Un fresco de la sociedad argentina
Santiago Doria, experto en clásicos argentinos, recupera la obra de Malfatti y De las Llanderas, enel Cervantes
Después de las exitosas presentaciones que alcanzaron piezas como ¡Jettatore!, de Gregorio de Laferrère, y Tu cuna fue un conventillo, de Alberto Vacarezza, el Teatro Nacional Cervantes vuelve a rescatar un valioso clásico de la dramaturgia nacional: Así es la vida, de Arnaldo Malfatti y Nicolás de las Llanderas, que se estrenó el viernes pasado.
Estrenada en 1934 por la compañía de Enrique Muiño y Elías Alippi, esta comedia costumbrista, que además fue llevada al cine por primera vez en 1939, con dirección de Francisco Mugica (la segunda versión fue dirigida por Enrique Carreras en los años 70), muestra aspectos de la vida de una familia porteña de clase media a lo largo treinta años. La acción se desarrolla en tres etapas: 1905, 1916 y 1934.
Con personajes reconocibles y una trama que logra emocionar al espectador, Así es la vida, como diría el historiador Arturo Berenguer Carisomo, habla de "la familia que se rompe, que se deshace, esa vieja familia nuestra de tan apretada y firme cohesión que hemos visto desintegrarse".
Dirigida por Santiago Doria, la pieza está interpretada por Roberto Carnaghi, Mario Alarcón, Rita Terranova, Salo Pasik, Malena Solda, Felipe Colombo, Paloma Contreras, Néstor Sánchez, Mariano Mazzei, Celeste García Satur, Marcelo Mininno, Alfredo Castellani, Julio Viera, Gabriela Blanco y Emanuel Duarte.
Según cuenta el investigador Luis Ordaz en su Historia del teatro argentino, Muiño solía decir que, observando esta obra, "cada uno del público se ve vivir sobre el escenario". Hoy, seguramente nos posibilitará reconocer algo de nuestra historia, no sólo teatral, sino también personal.
El director Santiago Doria cuenta que su versión está más próxima a la película de Mugica que a la pieza original. "Limpié ciertos elementos ligados al sainete -explica-. El mismo Mugica alguna vez declaró que le gustaba la historia, pero no sus toques asainetados. Aparecen en escena un gallego y un italiano, pero no son los cocoliches del conventillo, figuras farsescas, como extraídas de la commedia dell' arte. Son personajes que pertenecen a la clase media argentina, realistas, que no tienen que ver con la figura del sainete. Hay un gallego, hay un italiano, pero también un político conservador, un joven socialista que quiere entrar a la familia y no lo dejan. Es un friso de época muy reconocible. Te están hablando de principios de otro siglo, pero te identificás porque reconocés esa rueda que, en definitiva, es la familia. La obra te muestra un matrimonio, la viudez, los hijos que se casan, los que se van, los que vuelven, la aparición de los nietos."
En su puesta, Doria eliminó los intervalos entre los tres actos y utiliza lo que denomina "separadores". Dos videos que muestran publicidades de la época y los cambios que se han producido en esquinas emblemáticas de Buenos Aires. Esos pequeños datos irán introduciendo al público en un nuevo ambiente.
Un texto consagrado
Roberto Carnaghi interpreta al padre de esta familia. Él tenía mucho interés en protagonizar esta pieza y hasta dejó otros proyectos por eso. En verdad, conoce muy bien el material porque, en 1994, formó parte del elenco que la interpretó en el Teatro Presidente Alvear, con la dirección de Osvaldo Bonet. El protagonista era entonces Javier Portales. En aquel momento, su rol era el del tío político y ese trabajo le valió una nominación a los premios ACE.
"Me emociona mucho hacer esta obra porque habla de mi familia, de mi historia -explica el intérprete de tantos éxitos teatrales y televisivos-. Es como parte de mi vida. Hacer una pieza tan entrañable implica hablar de un pasado que se perdió, que ya no tenemos, pero te obliga a reflexionar sobre valores que quizá se perdieron: el respeto, el amor por el trabajo, cuidar que tus hijos estudien, que puedan defenderse por sí solos. Hoy, muchas cosas cambiaron. Los hijos tal vez no se vayan, pero, de alguna manera, también rompen con la familia. Los nietos dicen: «Abuelo, yo hago lo que quiero, lo que me parece». Y en definitiva eso es una enseñanza. Me gusta mucho hacer un personaje emblemático del teatro argentino. Hoy se muestran, en nuestros escenarios, muchas familias disfuncionales. Ésta parece una familia perfecta, pero para la época. Vista desde este presente, también es disfuncional."
