
ALBERTO KOHAN TODO GRACIAS A MENEM
Si hubiera un aparato para medir verticalistas, en su caso la aguja saltaría. Rebelde en su juventud -tiró piedras durante el Cordobazo-, este geólogo encontró hace 25 años al actual presidente y nunca se separó de él. Fue pagado con la misma moneda: Menem lo respaldó siempre, aun cuando sobre su secretario general cayeron acusaciones terribles
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Alberto Kohan (de 53 años, casado, 4 hijos entre 23 y 15 años: María Carolina, estudiante de cine; Pablo Julio, estudiante de ingeniería; María Valentina, estudiante de Bellas Artes, y María Agustina, en el secundario) conoció a Menem hace 25 años en La Rioja, por su profesión de geólogo, buscando agua en napas subterráneas en el desierto, y desde entonces armó su militancia e intereses políticos en torno del entonces gobernador y hoy presidente de la Nación.
A partir de 1989, nunca estuvo alejado de las estructuras de poder del menemismo. Fue designado secretario general de la Presidencia, cargo que todavía retiene, con sólo un interregno, cuando reemplazó a Eduardo Bauzá en Salud y Acción Social. Además de leal menemista en estado puro, se lo conoce como conspicuo argumentador y justificador de cualquier acción que el Gobierno emprenda y como el máximo operador político del Presidente.
-Si hiciera foco sobre la Argentina de hoy y apretara el botón de la cámara, ¿cómo sería la fotografía?
-Tomar la fotografía de un país es como hacerlo con una persona. No sólo hay que tomarla en un momento, sino hacer seguimientos. Entonces, la fotografía que veo es buena. No todo lo buena que quisiera, pero con mucha mejor luz de la que teníamos hace diez años.
-¿No hay ningún rincón de la foto que lo disguste, ningún pedacito que lo alarme?
-Más que alarmarme, hay partes que me duelen.
-¿Qué le duele?
-Me duele que todavía haya sectores que necesitan que esta transformación les llegue. Sectores que aguardan una mejor distribución de la riqueza, gente que reclama por justicia o por seguridad. Pero todas estas cosas se pueden reclamar ahora porque hemos sentado las bases de un país. ¿De qué riqueza íbamos a hablar, si no había nada para repartir? Cuando me recibí, en 1973, pensaba en irme del país. Después realmente tuve que irme y hoy puedo decir que tengo algo. A veces nos cuesta aceptar que hemos cambiado el concepto que tenía la Argentina en el mundo. Si el presidente de los Estados Unidos, Bill Gates o el presidente de Francia nos ven como ejemplo en el mundo, debe ser por algo. No resolvimos todos nuestros problemas. El mundo tampoco. Pero la Argentina cambió.
-¿Cómo calificar ese cambio, hoy, que algunas estadísticas sostienen que los ricos más ricos de la Argentina ganan 25 veces lo que los pobres más pobres?
-Posiblemente sí, pero le diría que cuando llegamos al gobierno en 1989 había un 38% de índice de pobreza y hoy estamos en un 16% o menos. Entonces le diría que a mí me preocupa ese 16%, pero mucho más me alegra haber bajado 22 puntos el índice de pobreza.
-Kohan, usted no puede negar que vivimos en un país de gente cada vez más empobrecida y gente cercana al poder cada vez más enriquecida.
-El informe de marzo de las Naciones Unidas, publicado en su revista El Correo, habla del nuestro como uno de los países con mayor desarrollo humano. Ahora, si tampoco creemos en las Naciones Unidas...
-Decía antes que se tuvo que ir de la Argentina. ¿Cuándo fue eso?
-Después del golpe de 1976. Pasé un año en Bolivia y Venezuela, trabajando.
-¿Se alejó pagando alguna rebeldía juvenil? En su biografía aparece que participó del Cordobazo, que le tiró piedras a la policía. Como futuro geólogo, ¿a quién sentía que le tiraba esas piedras?
