La necesidad de vivir para contarlo: un ensayo sobre el origen del héroe
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Las historias necesitan personajes. Héroes, villanos y todos esos secundarios que están en el medio. Pero, ¿qué es un héroe? Y siguiendo con las preguntas, ¿quién mejor para explicarlo que Lee Child, el inglés que empezó a escribir de grande, cuando se quedó sin trabajo, y vendió más de cien millones de ejemplares con las veinticinco novelas policiales de un único personaje, Jack Reacher, del que pueden decirse muchas cosas, entre ellas, que es un héroe de esta época? Así, El héroe es su primer libro de no ficción, un pequeño ensayo donde asocia ideas que lo llevan desde la era prehistórica hasta los best sellers de hoy para dar con el eureka.
“Alguien que sufre, alguien que resiste, alguien que sobrevive a un viaje largo y complicado a través de riesgos y peligros, y después de eso aparece con su honor y su identidad intactos”, resume Child, valiéndose del ideal decimonónico para lo heroico, cuando el clasicismo universitario consagró a Ulises, el personaje de Homero, como el paradigma definitivo del héroe (y el químico alemán Felix Hoffmann bautizó a su droga como heroína porque ofrece un viaje largo y complicado a través de riesgos y peligros…). En la etimología de la palabra, héroe viene del griego heros, que significa protector o defensor. Pero el origen del concepto es más lejano y se remonta al Neolítico, más de seis mil años atrás: en algún momento, las personas empezaron a hablar de cosas que no habían sucedido protagonizadas por gente que no existió. Fue el nacimiento de la narrativa, probablemente anterior a la música y el arte. Las parábolas tranquilizadoras y educativas llevaron entretenimiento y formación al público oyente (y siglos más tarde, lector) cada vez que repitieron la leyenda de la chica que salió de su cueva, se encontró con un tigre dientes de sable y lo mató de un solo golpe de hacha. Según Child, ese fue el primer thriller, hace 4900 mujeres.
Si el lenguaje convirtió a una raza débil (la nuestra) en la más poderosa del planeta, el tránsito de lo real a lo ficticio también fue crucial para la evolución: al principio era inevitable que se hablara solo de cosas ciertas. Pero un buen día empezaron los cuentos y todo se complicó. En El héroe, Child traza una parábola milenaria que emparenta al hombre de las cavernas con James Bond y su impulso vital (básicamente, que muera el enemigo) y la necesidad de vivir para contarlo: “Nuestro nombre oficial es Homo sapiens, pero están quienes dicen que debería ser pan narrans, el simio que cuenta historias”.
LISTAMANÍA
Cinco héroes de todos los tiempos, según Lee Child
- Héctor. Protagonista de La Ilíada, la obra más antigua de nuestra cultura, es un héroe clásico plagado de virtudes y sin lados oscuros.
- Ulises. En La odisea, Homero moldeó un paradigma del héroe que duró tres mil años: aquel que sobrevive a un peligro y vuelve para contarlo.
- Robin Hood. Un ejemplo temprano de héroe con dobleces morales: eternamente reversionado, no solo tiene virtudes sino también defectos.
- James Bond. La reencarnación del héroe clásico, como Teseo: un hombre de alto rango, pero aun así resistido, que lucha contra un enemigo grotesco.
- Jack Reacher. Según su propio autor, el protagonista de “una saga de detectives en la que el detective comete más homicidios de los que resuelve”.