Apostar a vivir
A los 33 años dice que después de haber vivido el peor dolor hoy se juega por la vida y el presente. Admite haber aprendido de los errores.
SANTIAGO, Chile
No termina encontrándole sentido a esa fobia que padece Juana Viale con el asunto de las etiquetas, el encasillamiento y la condena. Lo dice claramente, detesta eso. Y la prueba de lo malicioso que resulta ese mecanismo generalizado e injusto se traduce en el cierto resquemor con el que se llega a su encuentro.
Si bien la movida de cruzar la Cordillera para lograr una charla tuvo sus vueltas, la realidad, en un segundo y medio, superó la fábula. Juana, la difícil, se vistió y desvistió veinte veces sin decir mu y almorzó parada, unas papas fritas bastón con ketchup. Mientras, hacía equilibrio sobre unos tacazos, en una cornisa vidriada desde la que se veía, imponente, todo Santiago.
Hay que esperarla, hay que seguirla, hay que escucharla. La chica fuerte y rebelde tal vez no sea tan así. Pasado un rato, en realidad varias horas, ya con un pisco en mano a modo de festejo, finalizada la obra que protagoniza en el Teatro Mori, Juana relaja y se enciende. Está feliz de hacer La sangre de los árboles, del dramaturgo Luis Barrales, una obra intensísima y dolorosa, que experimenta junto a su gran amiga, la actriz Victoria Césperes.
¿Cómo salir de semejante clima dramático y animarse al brindis, así, de un plumazo?
Cambio el chip enseguida. Termina la obra, me sacudo el talco que quedó en el pelo, me pongo mi ropa y ya está. Hoy es especial, pero generalmente corro a ver a mis hijos. Se acaba el conflicto de la bióloga y comienzan a preocuparme otros temas, como chequear si Alí ya está bañado.
Pero hace minutos estabas en un lecho de muerte, en una escena que costaba mirar con los ojos bien abiertos.
¡Jaja! Es así. Me acostumbré. Es una obra muy fuerte que ensayamos mucho. Me costó un montón de tiempo ser Leonor. Cuando estoy en el escenario soy ella, le pertenezco. Pero termina y, luego de un gran suspiro, charlo con el director a ver cómo salió la función. No sé, es como un traje que te sacás. Resulta automático.
Estás viviendo en Chile y ya se asoma el acento. ¿Cómo es un día típico? ¿Qué te hace tan feliz acá?
Mis hijos más chicos hablan como chilenos. El padre, Gonzalo [Valenzuela], con quien me llevo increíble, vive a quince cuadras. Como en este momento no tengo auto y adoro caminar, cuando mis hijos duermen allá voy caminando a buscarlos. Esto es a las 7 de la mañana. Salgo de noche, con suéter de lana, gorro y la compañía de Tota, mi perra. Cuando llego agarro el auto de Gon y los llevo al colegio. Después se lo devuelvo y regreso caminando otra vez. Mi casa es antigua, muy linda, de los años cincuenta. Disfruto quedándome a la mañana, organizando cosas domésticas. Adoro cocinar.
Se sabe de tu tarta de cebolla, perfectamente francesa. ¿Herencia de tu abuelo?
No, la aprendí con receta. Yo amo cocinar y, aunque desde hace un año soy vegetariana, me encanta preparar carnes, pescados y mariscos para mis hijos, amigos. Yo a Francia fui de más de grande. Cuando viajaba toda la familia para allá yo elegía irme a Bariloche con una señora y otros niños. Era increíble. Siempre me gustó la naturaleza, la vida al aire libre. Camino sin parar desde siempre. He recorrido ciudades enteras a pie. Nada me gusta más.
Tal vez un psicólogo diría que estás en constante búsqueda. La realidad es que, a simple vista, y mucho más viendo la obra que elegiste, se nota que no te atraen los caminos obvios.
Con respecto a los psicólogos, ¡dicen tantas cosas! Me he analizado y tal vez una de las conclusiones, lo que me más quedó, es que la vida es un gran aprendizaje. No hay mejor escuela. A mí no me da miedo hacer las cosas mal. No entiendo la gente que no sale de su esquema. Aquellos que se la pasan estudiando y después no intentan nada, que no saltan una vereda. O aquellas mujeres que segmentan su vida, que dicen ahora soy madre, ahora soy profesional, ahora tal cosa. Yo siempre aposté a vivir, a ser auténtica.
¿Luchás con grandes miedos?
No. Después de haber besado la muerte, comprendo que ella es parte de la vida. Viví el peor dolor. A mí se me murió un hijo. Es algo desgarrador, incomprensible. Pero no te queda otra que seguir viviendo. Cuando algo no se puede modificar, hay que buscar la vuelta para seguir mirando hacia delante y valorar todo el doble.
