6 propuestas para reciclar telas

Ya sea para recubrir un áspero almohadón de arpillera o para forrar un pequeño cojín decorativo, el género rayado siempre es un acierto. Mejor aun si, como en este caso, combinamos distintos tipos y anchos de línea, pero engamados.

Atención al detalle: darle a un género suave una terminación con pasamanería de flecos basta para convertirlo en alfombra y superponerla a las de fibras naturales para renovarlas, suavizarlas o hacerlas más frescas en verano.

Pensar que toda la vida nos empeñamos en ocultarlos… Con la belleza de lo clásico, el cotín original que enfundaba los colchones antiguos merece lucirse al natural.

En el perchero de salida, rayas para un chal, pareo o foulard combinado con un lindo bolso de mimbre, listos para transformarnos con su inconfundible espíritu playero en un día de sol cualquiera.

A veces los elementos cotidianos pueden desplegar su encanto con sólo descontextualizarlos: un simple trapo de piso se puede convertir en funda para almohadón. No encogen, resisten dignamente el desgaste y tienen una textura amigable.

Recortar una sola línea de un estampado y coserla sobre una tela lisa es un recurso sencillo y eficaz para crear un original juego. Acá, un hermoso lino usado como toalla, pero sirve también para fundas, o para tapizar una silla única.

Un individual, un repasador antiguo o cualquier rectángulo de tela puede adornar una ventana como pequeña cortina: basta pegarlo o sostenerlo con chinches arriba, un ruedo que esconda una varilla y dos cintas para enrollarlo. Voilà.

El género puede ser antiguo, la idea no tiene por qué serlo: por más clásico que sea el estampado floreado, se torna actual al combinarse con uno liviano en celeste y blanco.