Varias generaciones, pero la misma emoción
Michele Care tiene 17 años y escucha Pink Floyd desde antes de nacer. Su mamá le ponía The dark side of the moon y Wish you were here durante el embarazo, y a partir de ese momento comenzó un idilio que ayer alcanzó su punto cúlmine, cuando pudo ver en vivo a Roger Waters en el estadio de River.
Michele esperó paciente para entrar en el estadio junto a su madre, Analía, de 55 años, y su padre, Claudio, de 51. Juntos aguardaron el momento en que las puertas se abrieran, aunque adentro luego estuvieron separados.
"Yo voy a platea alta con una amiga y ellos abajo. Mi hermano, que va estar en el vip, les regaló las entradas", contó Michele a LA NACION antes de entrar en el estadio, que fue bautizada con ese nombre en honor a la famosa canción de los Beatles.
La música atraviesa la vida de los Care. "Empecé a escuchar Pink Floyd cuando tenía 16 años. Hoy, con 51, siento que voy a cerrar un círculo. En 2006, cuando vino Waters, no pudimos venir, hoy no me lo quería perder por nada del mundo", dijo Claudio.
A su lado, Analía contó que anteayer vieron en familia la película The Wall por cable. "La habíamos visto miles de veces y volvimos a verla para entrar en clima", confesó. Y Michele, que dibujó ella misma la remera que llevaba puesta con el símbolo del disco, agregó: " The Wall es un disco muy personal, no sé si es el disco perfecto, pero sin dudas es el más completo, el que más me gusta".
Desde el interior
En otro extremo de la fila para ingresar, el matrimonio conformado por Mónica Burgos y Eduardo Cicarelli esperaba junto con Marcelo Córdoba la hora para entrar. Ellos habían llegado en combi desde Rosario junto con sus hijos, que estudian en la universidad. No bien acabara el show pegarían la vuelta. El trabajo los espera.
"Estamos orgullosos porque de alguna manera sentimos que iniciamos a nuestros hijos en esto de entrenar el oído musical. Todavía conservamos los discos originales, de vinilo, de Pink Floyd, y de tantos otros grupos que nos marcaron", dijo Cicarelli.
Córdoba agregó: "Mis hijos son músicos y yo, sin ser un entendido, me siento orgulloso de haberles hecho escuchar a Pink Floyd y que ellos hayan sabido apreciar la calidad de su música". Y también se mostró orgulloso por el paraguas que trajo "por las dudas si llovía" y era usado por los jóvenes como sombrilla para repararse del sol. "Al final sirvió", dijo divertido a LA NACION.
Otro de los que recorrieron varios kilómetros para ver a Waters fue el músico Daniel Rodríguez, que junto con su madre llegó especialmente desde Olavarría.
"Manejé 400 kilómetros para venir y no bien termine el show nos volvemos porque a las 7 entro a trabajar." De todas maneras, tanto viaje para él no es ningún sacrificio. "Estuve en 2006 y fue increíble. Tocó algunos temas de The Wall , que para mí es un disco revolucionario, el proyecto musical perfecto. Hoy el show es el disco entero. El esfuerzo, sin dudas, valdrá la pena."