Hace cincuenta años, nuestros redactores, sin los recursos tecnológicos de ahora, nos hacían ascender a la Luna con sus crónicas de prosa cuidada y con su infalible olfato periodístico. Siempre nos descubrían los ángulos más humanos de la noticia. En las siguientes páginas, hacemos un collage con la mejor información publicada en nuestras páginas, durante aquel verano de 1969, en el que dos hombres pisaron ese mar de la Tranquilidad de una Luna que dejó de ser inhóspita.
UN GRAN PASO PARA LA HUMANIDAD
"El astronauta norteamericano Neil Armstrong, tras un largo descenso por la escalera del módulo lunar, ponía su pie izquierdo sobre la superficie del satélite terrestre, con miedo al principio… Era el primer contacto con el suelo blanquecino de la Luna, la culminación de un sueño, y cuando los sueños se hacen reales, hay que probar una y otra vez hasta que se muestran auténticos. Esa era la sensación de Armstrong al pisar vacilante y cuidadoso en la costra lunar, cuando bajó del módulo Águila. Luego, muy despacio, se separaba de la escalera mecánica y su imagen recortada contra el horizonte de la Luna, y transmitida por televisión, aparecía en la pantalla del centro de control de Houston. Desde las cabinas, donde cientos de informadores de todo el mundo daban cuenta de la hazaña espacial, surgió un griterío de júbilo. Dos hombres, primero Armstrong y después Aldrin, se hallaban en contacto físico, por primera vez en la historia de la humanidad, sobre un cuerpo celeste distinto al que los vio nacer (…)".
LA LLAMADA DEL PRESIDENTE
"Los dos astronautas, tras instalar la cámara de televisión, en el lugar que Armstrong estimó más conveniente, saltaron con alegría, leyeron el texto de la placa que daba fe de su misión pacífica y, tras ello, a las cuatro horas y 45 minutos (hora España) izaban, sobre la Luna, la bandera de los Estados Unidos. (…) Inmediatamente, se estableció una comunicación telefónica del presidente estadounidense con los astronautas (…). Nixon calificó de histórica la llamada que acababa de realizar (pocas horas después, expresaría con humor el miedo de que le pasaran la factura de aquella conferencia telefónica)".
KENNEDY, ESPECTADOR DESDE EL CIELO
"Dos años y medio antes de morir, Kennedy dijo a sus familiares que, si hubiera muerto antes de que los norteamericanos llegasen a la Luna, él disfrutaría aquel espectáculo desde el cielo, sentado en una mecedora y con vista mejor que nadie. Así lo reveló Sargent Shriver, cuñado de John Kennedy y actualmente embajador de Francia –se leía en un recuadro de nuestra revista–. (…) Estos días, voló frecuentemente el recuerdo de las gentes al empeño de John Kennedy, cuando el 25 de mayo de 1961 dijo: ‘Creo que esta nación debería comprometerse a enviar, antes del final de este decenio, un hombre a la Luna y traerlo nuevamente vivo a la Tierra’". El sueño de Kennedy se cumplió.
TRES MUJERES EN VILO
¡Hola! no dejó escapar la perspectiva de las mujeres de los astronautas que aguardaban las noticias con doble angustia y triples miedos. "Cuando estas líneas salgan –se lee en nuestras páginas, ya algo amarillentas por el paso implacable del tiempo–, si no hubo contratiempo o contraorden, que bien pudiera producirse o haberse producido aun en pleno vuelo, la mayor hazaña espacial hasta ahora emprendida estará a punto de llegar a su punto culminante: el descenso de dos ‘hombres del planeta Tierra’ (como se lee en la placa de que son portadores los astronautas del Apolo XI) sobre la superficie lunar. Momento de gloria que compartirán, no sin temor, las esposas de los tres héroes del espacio".
Las tres mujeres eran Joan Aldrin, Jan Armstrong y Pat Collins. "Cuando la muerte y el riesgo amenazan a sus esposos, estas mujeres, al igual que las consortes de otros astronautas, se unen formando comunidad en que el poderoso elemento de cohesión es el miedo. Para confortarse mutuamente se dirigen de manera instintiva la una a la otra".