-A la injusticia, a la represión...
-¿Usted quería cambiar el mundo?
-Todavía hoy quiero cambiarlo, que mejore. No vivo en una campana. Y si pudiera elegir una parte de la Argentina que quisiera que cambie hoy mismo elegiría que hubiera mejores condiciones de empleo. La principal condición de la dignidad es trabajar. Lo que se ha hecho en estos años es crear las bases para...
-Pero lo que ocurrió en estos años es que creció el desempleo...
-¿Usted sabía que en 1995 había un 19% de desempleo? Hoy hay un 12,7%, que nos pone en el nivel de Italia o algo menos que el de Alemania.
-En Alemania no sé, pero en Italia no hay los problemas que observamos aquí.
-Mire, no es fácil. Vivimos una época en que todo quita trabajo. El telepeaje eliminó mano de obra, la informática quita puestos de trabajo, lo mismo que los robots en la industria automotriz.
-Usted es geólogo. Suponga que un científico se volvió loco y asegura que debajo de la Casa Rosada hay un fabuloso yacimiento de oro y el geólogo que debe ponerse al frente de la búsqueda es usted. Pero hay un problemita: hay que tirar abajo la casa. ¿Qué decisión toma?
-Yo creo que si sirviera para que la gente viva mejor, iría para adelante. ¿Usted sabe que la privatización más grande que se hizo en la Argentina, que es la del petróleo, es de la que menos se habló? Desde tiempos inmemoriales se hablaba de las reservas petroleras, se decía que lo que había debajo de la tierra era soberanía, que en el subsuelo estaban los recursos futuros del país. Yo nací y me crié en una destilería de YPF en San Lorenzo, porque mi padre era funcionario. Y mientras cuidábamos esos recursos a futuro la gente pasaba necesidades. Entonces, si hay cosas posibles para hacerle mejor la vida a la gente, ¿por qué no?
-O sea, aceptaría tirarla abajo.
-Yo no voy a tirar nada abajo. Eso lo dice usted. Porque mañana el titular va a ser Kohan quiere tirar abajo la Rosada. Pero si esto mejorara de modo importante la vida de los argentinos, entonces habría que ver.
-Esto se parece un poco a la frase suya cuando consintió las inversiones en el país del cuestionado Gaith Pharaon. Usted en esa ocasión dijo que si bien le interesaba estudiar un poco el origen del dinero, más le interesaba el destino que se le pudiera dar a esa inversión y lo que pudiera generar en materia de trabajo.
-Por supuesto. Investigar sí, para asegurarse que ahí no haya un origen delictivo. Pero lo más importante es que los capitales que ingresen tienen que dedicarse a generar bienestar.
-¿Cómo lo conoció a Menem?
-Fue en una reunión de técnicos. Se hablaba de obtener agua en un lugar desértico de La Rioja y el único que se animó a decir que de allí se podía sacar agua fui yo. Los demás técnicos se me rieron en la cara, pero al que convocó Menem fue a mí. Y conseguí agua. Y así estuvimos en contacto hasta que llega la dictadura y él va preso. Lo retomamos en 1981 cuando es puesto en libertad.
-¿Cómo lo pasó durante la dictadura?
-Si lo que quiere saber es si me metieron preso, le digo que no. Pero no volví a La Rioja porque tenía problemas con el gobierno militar. Trabajé por todo el país y a partir de 1978, en Córdoba, milité en una agrupación interdisciplinaria justicialista.
-Si tuviese que ser sincero, ¿en ese momento qué fue a buscar a La Rioja? ¿Las aguas subterráneas o a Menem?
-Uno va buscando un destino. Eso, muchas veces lo discuto con los chicos que se reciben y que dicen que en las grandes ciudades no hay trabajo. Yo me recibí y no me quedé en Córdoba. Me fui a La Rioja en un momento duro. Recién casado, vivíamos con mi mujer en una pensión. Lo que le quiero decir es que nunca busqué la comodidad. Con respecto a qué buscaba, no lo sé. Pero la verdad es que encontré a Menem y agradezco eso.
