Reseña: Todo lo que hay dentro, de Edwidge Danticat
La escritora haitiana indaga en su último libro de cuentos la experiencia de la migración y el exilio
En un ensayo publicado en 1990, la escritora haitiana Yanick Lahens (1953) indagaba en el exilio como una suerte de destino obligado para la mayoría de los autores de su país. A unos cuantos años de aquel trabajo, el tópico sigue vigente: del poeta René Depestre (1926) al miembro de la Academia Francesa Dany Laferrière (1953), todo parece indicar que en Haití las generaciones pasan pero la diáspora sigue.
Así lo confirma la novelista Edwidge Danticat (Puerto Príncipe, 1969), radicada desde los doce años en Estados Unidos, y al tanto de las contradicciones que habitan en todo migrante, las vicisitudes de la vida entre lenguas –criada en el francés y el creole haitiano, desarrolló toda su obra literaria en inglés– y el difícil vínculo con el lugar de origen.
Esas vivencias impregnan Todo lo que hay dentro, que no casualmente lleva como epígrafe una frase de la portorriqueña Cindy Jiménez-Vera: “Nacer es el primer exilio”. Los ocho cuentos que integran el libro están protagonizados por haitianos que discurren por un circuito que va de Puerto Príncipe al barrio Little Haiti, en Miami, o Brooklyn, en Nueva York. Pero, aunque el destierro es el denominador común, los personajes cargan con un exilio más subjetivo que geográfico, cierto desajuste existencial que convierte al padecer migrante en apenas un elemento más. Es en ese detalle, así como en la habilidad narrativa de la autora, donde reside la fortaleza de cada uno de los relatos de Todo lo que hay dentro.
En general, la mirada es femenina. Salvo en “Sin inspección”, donde Danticat asume el punto de vista de un migrante ilegal, Arnold, que resbala de un andamio y tarda “seis segundos y medio en caer ciento cincuenta metros”. En una falsa asociación libre –el cuento está sólidamente estructurado–, Arnold visita los últimos gestos de su vida y vuelve a cantar una tradicional canción haitiana ligada a la muerte.
La música, de hecho, tiene un peso sustancial en la descripción de entornos y subjetividades. De la remembranza popular del “Latibonito” a Charles Mingus y su “Haitian Fight Song” o el eco de la voz de Nina Simone en “Take Me to the Water”, los personajes se obsequian canciones con la misma naturalidad con que deslizan alguna que otra frase en creole.
“¿No se da cuenta de que la vida que tiene es un accidente del azar? ¿No sabe que es una excepción en este mundo, donde lo normal es ser infeliz, tener hambre, trabajar sin parar y no ganar casi nada, y aguantar los caprichos de lo que venga, desde tiranos hasta huracanes y terremotos?”, se pregunta la madre haitiana de “Amanecer, anochecer”, incapaz de entender la depresión de su hija crecida en Estados Unidos.
El abismo generacional, los estragos de la violencia y la sospecha de que en la vida habita el absurdo tanto como en la muerte (así lo presiente la profesora de literatura francesa que “En los viejos tiempos” susurra “Aujourd’hui, papa est mort”) se entrelazan con la más pura y dura cotidianidad. Danticat bucea en aguas ásperas, sin perder jamás la piedad por sus criaturas.
Todo lo que hay dentro
Por Edwidge Danticat
Fiordo. Trad.: Daniela Betancur
240 págs./ $1500