este californiano de 38 años se pronuncia con sus actos, actuaciones y/o dirección de películas.
Algunos verán en él la imagen del cínico productor cinematográfico de "Las reglas del juego" ("The Player"), película de Robert Altman. O al autor, actor y director de "El ciudadano Bob Roberts", esa feroz sátira política en tiempos de campaña presidencial. Tal vez al preso de la historia de Stephen King, "Sueños de libertad", que protagonizó junto al negro Morgan Freeman. Si no lo descubrieron ya, dirigiendo a Sean Penn y Susan Sarandon -su mujer- en la historia verídica de un condenado a pena de muerte, "Mientras estés conmigo", su segunda película como realizador.
Ahora llega con un batido de chocolate bien frío al piso 34 de un hotel frente al Central Park, en Nueva York. Altísimo, con su aspecto semiconservador de pantalones pinzados y camisa desacartonada. Se sienta al frente, relajado, seguro de sí mismo. Esta vez no lo trae un nuevo producto de neto contenido político ni social. No importa. El sabe dónde, cómo y cuándo enfocar su atención en lo que le interesa. Y, en principio, no puede pasar por alto la película que ya se vio en los Estados Unidos, "Nada que perder", una comedia en pareja con el actor y humorista negro Martin Lawrence, y que se estrenará aquí el 23 de octubre.
-¿Una suerte de descanso en su carrera?
-Me sorprende eso porque, en realidad, yo empecé haciendo comedias y sólo hice tres dramas. Pero después del último todos creen que no podría hacer otra cosa mejor. Sé que esto es diferente, pero a mí también me gusta cambiar.
-¿Las comedias lo ponen de mejor humor?
-En realidad, es al revés. Estoy de mejor humor cuando hago dramas. En la comedia me guardo los momentos más livianos para la cámara. Y en cuanto al drama, muchas cosas chistosas pasan entre bambalinas porque no podés estar como un preso a 12 horas de una condena capital. Entonces necesitás momentos de humor para despejarte.
-¿Qué le gusta de las comedias?
-Si sos un apostador, es el riesgo más maravilloso que podés correr. Podés ser fuerte y solemne en un drama que no vas a ser juzgado por las lágrimas. Pero en la comedia es la risa la que aprueba. Si no funciona es un infierno, pero cuando se dan esas olas de risa sí vale la pena.
Un tipo con suerte
"Nada que perder", dirigida por Steve Oedekerk ("Ace Ventura") cuenta la historia de un exitoso ejecutivo de una agencia de publicidad, Nick Beam (Tim Robbins) que un día llega a su casa y encuentra a su mujer (Kelly Preston) en su cama y con su jefe. El shock es tan fuerte que sin decir ni "mu" se va y se pierde por ahí hasta que lo para en un semáforo el revólver amenazante de T-Paul (Martin Lawrence). Ninguno tiene mucho que perder y así se hacen amigos motorizados en la desventura. Pero la cosa no termina allí. Con el contrapunto de unos raps también habrá venganza, error, arrepentimiento y final feliz.
-Dicen que es una versión masculina, algo más light, de "Thelma y Louise"...
-No. Susan Sarandon conduce mejor que yo, y las dos protagonistas tienen mejor figura que nosotros. Además, esos personajes mueren y nosotros estamos vivitos y coleando...
-De repente, al personaje de la película se le va toda su suerte. A usted le ha ido tan bien en los últimos años. ¿No siente algo de miedo?
-Claro que sí, es algo aterrador. Cuanto más éxito tenés, más miedo te da. A mí me pasa que siempre me aproximo a mi trabajo con la idea en mente de que puede fallar. Soy mi peor crítico y vivo absolutamente aterrado de que voy a arruinar mi actuación o mi dirección. Y me convierto en un obsesivo. Cuando dirijo, por ejemplo, no me duermo si no termino con tal tema. Mientras que cuando actúo puedo ponerme más límites.
Tim Robbins ataca de nuevo
NUEVA YORK.- Mirada desafiante, brazos extendidos a ambos lados de un sofá. Así se presentaba su personaje en "Las reglas del juego" ("The Player"), película dirigida por Robert Altman. Tim Robbins lejos está con su postura de parecerse a este "capo" de la cinematografía hollywoodense. De todos modos, desde que dirige sus películas se ha ganado el respeto de sus colegas y de Hollywood en general.