¿La fortaleza es herencia? Son una familia de mujeres poderosas.
No sé. A mí me dieron muchas herramientas: libertad, diálogo. Hay muchas cosas de mi familia con las que estoy de acuerdo y otras que no. Pero hay que dar la oportunidad de entender. Nunca hay que condenar. Existen un montón de situaciones que los padres no pueden manejar. A todos nos va a pasar.
A los 33 años, ¿molesta que te sigan señalando como rebelde?
No, simplemente porque no me importa lo que dicen de mí los que no me conocen.
¿Ir de negro a una fiesta con dress code blanco puede considerarse rebeldía, travesura…?
No son travesuras, yo soy así. No es planeado. A lo mejor llama la atención porque es algo público, pero en el momento hago lo que quiero. No me divierte que me digan cómo debo vestirme o qué debo comer. Esa cosa de ir en masa o comportarme obligada de tal manera no me va.
Pero sos consciente que esos pequeños detalles son los responsables de las etiquetas que vos detestás.
Tal vez. La verdad es que cometí un montón de errores y ya sé lo que no quiero hacer más. Pero lo otro son pavadas. En mi círculo íntimo me conocen y nos divertimos un montón. La verdad es que conservo cierta inocencia, la capacidad de asombro y soy muy lúdica.
¿Alguna vez hiciste el ejercicio de mirarte desde afuera en son de comedia? La Juana que imaginan y la Juana real.
Hace un tiempo largo íbamos en el auto con mi amiga Victoria, la uruguaya como la llamo yo, mi actual compañera de obra. Estábamos en un camino de montaña lleno de pozos, en medio de la nada. Yo lloraba desolada. De pronto, después de mucha lágrima, nos miramos… Y brotó una risa que no puedo explicar. Llorábamos pero de risa, las dos. Era lo que Almodóvar dejó en el tintero. Yo me río mucho de mí misma.
Está muy bien lo del humor porque ahora, en Bailando por un sueño, algunos intentarán llevarte a los caminos de la ira.
Sí, supongo que en algún momento van a querer cizañar, pero yo no me engancho. Ya no me enojo mucho. Bueno, por lo menos eso creo. También me comentaron que debatían el motivo por el cual yo acepté la propuesta. Y digo comentaron porque no tengo televisión en casa. Lo cierto es que venían proponiéndome estar en el certamen hace tiempo. Amo bailar, pero decía que no porque no estaba de acuerdo con algunas cosas que sucedían en ese momento. No lo miraba, pero sabía que había un trato no tan elegante hacia la mujer. Qué sé yo, muchos pruritos. La cosa es que supe que el año pasado hubo gente talentosa, que estaba muy bueno. Igual decía no. Hasta que Ámbar con sus 12 años me dijo: ¡Mamá, está buenísimo, hacelo! La Chula alucinó con el tema de mi vestuario, el maquillaje. Y acá estoy.
Además, con Marcelo Tinelli hay una relación afectuosa.
Sí, fue quien me dio mi primer trabajo, en Costumbres argentinas. Es un sol, una persona que siempre me dio muchas oportunidades.
¿Qué opinaron madre, hermano y abuela?
Mamá [Marcela Tinayre], como siempre, me dice que haga lo que sienta. Nacho también es abierto. Y la abuela [Mirtha Legrand], cero objetividad. Dice que bailo como nadie, habla de mi gracia. De todas formas sólo la escuché a Ámbar.
¿Extrañás Buenos Aires?
Claro. Por eso siempre hay excusas para volver. Más que nada extraño la parte social. Yo no me siento extranjera en Chile, para nada. Pero sí hay diferencias. Nosotros somos más desfachatados, vivimos con naturalidad el desborde. Esas mesas enormes que no tienen tiempos, la sinceridad brutal.
Los chilenos son mucho más estructurados y eso a veces nos pone un poco incómodos, como fuera de lugar. Y ellos lo mismo, supongo. Pero también es cierto que para vivir con los chicos es bueno. Más tranquilo, más plano y ordenado. Esa estructura te ayuda a acomodarte. En Buenos Aires estaría mucho más desbordada. Además, acá está su padre. Gracias a Dios tenemos una gran relación, y eso es fundamental para los hijos de padres separados. Yo lo viví y siento que es una obligación replicarlo.
En Malparida jugabas con ángeles y demonios. ¿Cómo es tu relación con Dios?
Soy creyente, católica. Pero como tantos, tomo otras cosas que me hacen bien, como creer en los ángeles y en la reencarnación. En los momentos de susto, confío mucho en mis angelitos.
En un avión, turbulencia fatal, ¿qué te viene en mente?