-¿De qué habla con el Presidente cuando juegan al golf?
-A veces de muchas cosas y a veces de nada. Para sentirse bien no hay que estar hablando permanentemente.
-¿Quién gana en general?
(Se ríe) -Bueno... realmente... le diría... La mayoría de las veces el presidente juega con su profesor. Y, ojo, que el presidente juega bien.
-¿Y usted?
-Yo juego bastante bien, pero no es fácil ganarle.
-¿Porque no se puede?
-Sí, se puede. Yo nunca jugué a nada para perder.
-Es que tanto se habla de sícarlismo. Usted ha sido compañero de tenis, a lo mejor eso se extiende al golf...
-El tenis es muy distinto. En el golf, la diferencia la hace el handicap. Mi handicap es 18. También nos gusta la caza, vamos muy seguido a pescar juntos. Y el fútbol, pero los equipos nos separan. Ahí tiene un caso de nocarlismo.
-¿Cómo le cae a Menem que alguien le diga que está equivocado?
-Si hay razones, solamente a un necio le podría caer mal. Y ni Menem ni yo somos necios.
-¿Qué es lo que más le dice a Menem? ¿Sí Carlos, puede ser, yo te lo arreglo o lo voy a pensar?
-Depende de lo que sea. Si él me encarga algo le diré: Sí, Presidente. Y si hay algo para pensar le diré: lo pensaré. Yo cumplo funciones, soy funcionario de Menem. Al único que la gente eligió es a Menem y él eligió a sus colaboradores; entre otros, a mí.
-Usted se acaba de admitir como funcionario. ¿Le molesta que digan que es un operador?
-No sé qué es ser operador político. Me imagino que es la persona que queda a cargo de ciertas operaciones. ¿Qué puede ser una operación política? Un contacto, una relación, una entrevista, un armado de algo. Se le podrá dar el nombre que quiera, lo importante es el resultado.
-Si usted fuera presidente ¿a quién elegiría como su Kohan?
-Realmente nunca me planteé ser presidente. Pero, evidentemente, la Secretaría General es un cargo que exige a alguien de confianza y con responsabilidad. Alfonsín tenía a Becerra, un hombre de confianza, y eficiente. Lamentablemente no le podría dar nombres, sería injusto con algunos.
-Con la lealtad que le demostró al Presidente, ¿no le da un poco de bronca, o de frustración, o lo que sea, que Menem no lo haya incluido entre los presidenciables?
-No. Porque yo confío totalmente en la intuición política del presidente. Si hay algo que sabe, es de política.
-¿Realmente no le gustaría ser presidente?
-Le estoy agradecido a la vida, al justicialismo y a Menem. Me basta con haber acompañado a un presidente histórico.
-¿Y gobernador de Santa Fe, ya que nació allá?
-Puede ser... No descarto nada. También quiero descansar un poco, llevo diez años y medio...
-¿Qué supone que le va a pasar a Menem cuando deje su cargo?
-Será presidente del Partido Justicialista y va a seguir actuando e influyendo en la política nacional e internacional. Menem es un hombre de consulta y respetado en el mundo. Va a ser un hombre de actividad permanente. Mi intuición es que se va a quedar en la Argentina.
-Y usted, ¿qué va a hacer a partir de diciembre de 1999?
-Tengo ofertas muy interesantes de algunas empresas para ir a la actividad privada. También quisiera un tiempo para ir a cazar y a pescar, y para seguir acompañándolo a Menem.
-¿No se le ocurrirá aceptar un trabajo en IBM?
-¿Por qué no?
-Bueno, por todo lo que se dijo, sus vinculaciones...
-En todo caso, que no lo acepte Cavallo. El a lo mejor tiene problemas. Ya se sabrá la verdad... Ya se está sabiendo.
