Fiel a su estilo atrevido, el conductor de radio y televisión repasa su historia: una infancia solitaria, el amor por el sexo opuesto y su familia, la militancia radical, su triunfo como vendedor de ropa y el hallazgo de su auténtica vocación
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Antes de convertirse en “El Ángel”, el personaje irreverente con el que debutó en televisión, Baby Etchecopar vendía ropa. Él personalmente se encargaba de comprar las telas, hacer los moldes y comercializar las prendas. Aprendió el oficio de modelistas y costureras, aunque se reconoce como un autodidacta. En sus catálogos había ropa de hombre y mujer. Llegó a tener 11 locales y amasó una pequeña fortuna que le permitió disfrutar de una juventud de lujos: “Tengo muy buen gusto. Me fue bárbaro, gané mucha plata con la ropa. Me iba muy bien hasta que llegó Alfonsín...”, dice.
-¿Qué te pasó con la llegada de Raúl Alfonsín a la presidencia?
-Al poco tiempo que asumió, me empezó a ir mal. El plan Primavera y el plan Austral me fundieron. Caí en bancarrota. Empecé a indemnizar gente, a vender negocios, me cerraron las cuentas bancarias... Fue el peor momento de mi vida.
-Y eso que eras militante radical…
-Sí, pero Alfonsín no discriminaba, le daba parejo a todos.
“Cristina Kirchner me recuerda a mi mamá”
Pocos conocen su verdadero nombre. Todos lo llaman Baby, apodo que recibió de su madre, inspirado por un verdadero drama: el caso de “baby Lindbergh”. Charles Augustus Lindbergh Junior fue el hijo del aviador estadounidense Charles Lindbergh, acusado de ser doble agente nazi. El niño estuvo desaparecido más de sesenta días y finalmente fue hallado muerto. Su caso conmocionó a la sociedad norteamericana y al mundo. “Le gustó lo de ‘baby’, no se dio cuenta de lo que venía atrás, y me lo puso. Y me quedó. La gente me pregunta ‘¿Es baby?’ [imitando la fonética en inglés] y lo les digo ‘no, es baby, ba-by, como se leía en el diario’”, recrea. Finalmente, cuenta que lo bautizaron Ángel Pedro en homenaje a sus abuelos. “Yo soy un homenaje a los muertos. Soy una lápida que camina”, añade.
Baby nació hace 69 años y su infancia transcurrió en San Isidro. Su padre era dueño de una imprenta y su madre, ama de casa. Tuvo un hermano mellizo que murió al nacer y luego, cuando tenía 10 años, sus padres le dieron otro hermano. “Fui hijo único durante muchos años. Después, cuando nació mi hermano, medio que me mandaron al garage y el más chiquito se convirtió en el hijo único. Así que me crié bastante solo. Después, mi hermano fue a Malvinas y volvió muy mal herido, sin cerebro, como todos los chicos que vuelven de Malvinas. Herido en el alma y en el cuerpo. Él tuvo una depresión muy profunda y murió”, dice.
-¿Cómo fue tu infancia?
-Difícil, pero no como la de Maradona. Yo vengo de una familia con bastante abolengo de parte de mi padre y una madre italiana más luchadora. Siempre estuvo el conflicto de que no sabía dónde pararme. La gente me decía “si tu familia hace esto, ¿por qué vivís así?”. Creo que mi viejo se adaptó más a la familia de mamá que mi mamá a la familia de mi viejo. Hoy, yo me encuentro con primas mías que parecen Amalia Lacroze de Fortabat y dicen que nunca entendieron por qué papá no se adaptó a ese estilo de vida. Siempre eligió el estilo promiscuo, casi al borde de la segunda posguerra, miserable, de la familia de mi mamá.
-Alguna vez dijiste que la relación con tu mamá fue complicada, que ella era violenta con vos.
-Los dos eran violentos. Mamá de por sí era violenta y mi papá por inducción. Mamá hacía todo lo posible para descargar su ira, me hacía acordar mucho a Cristina Kirchner porque no podía tener un día de paz, un día sin odio. Todo el tiempo buscaba la confrontación permanente y en la casa era desunir para contemporizar ella.
-Ahora que mencionás a la vicepresidenta, es anecdótico, pero tu cumpleaños es el 16 de febrero, el mismo día que Máximo Kirchner.
-Sí, es cierto. Comparto el cumpleaños con él, pero no la torta [se ríe]
-¿Y tu padre? ¿Cómo era él?
-Tuve una carencia enorme de padre. Era un buen tipo, pero apático. Cuando Alberto Fernández dijo que los logros no existen me hizo a acordar a mi papá, porque mis logros no le interesaban y creo que los de él tampoco. De hecho, ha dilapidado guita regalando todo lo que tenía. No tenía amor por ningún logro. Él compraba un auto y lo regalaba… y mi mamá le decía: “Si querés, regalalo”. Ese fue mi entorno familiar. Muy raro.
-¿En quién te refugiabas?
-En la calle, tenía muchos amigos más grandes. Siempre encontré padres en hombres grandes, busqué el ejemplo de hombres mayores y que triunfen. Madre no, porque tenía sobredosis. Esto es para un analista.
