Reseña: Borderline Carlito, de Carlos Busqued
Estamos a comienzos del año 2006 y el escritor Carlos Busqued (1970-2021), encerrado en su casa, mira televisión, mucha televisión. Por lo general, programas basura o documentales sobre la vida animal o las guerras mundiales. Bebe en pocas horas una botella de whisky, se las ingenia para conseguir marihuana y se alimenta con lo que encuentra en su heladera. No está seguro de si lo han echado de su trabajo y no entiende bien por qué le llegan, de tanto en tanto, solicitudes para dar charlas. Lee poco, en especial mientras hace ejercicio en la bicicleta del gimnasio; y escribe, con cierta frecuencia, en su blog. En unos quince años, a sus cincuenta, morirá de un paro cardíaco.
De una selección de esos posteos, enmarcados entre 2006 y 2009, está hecho Bordeline Carlito, este libro póstumo de Busqued. El arco temporal obedece a un propósito específico: ver qué pensaba el autor –y qué escribía en su tortuosa cotidianidad– antes de que se publicara su brutal primera novela, Bajo este sol tremendo, finalista del premio Herralde. Como se vio, las cosas para Busqued no avanzaban sobre rieles. Entre otros, cita al Céline de Viaje al fin de la noche: “Lo mejor que puedes hacer, verdad, cuando estás en este mundo, es salir de él. Loco o no, con miedo o sin él”.
Bordeline Carlito no funciona únicamente como el oscuro registro emocional de Busqued a lo largo de aquellos años; refracta también, a su manera, la atmósfera agobiante y tóxica de su primera ficción al tiempo que el interés por lo escabroso y marginal (como transeúnte repara únicamente en linyeras, travestis, dealers, evangelistas y usureros de diversa índole); retoma la hipnótica conversación que tuvo con Ricardo Melogno, el asesino que, en 1982, mató a cuatro taxistas, y cuyo intercambio estructura Magnetizado, su segunda y última “novela”. Cierto resentimiento campea el libro, y las riendas de una existencia viscosa y aletargada parecen imposibles de asir. “No me hinchen las bolas, muchachos –escribe en una entrada de julio de 2006– los problemas están para esquivarlos”.
Lo cierto es que Bordeline Carlito se suma a una nueva tradición: la de los libros que llegan al papel habiendo sido, primeramente, materia de la virtualidad, como El tiempo de la convalecencia, el diario que Alberto Giordano escribió desde 2014 a través de posteos de Facebook y, más acá, en 2023, El ruido de una época, volumen que Ariana Harwicz ensambló con una serie de tuits y microensayos. A riesgo de pecar de inocencia o, peor aún, de simplicidad argumentativa, no estaría de más recordar que Busqued eligió, a diferencia del diario íntimo, el formato de blog, que presupone una apertura y una visibilidad hacia al otro, y donde el otro tiene, efectivamente, la posibilidad de intervenir; como si hubiera deseado aún, y a pesar de cargar con el peso de la depresión, ingeniar un puente que lo acerque un paso, aunque sea solo uno, más acá de la vida.
Borderline Carlito
Por Carlos Busqued
Blatt & Ríos
152 páginas, $ 19.500