-Para después de 1999, ¿no piensa en escribir un libro? Eso es clásico en los políticos en retiro.
-Quizá sí. Ya hice uno. Se titulaba Me llamo Alberto Kohan y fue un best séller. Llegamos a tres o cuatro...
-¿Ejemplares?
-No, ediciones.
-Si el próximo gobierno también es peronista y le propone trabajar en política, ¿no lo haría?
-En política voy a seguir. Ahora, si la propuesta es trabajar en el gobierno, lo pensaría. Hoy digo que quiero seguir cercano a Menem.
-¿Con quién se lleva bien del gabinete y con quién se lleva pésimo?
-Pésimo, con nadie.
-¿Regular?
-Hablo con todos, con algunos más y con algunos menos. Tengo amigos de mucho tiempo, otros que he ido conociendo. En el gabinete soy un miembro más y no estoy ahí para llevarme bien o mal con nadie.
-Pero trascienden enemistades, enfrentamientos, hasta odios...
-Jamás los he hecho trascender yo. No sé si alguien está enemistado conmigo. Yo no me siento enemistado con nadie.
-Una tarea en la que seguramente ya piensa es empezar a atajar las acusaciones por corrupción. ¿Hubo corrupción en este gobierno?
-Creo que ha habido corruptos, pero no corrupción. Por eso hubo denuncias y hay juicios en marcha. Mucha más corrupción había en la época en que convenía más ser funcionario de una empresa del Estado que de una privada. Fueron más las denuncias sin pruebas que la realidad. Acá, en la Argentina, resulta muy barato denunciar y todavía no existe un adecuado sistema de castigos para aquellos que denuncian sin pruebas.
-Muchas veces hay más premios que castigos para los que delinquieron.
-Si cualquiera presenta pruebas ante la Justicia, esas pruebas serán válidas. Si tantas veces se habla sin pruebas es porque esas pruebas no existen. Aquí, el que es corrupto paga. Hay gente presa.
-En estos diez años con Menem, ¿podría ubicar lo que a su juicio fue el momento más grave para el gobierno?
-En enero de 1990 hubo tres estallidos hiperinflacionarios en una semana; en diciembre de ese mismo año hubo un intento fallido de golpe de Estado. Tuvimos un ministro de Economía que se murió (Angel Roig). Pero lo importante no son los momentos graves, sino cómo uno los resuelve.
-¿Y la muerte de Yabrán?
-Ese no fue un tema del gobierno, sino un tema de gran discusión pública.
-¿Y su momento más delicado como secretario general?
-Mi vinculación con el gobierno es muy directa, así que cualquier momento difícil del gobierno o del país fueron momentos difíciles para mí. Al principio dormíamos muy poco, porque había temas serios todos los días.
-Ahora duermen mucho...
-Tranquilos, porque el país se estabilizó.
-Cuando saltó lo de IBM y se lo vinculó, ¿igual durmió tranquilo?
-Siempre. Probablemente hayan perdido el sueño los que mintieron. Y a ésos les inicié causas.
-¿Por qué a algunos cercanos al Presidente, como usted, se les ocurrió embarcar a todo el país en una idea a contramano hasta de la Constitución, el tercer mandato de Menem?
-Me puse a estudiar la Constitución y hay un artículo que afirma que los intérpretes de la Constitución son los jueces. Y también la Constitución dice que todo ciudadano tiene derecho a peticionar ante la Justicia. Entonces no entiendo por qué se les va a impedir a los que creen en la posibilidad del tercer mandato peticionar ante la Justicia. Fíjese el caso del juez de Córdoba: cuando falla, un grupo de diputados opositores le entabla un pedido de juicio político. ¿Qué clase de justicia podemos llegar a tener si cualquier fallo de un juez puede originar un pedido de juicio político?
-De sus cuatro hijos, ¿alguno está interesado en la política?
-Les interesa lo que pasa, pero no actúan en política. Se informan, pero no militan.
