Animal Flow, el curioso entrenamiento elegido por Paula Robles que imita los movimientos de distintas especies

Bailarina y performer, Paula Robles estaba en la búsqueda de un entrenamiento integral, necesario para artistas escénicos como ella. Apuntaba a reunir en una rutina el trabajo de la fuerza y de la potencia física cuando, hace seis meses, llegó a una de las clases de Animal Flow que dicta Pablo Sánchez Caballero (@pablosanchezcaballero), instructor de la disciplina. “Ella es una persona divina, super trabajadora y lo deja todo en cada sesión”, describió a LA NACIÓN el profesional.

Chimpancé, cangrejo y bestia son los animales cuyos movimientos se intenta imitar en las sesiones. Como Paula que es bailarina, también otros profesionales del movimiento, como rugbiers, futbolistas, surfers, runners y quienes practican pilates, yoga o remo, se sienten atraídos por el dominio del cuerpo que aporta la disciplina. “Los surfistas son un claro ejemplo. Buscan practicar el equilibrio y en Animal Flow lo encuentran. En general, las disciplinas físicas que practican los asistentes a las clases se ven optimizadas y mejoradas”, aseguró Sánchez Caballero. Basado en la locomoción animal, el método fue creado por Mike Fitch, un educador físico especializado en entrenamiento de peso corporal y en prácticas basadas en habilidades y movimiento fluido, en 2010. Se trata de una franquicia que cuenta con instructores oficiales especialmente capacitados en la técnica.

La fuerza, la flexibilidad y el equilibrio son los tres objetivos específicos de la clase que consigue un incremento de la comunicación neuromuscular y un aumento de la flexibilidad, la movilidad, la estabilidad, la resistencia, la potencia, la coordinación y las habilidades físicas. Programa de acondicionamiento físico, la propuesta de Animal Flow produce un movimiento funcional y multiplanar. “El entrenamiento multiplano utiliza todo el cuerpo para moverse o para estabilizarse, en lugar de trabajar un músculo aislado. Esto permite un ejercicio equilibrado, disminuyendo el riesgo de lesiones”, aseguró a este medio Sánchez Caballero.

Aptas para todo público, las clases pueden ser realizadas por todas las personas, sin limitación alguna, dado que cada uno puede seguir su propio ritmo, según los tiempos de su cuerpo. Además, cuentan con un instructor que está capacitado para adaptar el programa a la condición física personal de cada uno. Personal, curioso y dinámico, el entrenamiento “es una buena alternativa para mejorar la funcionalidad del animal humano, ya que ayuda a estar más conectado con el propio cuerpo y porque se gana en comunicación neuromuscular al buscar que los hombros se comuniquen con las caderas a través de la columna y de las extremidades”, destacó Sánchez Caballero. ¿El resultado? Una mayor eficiencia en el funcionamiento del cuerpo tanto para el trabajo como para el deporte y la vida cotidiana.

En acción

En una hora de clase, en estudio o al aire libre, al comienzo se activa el tono muscular y las articulaciones para que estén listos para realizar los más variados movimientos. Una vez puesto en marcha el cuerpo, se replican los desplazamientos animales para concluir con el flow, momento de la clase en el que los movimientos fluidos son lo más parecido a una danza animal. La clase concluye con una meditación.

Según el entrenador consultado, la práctica previene y mejora las lesiones físicas, y estimula y afina la conciencia con el propio cuerpo. Al movilizar varios grupos musculares al mismo tiempo, resulta una actividad completa dado que activa y usa todas las cadenas musculares, las articulaciones y la mente. “A medida que se abre el espacio de práctica, se irá adquiriendo consciencia, confianza y agilidad en los movimientos animales”, concluyó el entrenador. Sánchez Caballero sugiere la complementación de Animal Flow con meditación.