Recorrer el pasado con algunos de los creadores de este proyecto implica transitar parte de la historia de este país y su teatro. Rita Terranova, la madre de esta ficción, recuerda que cuando Rodolfo Graziano era director del Cervantes, en los tempranos 80, les propuso a su padre (Osvaldo Terranova) y a ella ser parte del elenco que recrearía la pieza. Osvaldo eligió otro proyecto y ella lo dejó de lado. Rita recuerda con mucha emoción que su rol fue interpretado, tanto en teatro como en cine, por actrices como Eva Franco, Malvina Pastorino, Susana Campos, Mecha Ortiz y Felisa Mari.
La actriz dice que su personaje "es todo amor". Y agrega: "Son esas madres que manejan el sistema de la casa. Entonces no había cuestionamiento de roles. La mujer estaba dentro de la casa y criaba a los hijos, algo que hacía con mucha alegría. Es un matrimonio que se quiere. Viven por y para sus hijos. Pero aparecen una serie de conflictos que hoy también vemos. No me parece que estemos haciendo una pieza de museo. El núcleo de amor que aquí se presenta es actual. Siempre volvemos a la familia, es la base. Ésta es una pintura de costumbre. Lo interesante es que cada vez que hago una obra argentina siento que algo tengo aprendido, sea por su temática o por el estilo de actuación."
Y ella misma lo aclara. "Vi a todas esas actrices en esos roles. Yo nací y crecí en el teatro. Después de que hicimos El conventillo de la Paloma la gente decía: «Ahora tienen que hacer Así es la vida». Y es muy interesante porque nos obliga, una vez más, a pararnos en lo que son nuestra raíces, nuestra identidad."
El actor Mario Alarcón, que viene de interpretar en el Cervantes materiales como ¡Jettatore!, de Laferrère, o Mateo, de Armando Discépolo, explica: "Cuando uno se enfrenta a estos clásicos siente más respeto de lo habitual. Se han hecho tanto, con tanto éxito. Yo tomo ciertos recaudos. Tomar responsabilidad, me gusta. Porque es parte del trabajo y del desafío. Así es la vida es un clásico. Ha pasado un tiempo desde su creación, pero posee valores que se mantienen intactos. Al menos en mi personaje, el tío político. Él dice cosas que hoy seguimos escuchando. Cambian las palabras, pero aparecen sinónimos. Es peor todavía. Es un típico puntero de barrio que lo único que lo diferencia de la actualidad es el vestuario, pero la manera de comportarse es la misma".
Alarcón explica que a la pieza, sin duda, se le nota el paso del tiempo, pero aclara: "Aunque muestra cierta idiosincrasia de la clase media argentina que se mantiene igual. Nos hacemos los liberales, pero en el fondo somos bastante conservadores. Tenemos ciertos prejuicios. La forma, la necesidad de aparentar, son cuestiones que siguen intactas. Por eso a esta obra se le puede poner el rótulo de clásico. Hay algo de esas criaturas que se mantiene muy vivo".
Recuperada en distintas décadas e interpretada por reconocidas figuras de la escena nacional, Así es la vida, seguramente, nos posibilitará, una vez más, reencontrarnos con un pasado reconocible y muy conmovedor.
Así es la vida
Dirigida por Santiago Doria.
De jueves a sábados, a las 21, y domingos, a las 20.30.
Teatro Nacional Cervantes, Libertad 815. De $ 20 a $ 60.
Cincuenta años de teatro
El director Santiago Doria cumple en esta temporada cincuenta años con la profesión. Él confiesa que este proyecto es "la frutilla de la torta". Repasa su carrera y se siente fascinado por rescatar este material que, aclara, "ha sido letra dormida durante muchos años. Es bueno despertarla por un rato. Es un clásico, siempre tiene algo para decirnos". Siempre interesado en el teatro popular, Doria recuerda que desde joven le interesaba acercarse a las figuras importantes de la escena argentina. Cuenta que de joven tomaba café con reconocidos actores de la época y le fascinaba escucharlos porque tenían una sabiduría muy grande. Habla de su relación con Esteban y Teresa Serrador, su amistad con Iris Marga. Hay un espacio, en su vida, que lo liga a la más fuerte tradición del arte teatral y cinematográfico nacional. Y eso se nota a la hora de llevar a escena este tipo de producciones. Un mundo reconocible en el pasado le posibilita dar forma, ahora con una mirada contemporánea, a una historia que no le resulta tan ajena, sino "demasiado familiar", aclara.
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