-¿Se bancan el apellido allí donde vayan?
-No ha sido fácil para ellos. Si hay algo con lo que creo estar en deuda con ellos es por lo mucho que han tenido que pasar por ser mis hijos.
Kohan negro
Desde bastante antes que Menem ganara las elecciones de 1989, a Kohan lo llamaban "canciller en las sombras". Ya como funcionario se lo señaló como responsable de los contactos para las inversiones petroleras de los hijos del ex presidente norteamericano George Bush, el arribo de la secta Moon a la Argentina y la llegada del magnate árabe Gaith Pharaon, en ese momento investigado en los Estados Unidos por lavado de narcodólares.
En su libro El peso de la verdad, el ex ministro Domingo Cavallo acusa a Kohan de haber negociado (junto con Mario Rotundo) el dinero que el líder libio Muhammar Khadafy aportó para la campaña Menem 89. También sostiene que Kohan poseía información sustancial sobre el caso de venta ilegal de armamentos y que está vinculado con el escandaloso sobreprecio de unos contratos por instalación informática entre IBM y varias entidades oficiales, como el Banco Nación.
Uno de los procesados, Juan Carlos Cattáneo, fue alto funcionario de la secretaría general. Otro, Marcelo Cattáneo, hermano del anterior, apareció ahorcado el año último. Recientemente, la oposición lo señaló, junto a Eduardo Bauzá y a Andrés Antonietti, como el gestor del asilo obtenido por el paraguayo Lino Oviedo.
¿Qué le pasa en enero?
Revisando en los archivos sus dichos y antecedentes, se verifica un dato curioso. Algunas de sus frases que ganaron los títulos más encumbrados en diarios y revistas fueron pronunciadas en algún enero de estos años. Las del último enero caliente son multitud, pero lo que va a continuación es una selección.
1993: "En política no hay más fanático que el converso, y yo no soy converso. Soy un creyente del justicialismo y de Menem".
1994: "Hay tres cosas en que cada vez creo menos: las cartas de Napoleón, las cintas grabadas de Perón y lo que dicen que Menem dijo".
1996: "Menem se merece el Premio Nobel de la Paz".
1998: "Menem está proscripto".
1999: "Yo nunca hablo de la re-reelección".
Pasos perdidos
El despacho en donde atiende el secretario general, pegadito al del Presidente, en la planta baja de la Casa Rosada, abunda en objetos alusivos a la iconografía boquense. La pantalla de la computadora titila en azul y oro, y también hay muñecos, cornetas, el libro de Boca y otros souvenirs que identifican las preferencias futbolísticas de Kohan. También son numerosas las fotografías, empezando por la típica toma oficial del presidente de la Nación con banda y bastón. Kohan está en varias, una al lado de un venado abatido tras una sesión de caza, uno de sus deportes predilectos, y otra con Menem en bicicleta, tal vez para dar a entender que todo marcha sobre ruedas, saludando a presidentes extranjeros como Clinton, Chirac y Aznar, dialogando con Roque Fernández. En una repisa hay tres cuchillos antiguos, una Ferrari en miniatura y dos camisetas de fútbol, una de Peñarol, de Montevideo, y otra de Gimnasia de La Plata. Y por supuesto, en el escritorio y en la mesa para ocho personas, papeles, carpetas y revistas.
Debajo del vidrio de una mesa ratona, un chiste de Rudy y Paz, y enmarcado en una pared el siguiente poema, dedicado y autografiado por su autor, Carlos Pedro Blaquier en julio de 1989: "La enfermedad, según dicen/ o se cura o es mortal./ No es un principio absoluto/ pero vale en general./ La enfermedad del boludo/ constituye una excepción/ porque nunca mató a nadie/ ni ha tenido curación./ Por eso hay tantos boludos/ dando vueltas por el medio/ a los que hay que tener lejos/ porque no tienen remedio".