Tengo mis teorías, que ya son creencias. Cuando viajo sola, sin mis hijos, pienso que nada malo me puede pasar. Cuando viajo con alguno y dejo otros en casa, lo mismo. Pienso que es imposible. Supongo que si tiene que suceder algo malo sería con todos mis pollitos bajo el brazo. Y ahí no me importaría tanto. Fuera de esta pavada, creo mucho en el destino. Y vivo el presente con todo.
¿Qué pedís ante el altar?
Amor. Siempre amor. En todo sentido, no hablo del amor de pareja.
¡Pero ese también llegó!
Puntos suspensivos…
Él ya confesó. Hablamos de Chano, líder de Tan Biónica. Hubo mensajes tuiteros a todo romanticismo.
-[Risas]
¿Cómo se maneja un nuevo amor cuando hay una familia armada?
No lo sé. Las cosas suceden cuando suceden, no se puede vivir sin amor. Tampoco creo mucho en los tiempos y en el contexto. Es cierto que hay momentos en los que uno no puede prestar atención, entonces no lo ve. Pero cuando de repente estás caminando y se abre una puerta…
¿Qué?
Y te encontrás con un ser humano y en ese momento pasa todo… La verdad es que yo no tengo la respuesta. No sé si cuando sos madre tenés que esperar hasta los 33 o aguardar a que tus chicos sean adolescentes. Tampoco sé si todo tiene que explicarse. Sólo sé que si hay amor, ¿qué puede ser malo?
Generalmente, quienes sufrieron por amor temen repetirlo.
Es un tema delicado. Yo no soy de aquellas que temen volver a involucrarse. Por supuesto que uno adquiere experiencia de vida, va creciendo, tiene cicatrices. Algunas han sanado, otras tal vez, también están las de cicatrización queloide… Pero todas tienen un origen y un pasado. El amor puede aparecer a pesar de las heridas. Es la materia que uno jamás aprende.
¡Qué lindo que hables de amor!
Es que no tiene nada de malo ni de bueno. Es. A veces uno se pelea con sus hijos, escucha cosas feas, duele. Pero el amor es tan inmenso que uno no puede actuar de otra manera que no sea desde el amor.
¿Te imaginabas tan madraza?
No. En la secundaria no hablaba de chicos. Pero me encantan. Cuando no estoy trabajando juego y juego. Amo contarles cuentos. Algunos los invento porque también me gusta escribir. Quien sabe, a lo mejor el día de mañana me animo y me largo, hago una obra con la uruguaya. Soy muy de amigas. De sentarme a hablar, soñar, proyectar. Escuchar música linda, sobre todo voces poderosas femeninas, como Tracy Chapman.
¿Tenés amigos en el ambiente artístico?
No, me muevo con gente que hace cosas comunes. Una de mis mejores amigas es cocinera.
¿Cuántas veces por día hablás con tu abuela?
Muchas. Ella está pendiente de todo así que me llama, me avisa, me cuenta. Para mí no es el personaje, ¡es la abuela!
¿Te da risa cuando dicen que son nuestra realeza?
Impresión. No entiendo cómo ponen a mi familia en un lugar tan elevado. Mis abuelos empezaron de muy chicos como laburantes. Hicieron una carrera a pulmón. Les puede gustar más o menos cómo es mi abuela, podés estar políticamente a favor o en contra. Pero nadie puede dudar de su incondicional entrega al trabajo, su profesionalismo. Esa cosa de etiquetar, de frivolizarnos es muy básica.
¿Tenés alguna frase inolvidable?
La vida me dijo te haré feliz, pero antes te haré fuerte.
¿Y así es?
No sé, eso se experimenta sobre la marcha, día a día. Y el error es inevitable.
1982
Nace el 8 de abril, en Buenos Aires
2002
Fruto de su relación con Juan De Benedictis, nace su hija Ámbar
2003
Debuta como actriz en Costumbres Argentinas, convocada por Marcelo Tinelli
2008
Con el actor chileno Gonzalo Valenzuela son padres de Silvestre. En 2012, luego de una separación, nace Alí
2009
En cine, es una de las protagonistas de Las viudas de los jueves
2010
Protagoniza la novela Malparida
El futuro
La obra de teatro que protagoniza en Chile la traerá en julio a Buenos Aires. En junio grabará Estocolmo, ficción producida por su hermano Nacho Viale. También filmará con el director Leo Damario
Asistentes de producción: Camila Pepa y Paloma Mansilla. Agradecimientos: a Wonderful room y whiskey blue de W Santiago hotel. Markova. E-Edition. Belleugene. María Cher. El camarín. Pérez sanz. Gabriela capucci. Ricky Sarkany, Ménage à Trois
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