Un torrente de buen humor
"Torrente, el brazo tonto de la ley" (España/1998). Producción de Andrés Vicente Gómez presentada por Fox. Música: Roque Baños. Fotografía: Carles Gusi. Intérpretes: Santiago Segura, Javier Cámara, Neus Asensi, Chus Lampreave y Tony Leblanc. Guión y dirección: Santiago Segura. Duración: 97 minutos. Para mayores de 18 años. Nuestra opinión: muy buena.
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Figura de culto en España a partir de sus trabajos con el cineasta Alex de la Iglesia en "Acción mutante", "El día de la Bestia" y la reciente "Muertos de risa", Santiago Segura debutó en la dirección con una comedia juvenil que supera en audacia y delirio a las ya radicales propuestas de su amigo y ahora también colega vasco.
Este realizador madrileño de 35 años se propuso filmar algo así como la película más políticamente incorrecta, zafada, escatológica y mordaz posible. Para ello, concibió para sí mismo el personaje de José Luis Torrente, seudopolicía tan fascista, sexópata, racista, borracho y machista como incompetente y cobarde, que vive en un tugurio roñoso, explota a su padre haciéndolo pasar por un lisiado y patrulla por las noches las calles de Madrid en un destartalado Seat modelo 78.
Segura exacerba su gordura y fealdad física para convertir a Torrente en un antihéroe que engloba todos los elementos estéticos y morales que, así planteados, podrían escandalizar a la inmensa mayoría del público bienpensante. Pero su retrato apela a un tono tan paródico y desenfadado, tan absurdo e inverosímil, que nadie puede sentirse demasiado ofendido por una propuesta dirigida a un público joven, abierto a expresiones artísticas desinhibidas e innovadoras.
Un equipo muy especial
La trama del film es de una elementalidad absoluta, porque nada importa aquí más que el patético desempeño de este caricaturesco perdedor que deambula entre bares, prostíbulos y antros plagados de marginales.
Con la ayuda de Rafi (Javier Cámara), un joven que sueña con ser policía y admira la supuesta experiencia de Torrente, más el aporte de un grupo de insólitos amigos, nuestro antihéroe enfrenta a una poderosa organización de narcotraficantes que utiliza como fachada un restaurante chino.
Tal como lo había demostrado en varios cortos anteriores, Segura es un ingenioso y solvente narrador que utiliza la cámara con destreza para acentuar el humor arrasador de sus historias. También tiene una capacidad extraña para dotar a sus exóticas criaturas de un costado querible y para extraer de sus actores interpretaciones hilarantes aun cuando deban contentarse con personajes bastante estereotipados.
Si Cámara es el contrapunto ideal para el excesivo protagonista, si Asensi aporta su voluptuosa presencia para la cuota erótica del film, es el trabajo del célebre Tony Leblanc el que se roba la película con su extraordinaria composición del desdichado padre de Torrente. Le alcanzan unas pocas apariciones, un par de frases y complejos movimientos físicos para entregar los momentos más divertidos de una comedia tan ligera como arriesgada. El resultado artístico es todo un logro. El comercial, todavía mucho más importante: se trata de la película más vista en la larga historia del cine español.





