Reseña: Cuadra, de Máximo Chehin
La novela Cuadra, de Máximo Chehin (Aguilares, Tucumán, 1972), lleva en el título la unidad mínima de terreno necesaria para enmarcar una multiplicidad de acciones: una cuadra anónima de una ciudad ribereña en el año 2015 donde vive gente cuyas “pequeñas historias no son más extraordinarias que otras que se dieron en la cuadras siguiente” y que tienen su punto de unión y fuga en el salto de un hombre desde el balcón.
Con las sirenas de patrulleros que sobresaltan a los vecinos, Cuadra despliega, en capítulos alternados, un puñado de historias pasadas y futuras. Una empleada doméstica, luego de ser despedida, viaja al pueblo de Salta donde vivió su abuela y hereda el don de la clarividencia. Un empleado raso comienza un proyecto de energía eólica y termina fundando el emporio más poderoso del mundo con una ciudad inteligente en la Patagonia sin jamás deshacerse de un dolor fantasmal en la pierna. Un militante quebrado del Movimiento Todos por la Patria se dedica a hacer mucha plata y después perderla hasta que deviene en sin techo, asistido periódicamente por sus hijas. Una joven integrante de la UES se exilia y tiene un encuentro amoroso con el encargado de un bar lisboeta del que muchos años después su sobrina leerá que ha sido vendido.
Estas son algunas de las tramas que entrelaza Chehin en tono homogéneo y sin perder la distancia respecto de acciones y protagonistas. En menor o mayor medida, las historias tienen alguna perspectiva política pero como si se tratase de un material más, sin jerarquizar (como expone el capítulo inicial, lo mismo vale, narrativamente, un incendio inmotivado en una panadería que el secuestro de una persona por un grupo de tareas), y sobre todo sin que las contradicciones históricas produzcan ningún tipo de tensión en el lenguaje. Esto acerca Cuadra más al orden de la fábula que del realismo: los cambios diametrales en la fortuna de los personajes son inmotivados; ellos no comprenden las causas y el narrador, a pesar de su omnisciencia, tampoco las aborda. Enriquece el retablo el hecho de que los personajes sean socialmente variados (hay mucho de proyecto naturalista en la novela), aunque algunas cosmovisiones individuales pequen de cierta ingenuidad o simplismo en su elaboración, como cuando la guerra total por los últimos yacimientos de petróleo llega a un armisticio una vez consensuada su “futilidad” por parte de las potencias mundiales.
El libro de Chehin intenta superar la novela convencional mediante una estructura narrativa relativamente compleja, pero termina fomentando la idea conservadora, y bastante extendida, de que la literatura consiste simplemente en contar historias, sin conflictos en el lenguaje.
Cuadra
Por Máximo Chehin
Bajo la Luna
320 páginas, $ 15.000