Reseña: Un desconocido Sarmiento, de J.I. Quesada
Inesperado epistolario con el autor del Facundo
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La aparición de Un desconocido Sarmiento pone en evidencia una vez más el acierto de Lucio V. Mansilla al afirmar que “si no hubiese cartas íntimas no habría historia verdadera”.
Sin restar valor a otras expresiones de la comunicación escrita, las confidencias, sentimientos e intenciones volcadas en cuartillas de distinto color y tamaño, se convertían en vehículos irreemplazables para el contacto entre seres sometidos a la distancia y otros obstáculos difíciles de superar.
Si bien en la Argentina se han perdido, generalmente por desidia, millares de cartas de índole privada, la suerte o la conciencia de su valor ha preservado otras de sumo interés. Hace unos años, el historiador y académico Juan Isidro Quesada logró acceder y ordenar el archivo personal del general José Miguel Arredondo, que compone este libro. Figura la correspondencia entre Sarmiento y Arredondo, y se intercalan algunas cartas de Roca y Nicolás Avellaneda.
Nacido accidentalmente en la República del Uruguay, Arredondo participó en la batalla de Caseros como oficial del Ejército Oriental y luego se incorporó a las filas porteñas en lucha contra la Confederación Argentina. Su valor era tan legendario como el poncho blanco que usaba para mostrar que no temía ser blanco de la artillería de los enemigos. Detrás de la intrepidez que había mostrado en la guerra del Paraguay y en las luchas contra los caudillos del interior, se ocultaba un hombre cruel y un político ambicioso.
Sarmiento, con su afilada intuición supo que podía contar con él como aliado en su política en las provincias del noroeste y Cuyo, y apenas asumió la Presidencia inició un caudaloso epistolario de sumo interés para documentar aspectos de la conducción militar del sanjuanino, empeñado en modernizar el Ejército sin vacilar en utilizarlo, mediante hombres como Arredondo, en las combinaciones de una vida cívica complicada como la que le tocaba dirigir. En determinado momento hace su aparición en el escenario el joven coronel Roca, que intercambia correspondencia con el Presidente y con su superior Arredondo en un tono de confianza poco usual entre los hombres de aquel tiempo, como no fueran íntimos.
Arredondo se equivocó de bando, apoyó la revolución de septiembre de 1874, y tuvo que rendirse ante Roca, que había sido hecho, el mismo día del triunfo, general por Sarmiento “sobre el campo de batalla”. Logró huir para recibir el perdón años más tarde, involucrarse en las reyertas uruguayas y finalizar su carrera castrense en las tropas gubernistas durante las revoluciones cívico-radicales de 1890 y 1893.
Quesada obtuvo el archivo de Arredondo de su última poseedora y descendiente, María Inés Casado Sastre de Domínguez.
Un desconocido Sarmiento
Por Juan Isidro Quesada
Virtudes
258 páginas, $ 30.000