Allá, por el año 2001, David militaba en un partido de centro izquierda y estaba tras la búsqueda de fiscales. Ese día llovía intensamente y decidió dirigirse a la casa de una antigua conocida para pedirle ayuda. Llegó con su bicicleta, mojado y embarrado, ingresó al hogar un tanto ansioso, y fue entonces que la vio. Se trataba de una joven cautivante, todo en ella le resultaba atractivo: su mirada, sus movimientos y su risa.
"Nos llevamos bien desde el primer momento que nos vimos", asegura David profundamente emocionado, "Recuerdo que no tenía dinero y quería fumar, ella me compró un atado de diez".
Para David, los días transcurrieron diferentes, como mágicos, de a poco se aceraron y de pronto se volvieron inseparables. "Nos costaba despedirnos. Ella tenía un vivero en su casa, y ahí tomábamos mate por horas".
Ojos verdes
El joven aprendió a amar a las plantas y fue allí, rodeados por el verde, que se besaron por primera vez acompañados por melodías de amor. En ese instante se abrazaron con pasión y él sintió que el único lugar donde deseaba estar en el mundo era junto a ella, para siempre. "Fueron días intensos, colmados de muchas emociones, muy fuertes", rememora, "Ella me cantaba. Había un bolero en especial, Espérame en el cielo, que me conmovía profundamente".
David trabajaba de albañil y salía cansado de la obra, pero aun así iba a verla todos los días, su energía se renovaba a su lado y todos los problemas de la vida parecían esfumarse. Los meses fueron pasando y, tal como sucede cuando hay amor, comenzaron a proyectar juntos, a soñar de a dos. Entonces, a veces, ella lo miraba con sus ojos verdes llenos de lágrimas y le decía: "¿Dónde estuviste todos estos años? Siempre te esperé". Y ahí, en esos instantes, él vislumbraba que había algo que ella le ocultaba.
"Ya nos conocíamos demasiado y pude presentirlo. Algo no estaba bien", cuenta él, "Hasta que llegó aquel día en que me lo dijo directamente: tengo cáncer de mama y no me queda mucho tiempo de vida".
La negación
David quiso negarlo y no quería escuchar. No imaginaba una vida sin ella y fantaseaba que, si evitaba el tema, aquella revelación se esfumaría hasta dejar de existir. "Nos sentíamos demasiado felices juntos, demasiado bien, y no deseaba aceptarlo. ¿Cómo imaginar perder nuestra compañía, nuestras charlas, y esa capacidad que había logrado de poder abrir mi alma? Alguna vez creí que nunca iba a conocer el amor verdadero".
Sin embargo, había una realidad y era innegable. En pocos meses, David pudo observar el rápido deterioro que anunciaba un final irreversible. Y fue cuando comenzó con una imparable metástasis, que ella no quiso que la vea más. "Sabía que sufriría mucho, pero no me dejó acercarme", revela por lo bajo, "Respeté su decisión".
Espérame en el cielo
Se fue el 1 de septiembre del 2002, y para David algo de él había partido con ella. Con el paso de los años formó otra pareja con quien tuvo una hija, pero la relación no funcionó.
"Porque aunque nuestro tiempo terrenal no fue extenso, tengo el registro más profundo de aquel amor inigualable. Nunca más sentí lo mismo. Es imposible no recordarla siempre con una lágrima. La puedo ver allí, cuando me cantó `El pinar´. Recuerdo nuestros besos, el mate, las charlas y sentir lo mismo, los dos queríamos ser felices y vivir juntos para siempre. La amé demasiado como para olvidarla".
"Toco algunos instrumentos y ella, poco tiempo antes de nuestra despedida, me había pedido la melodía de Cinema Paradise y no pude concretar su deseo. Fui al cementerio una semana después de su partida, me senté en la tierra, saqué mi flauta, y toqué esa melodía. Ahora siempre la entono, es mi mejor manera de recordarla...".
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