Asegurarse el sexo seguro
En Instagram tengo pendientes cerca de 27 pedidos de amistad de hombres jóvenes de cuerpos esculturales, con los que no tengo ningún contacto e intereses en común. En sus perfiles se presentan a sí mismos como surfers, modelos, fotógrafos, músicos y blogueros "amantes de la vida". Me fijo en el número de seguidores y son todas mujeres. La mayoría de ellos son de Argentina, Uruguay y Estados Unidos, aunque también apareció uno de Estambul. Le di amistad a varios solo para espiar sus fotos: espléndidas criaturas, sin rasgos de cansancio o estrés, sonrientes (y con buena ortodoncia), exhibiendo la falsa musculatura de gimnasio, con más o menos ropas (siempre dos talles menos) y aportando algunas frases sesudas sobre la existencia y la amistad. Solo dos me saludaron por mensaje privado…. Trolls evidentemente no son, pensé, pues respiran y escriben. Aunque en muchos casos solo se trate de gente que necesita atención, me pregunto cuántos de ellos no serán acompañantes masculinos haciendo marketing encubierto en las redes, algo que se ha vuelto de lo más natural y que por lo visto no incumple reglas de participación en las plataformas sociales.
De hecho, su existencia saca a la luz un tema que incomoda pero que describe una realidad concreta y creciente, valga la redundancia: en una época en la que las redes sociales han multiplicado por mil las oportunidades de conseguir sexo gratuito, muchas mujeres deciden contratar servicios profesionales. "Como madre soltera y sin pareja, no me gustaba la idea de buscar en bares hombres con los que acostarme" explica una mujer británica de 42 años en una nota publicada enel portal de la BBC. "Porque, aunque no te guste tanto el tipo y al final no tengas ganas (de acostarte con él), muchas veces hay malentendidos. Yo no quería esa presión, y alquilar los servicios de un escort es una transacción limpia, clara, en la que todas las partes saben lo que van a obtener. Además, quería un hombre que supiera lo que hace. La verdad, hay cada vez más mujeres que buscan estos servicios profesionales porque consideran que muchos de sus coetáneos son malos en la cama". Consultado en el mismo artículo, el psiquiatra y sexólogo argentino Adrián Sapetti, ex presidente de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH), confirma el testimonio: "es un hábito más extendido de lo que se cree". Plum!
Efectivamente si repasamos el cine de las últimas dos décadas encontraremos al menos una decena de películas y documentales que retratan esta tendencia y la del turismo sexual femenino en países asiáticos o del caribe. Pero al parecer no contábamos con cifras ni investigaciones rigurosas hasta hace cinco años, cuando Sarah Kingston, profesora de criminología de la Universidad de Lancaster, especializada en políticas sobre la prostitución y el trabajo sexual, tuvo la audacia de indagar en los pormenores de esta modalidad que ha dejado de ser un fenómeno. Les recomiendo que visten el sitio del proyecto, Women Who Buy Sexual Services in UK (Mujeres que compran servicios sexuales en Reino Unido), donde la investigación intenta reflejar las motivaciones de quienes pagan por sexo en Inglaterra. Es interesante saber qué recaudos toman sobre su integridad física en un mundo en el que hay cada vez más feministas, y femicidios. Justamente, descubro, ahí está la razón del auge de los acompañantes masculinos.
El proyecto, financiando por organizaciones civiles y universidades, tomó como punto de partida la cantidad de avisos clasificados publicados en diarios y sitios. "Descubrimos que el 63% estaban dirigidos a mujeres, un porcentaje mucho mayor del que se podría pensar" dijo Kingston a BBC Mundo. Según destaca en el artículo, en 2012 contabilizaron 5246 anuncios de escores masculinos para mujeres; en 2017 la cifra se había triplicado. "Sabemos muy poco acerca de las mujeres que compran servicios sexuales, a pesar de la existencia de sitios de acompañantes en línea, clubes de striptease e investigaciones internacionales que demuestran que las mujeres compran sexo. Quisimos saber más sobre las clientas, tanto sobre las que compran por sí mismas o en pareja, y de hombres o mujeres que venden servicios a clientes femeninas" describen las autoras del trabajo en el sitio oficial. De los testimonios se desprende que los hombres siguen consumiendo prostitución por las vías tradicionales mientras que las mujeres buscan profesionales en Internet, pero a través de agencias organizadas. La mayoría de las clientas tienen entre 30 y 55 años, buenos puestos laborales, son exitosas y están casadas, con hijos crecidos. Sus razones varían, pero no difieren de las de los hombres, aunque en su caso hay dos factores determinantes, asegura Kingston: la seguridad, y la falta de tiempo para ponerle fichas a una relación o una pareja que no va a ninguna parte. "Para las mujeres es una opción más segura que una relación sexual de una sola noche con un desconocido, sobre todo si la transacción la gestiona una agencia", explica la autora.
Muchas conocidas y amigas aseguran tener más del doble de pedidos de amistad semejantes, y que, en algunos casos, han intercambiado wasap. Todos acabaron mandándoles fotos eróticas….
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