"EL VIAJE MÁS AUDAZ DE TODOS LOS TIEMPOS"
En su edición 1301, nuestra publicación también informó puntualmente a sus lectores del fin del "viaje más audaz de todos los tiempos". "Al mismo tiempo, en el portaaviones Hornet, que navegaba por la zona de caída del vehículo espacial Apolo XI, se efectuaban los preparativos finales para recibir al presidente Nixon, quien estaba a bordo del portaaviones unas dos horas antes de la llegada de Armstrong, Aldrin y Collins escrutando cielo y mar con unos potentes gemelos desde el puente de mando del referido navío. Sería el primer presidente de los Estados Unidos que contemplara la caída y el rescate de una cabina espacial. La Apolo XI cayó a unas nueve millas náuticas del portaaviones, a las 17:57 (hora española). Nixon contempló todas las maniobras de amaraje, así como la brevísima aparición de los astronautas en el trayecto de la cubierta del Hornet que mediaba entre el helicóptero que acababa de recogerles en el Pacífico y la cabina aislada en que permanecerían unas tres semanas sometidos a cuidadoso examen".
LA CUARENTENA
"Hacia las 8 del 24 de julio, el presidente Nixon habló con los tres astronautas, Armstrong, Collins y Aldrin, a quienes se pudo ver a través de la ventanilla de su cámara esterilizada. El Presidente dialogó con ellos y les felicitó, además de transmitirles el saludo cariñoso y la bienvenida de sus familias y, con él, de todo el pueblo americano, y ‘del mundo también’, dijo".
"Esta semana –decía Nixon– fue la más grande de la historia e hizo que nuestro mundo sea mayor. Los tres protagonistas de la gran hazaña espacial se mostraban visiblemente emocionados y aún lo parecieron más cuando el capellán del barco rezó una plegaria en acción de gracias al Señor por el éxito del Apolo XI. De nuevo, se oyeron las notas del himno norteamericano y los astronautas desaparecieron en el interior de su cabina".
EL HOMENAJE DE AMÉRICA A LOS CONQUISTADORES DE LA LUNA
"El 16 de agosto, casi todos los ciudadanos de Houston se volcaron en las calles para dar la bienvenida oficial de la ciudad y de Texas a los astronautas de la misión Apolo XI. El programa de recepción –que alguien calificó de extravagante– fue encomendado al productor de cine David Merrick, participando unas 40 mil personas en las ceremonias. Armstrong, Collins y Aldrin fueron declarados hijos adoptivos de dicha ciudad texana, donde funciona el Centro Espacial de Vuelos tripulados y Centro de Control de Comunicaciones de los Viajes Apolo. Los 31 astronautas residentes en aquella ciudad –a los que ahora se agregan 7 más– formaron una hilera a lo largo de la calle principal acompañados de sus esposas e hijos y aplaudieron entusiásticamente a sus colegas".
"A este homenaje en Texas se unió el de la ciudad de Nueva York, que fue motivo de una nueva tapa por la espectacularidad de los homenajes. Armstrong, Aldrin y Collins fueron recibidos por una lluvia de confeti".
ALDRIN: "COMO CANGUROS"
Durante los homenajes, Aldrin explicó cómo había sido ese paseo por la superficie de la Luna: "Nuestra movilidad sobre la superficie de la Luna fue mucho mejor de lo que nos habían anticipado los experimentos en la Tierra. El mejor modo de caminar allí era dar saltitos, poniendo un pie delante del otro. También nos servían los saltos similares a los del canguro. Y nos dimos cuenta de que a uno o dos pasos sobre la Tierra correspondían dos o tres sobre la superficie lunar".
Es, sin duda, una delicia leer aquellas crónicas en las que el buen hacer periodístico se entremezclaba con una mirada profundamente amable de la Humanidad. La misma "espuma de la vida" que nuestro fundador, don Eduardo Sánchez, inculcó a todos cuantos tecleaban sin descanso en su redacción.