Contesta seguro y decide en qué extenderse más, o menos. Pero en la entrevista con La Nación mantuvo su humildad tanto para hablar de su última película, la comedia "Nada que perder", como para defender sus planes más personales. "Estoy escribiendo algo, pero prefiero no hablar de eso porque todavía está muy fresco. Digamos que tengo la mitad del dinero, pero todavía tengo que averiguar de dónde va a salir todo lo demás", comenta.
-¿Se considera un "player" ahora que dirige?
-No, porque no vivo en Los Angeles y mi compañía está construida para ayudarme a escribir y no a producir. No quisiera tener en mis manos las carreras de las personas.
-¿Cómo observa el crecimiento del llamado cine independiente?
-Lo que está pasando en Hollywood realmente me molesta. Hay una tendencia a producir películas que se llaman independientes, pero son los estudios grandes los que están manteniendo bajo sus paraguas a esos estudios supuestamente independientes a los que yo llamo "boutiques". Claro que es una idea brillante porque Hollywood está sacando mucho provecho de este negocio. Ellos dicen: "Nosotros no podemos hacer esto. Tirémosle unos 4 millones de dólares a cada una de estas ´boutiques´ y una de esas películas tendrá que ser buena". Entonces ponen dinero para la promoción, les dan las nominaciones y los premios.
-Una maniobra aparentemente legal...
-Por supuesto. Pero los que salen perdiendo son los actores. Se les está diciendo que la única manera de hacer trabajos de buena calidad es actuar para el cine independiente, en donde no se les paga bien.
-Igual hay grandes estrellas que se llevan mucho dinero...
-Los que sí ganan dinero al año son los directores. Por eso, gente como John Travolta o Arnold Schwarzenegger, y hasta grandes figuras que no me caen bien, por ejemplo, se merecen todos los centavitos y toda la promoción que les den porque, finalmente, son los que traen el público y el dinero al cine y no los que están a mi nivel.
-También hay actores de trayectoria muy mal pagos...
-Sí, esto es realmente un problema. Hay actores de 20 o 30 años de experiencia que ganan lo mismo que un chico de 18 que recién empieza. No hay un sindicato con fuerza que se oponga y reajuste la escala salarial. En cada proyecto se tendría que conseguir los fondos para pagarles como se debe a los actores con los que se desea trabajar.
-Cuando era un director joven e hizo "Bob Roberts" no le pareció mal que algunos actores estuvieran dispuestos a trabajar por menos dinero a cambio de una oportunidad...
-Yo les estoy agradecido por eso. Pero sucedió por la reputación que me había ganado, y no exactamente porque sea un actor taquillero.
-¿Aceptaría alguna vez trabajar por poca plata?
-Si por ejemplo hay que dedicarle 12 semanas a algo que pienso que va a reportar dinero y me están ofreciendo 15 mil dólares, les digo: "Váyanse a la m..." Y hay que decirlo ante ofertas insultantes. Porque hasta que a ese tipo de gente no se le diga en la cara que es una m... no se van a preocupar por conseguir dinero para pagar como se debe. Lo que pasa es que hay muchísimos actores y mucha desesperación por trabajar. Entonces, muchos agarran viaje...
-A la hora de pagar, todas las compañías dicen ser independientes...
-Sí, es muy común. Pero no se puede ser una subsidiaria de una empresa importante y decir: "Somos independientes". Con ese criterio yo también soy independiente. Y cuando se habla de un gran proyecto las grandes compañías tienen que estar preparadas para ofrecer mucho dinero. Polygram, por ejemplo, es una empresa inmensa y cuando estábamos hablando de hacer "Dead Man Walking" ("Mientras estés conmigo") les dije: "Hay que poner dinero". Y dio muchísimas ganancias en todo el mundo y tienen las arcas llenas.
Hombre amenazado caminando
Tim Robbins y Susan Sarandon _matrimonio con dos hijos en la vida real_ son fieles militantes en diversas causas por los derechos civiles. Desde solidarizarse con la población negra de Los Angeles en 1992, o su manifestación pública contra la intervención norteamericana en la Guerra del Golfo, hasta el reclamo por los refugiados haitianos con SIDA, que el gobierno norteamericano retiene en la base militar de Guantánamo.
-¿Alguna vez recibió amenazas para que dejara de reclamar por los derechos humanos?
-En este momento no estoy recibiendo amenazas, pero me han hecho algunas advertencias para que deje de lado ciertos temas. Nada más.
-¿No tiene miedo?
