Reseña: Sr. y Sra. Baby, de Mark Strand
Imprevisibles y corrosivos relatos de un poeta singular
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“En Hopper parece haber siempre algo más allá”, escribió el poeta canadiense Mark Strand (1934-2014) en un peculiar ensayo alrededor del pintor Edward Hopper. La luz de sus cuadros, destaca Strand, parece estar adheridas a las paredes y los objetos, con tonos cuidadosamente contenidos y dispuestos. El tono, efecto de la combinación de los colores con la luz y las sombras, remite al pulso de escritura, a la disposición poética, algo que Strand también pone en juego en los relatos de Sr. y Sra. Baby, una rara avis en su biografía literaria.
Catorce piezas con colores dispares, algunas donde pone en juego un realismo desbordado: un hombre ve a su padre muerto en un moscardón que zumba a su alrededor; un presidente esotérico que solo habla del clima; un personaje que le cuenta a su esposa que antes había sido un perro; un tipo que se enamora de cada mujer con la que se cruza, ¡y se casa!;un general en ascuas que le da órdenes a soldaditos de plomo; un parricida que escribe el mejor libro de poesía de su país. Escenas corrosivas, mitológicas, extrañas y sobretodo, con giros humorísticos, que conviven con soltura, al punto de que lo imprevisible, lo inminente o el precipicio se vuelven materia corriente en las distintas tramas.
El ritmo se lo da la misma plasticidad de su poética, dimmer que genera climas, algo que una traducción como la de Marcelo Cohen respeta. “Me hundo en la oscuridad acuosa hacia los movedizos, ondulantes jardines del fondo”, discurre una voz que evoca o alucina debajo del agua: solo una muestra del encantamiento que produce Strand.
Sr. y Sra. Baby
Por Mark Strand
Leteo. Trad.: Marcelo Cohen
173 páginas, $ 1300