-Sí, la verdad es que es para temer. Pero lo vengo manejando bastante bien. Si uno hace algo porque piensa que es tiempo de hacerlo, pero en realidad no quiere, no debería hacerlo. Yo estoy totalmente convencido de lo que hago y pienso seguir.
-¿Hollywood todavía lo considera un "hombre peligroso"?
-(Ríe.) Yo soy muy responsable, nunca me sobrepaso del presupuesto, nunca me atraso en los proyectos, trato de dar algunas entrevistas... ¿Es malo ser así?
-Pero dice lo que piensa...
-Alguna vez pensé si tenía que decir un poco menos lo que realmente pensaba. Y me contesté que no. Pero esto de alguna manera me ha limitado mis oportunidades, porque creo que muchos grandes proyectos van a manos de gente menos controvertida que yo.
-¿Cambió su visión del escenario político desde que hizo "El ciudadano Bob Roberts"?
-Ahora soy mucho más cínico (bromea entre risas). Estaba dispuesto a creer un poco en el Partido Demócrata, pero todavía tengo mis dudas. Yo creo que estamos en una etapa de crisis que se evidencia por la cantidad de gente que va a votar: menos de un 30 por ciento.
Tim Robbins cambia la voz y dialoga con los personajes de la realidad que tanto le molestan. "Ellos dicen: ÔBueno, la cosa es así. La gente no va a votar porque no le interesa´. Yo no estoy para nada de acuerdo. Ellos saben perfectamente lo que está pasando. La gente no va a votar porque no tiene opciones. Es que no hay una verdadera democracia. Existe una falsa representación que sólo responde al sector más adinerado de la sociedad. A ellos se los puede comprar, y por ellos nuestros representantes terminan en Washington."
Está visto que Tim Robbins no necesita esperar a subir al estrado de la entrega de los premios Oscar para decir lo que piensa.
Lawrence se las ve negras
NUEVA YORK.- El compañero de andanzas de Tim Robbins en "Nada que perder" es el actor y humorista negro Martin Lawrence. Los americanos lo reconocen por sus "stand up comedies", especialmente por un programa que llevaba su nombre y se basaba en una especie de improvisaciones y chistes televisivos, "muchas bromas de tipo sexual", aclara él. El público argentino podrá identificarlo con el director Spike Lee por su actuación para la película "Haz lo correcto", o por su trabajo con Eddie Murphy en "Boomerang".
A Lawrence lo describen como "uno de los talentos más versátiles", ya que también dirigió, coescribió y produjo una película llamada "A Thin Line between Love and Hate". El se define, sin más trámite, como "un ganador, porque es la única manera de ser recordado". Aunque no olvida sus comienzos limpiando pisos -"si vas a un negocio y lo ves brillante, ahí estuve yo"-. Y ante las preguntas que le molestan se refugia en su fe "en Dios".
Ya instalado en la industria, aclara qué lo irrita del show business: "Que la gente se alimente de mentiras y de negatividad". Esto lo dice por las demandas de acoso sexual que inició su compañera televisiva, Teisha Campbell, una actriz y cantante morena. "Pero vamos a hablar sobre la película -interviene su manager-. Esto no es una discusión sobre su vida privada." "Salvado" de responder, acató la sugerencia con una sonrisa sarcástica.
-¿Cuál fue su mayor contribución en esta película?
-Que yo estuve ahí (se ríe). Creo que no tuve miedo de hacer una buena comedia. Y hubo una buena relación entre Steve Oedekerk, Tim Robbins y yo: los tres ya habíamos dirigido antes.
-Robbins destacó que los dos provienen de "distintas sensibilidades"...
-Bueno, yo soy negro, él es blanco. Uno es alto, el otro bajo...
-No me refiero, precisamente, a características físicas...
-Sí, en realidad tenemos distintos orígenes. Aunque no sé cómo se crió él. Pero estoy seguro de que hacemos un buen par en la pantalla.
-Se dice que su personalidad es del tipo Dr. Jekyll & Mr. Hyde, medio esquizofrénica...
-Los que dicen eso no me conocen. Aunque creo que todos tenemos algo algo bueno y algo malo. Yo creo que soy un buen mal chico, o mejor, un buen chico malo, y no malo malo.
-¿Siente la presión de tener que ser gracioso?
-Sí, yo siento mi propia presión, pero no dejo que nadie más lo haga. Sé que soy un comediante gracioso joven, fuerte y atrevido. Bueno, no tan joven, aunque ahora tengo las habilidades de un veterano: la experiencia .