-¿Te psicoanalizás?
-No.
El backstage de la vida
Entre los amigos de su infancia, hace un año, el conductor “blanqueó” su amistad con Guillermo Francella.“No lo decía antes porque no quería que crean que lo nombraba por fama”, supo decir. Con el actor compartían el colegio, las tardes en el club Beccar y la pasión por la actuación. “Guillermo es un hermano de la vida. A los 13 años empezamos a estudiar juntos teatro”, cuenta.
-¿Cómo fue tu paso por la escuela?
-Pésimo. Me aburría mucho. Me llevaba todas las materias. De hecho, repetí tres veces primer año. Tuve colegio de todo tipo, pago y del Estado, no me faltaba ninguno, solo el Liceo de Señoritas. No me gustaba estudiar. A los nueve años papá me hizo leer una biblioteca completa, por eso, que después vinieran con “Chico Carlo” o “Niñez en Catamarca”, me aburría mucho. A los 9 años, yo sabía que San Martín tenía una úlcera sangrante y que había cruzado los Andes en una camilla y no en un caballo blanco. Aprendí a ver el backstage de la vida.
-A pesar de repetir tres veces primer año, terminaste el secundario e hiciste el servicio militar. ¿Cómo fue esa experiencia?
-Fue mala. Odio la colimba. De golpe, una bestia que entró al Liceo Sargento Cabral, que en ese momento entrabas con sexto grado, venía a insultarte o a basurearte. Una cosa es la instrucción militar y otra es la humillación del hombre.
Cuando terminó la conscripción, Baby se enfrentó a una disyuntiva existencial: ¿Cómo seguiría su vida?: “Con unos amigos, dijimos “vamos a estudiar”. Era la época de los montoneros, no se podía ir a la universidad del Estado y estaba abierta la inscripción para Medicina en El Salvador. Allá fuimos. Me acuerdo que hicimos un multiple choise y entramos. Podría haber sido cualquier carrera. Cuando me cansé, largué. Me di cuenta de que es una carrera muy difícil. Por eso admiro a los médicos. Me di cuenta de que no era para mí”, dice.
“Toda mi vida me gustaron mucho las mujeres”
Al dejar la facultad de Medicina, Baby decidió incursionar en un rubro textil. Y tuvo mucho éxito. “Al principio, yo iba con la valija, pero después puse vendedores porque me daba un poco de vergüenza. Soy vergonzoso, aunque no parezca, y por eso estoy laburando de esto. Los vergonzosos laburamos detrás de un micrófono. En la intimidad soy extremadamente vergonzoso”, dice.
-¿En aquel tiempo conociste a Adriana Paz, tu primera mujer (la madre de sus tres hijos María Paz, Leandro y Federico)?
-Sí, en un local de ropa. Ella era joven y muy linda. Me acuerdo de que yo le vendía ropa a ese local y el comentario del dueño y otros dos vendedores era que ella no le daba bola a nadie. Yo les dije: “A ustedes no les da bola, si yo la invito a salir, sale”. Salimos y esa primera noche nos enamoramos. Nos pusimos de novios y no nos separamos más.
Baby estuvo más de 30 años junto a Adriana, hasta que en febrero de 2016 murió, luego de una larga lucha contra un cáncer de colon.
-Antes de Adriana eras…
-¿Picaflor? Toda mi vida, las mujeres me gustaron mucho. El hombre que lo niega es un hipócrita.
-Suscribís a Alejandro Dolina cuando dice que “todo lo que un hombre puede hacer, sean proezas y hazañas, lo hace por levantarse a una mina”.
-Claro. Siempre fui… no sé si un seductor, porque no fui un tipo lindo, pero tuve mucha suerte con las mujeres. Mucha suerte. Siempre fui medio pirata. Me gustaron y me gustan. No es que uno sale a buscar algo afuera... Hay poema de Isidoro Blaisten que dice: “bajó una mujer ojos azules y le dijo te quiero”. Y bueno, a veces pasa, te enamorás. Ahora cambió, porque mi nueva pareja me brinda demasiadas cosas.
Actualmente, Baby se encuentra en pareja con Silvina Cupeiro, con quien mantiene una relación desde 2018. Proyectan casarse a fin de año. Silvina es la hija de Jorge Cupeiro, expiloto de Turismo Carretera, amigo de Baby, quien los presentó. “Lo importante es la risa que me devolvió. Estoy muy feliz, es una gran mujer”, supo decir el conductor en una entrevista.
Baby aún recuerda con una sonrisa el nacimiento de su hija mayor, María Paz. “A las tres de la mañana Adriana me dice que rompió bolsa. Le dije que espere que me iba a bañar, porque siempre me baño antes de salir, y fuimos al Agote. No estaba nervioso porque era pendejo e irresponsable. Antes, a los 30, también eras pendejo. Veníamos de una vida de mucho glamour, de lanchita, amigos, joda, entonces era como un juego la paternidad. Lloré mucho cuando me contó que estaba embarazada, me emocioné mucho. A los tres hijos los esperamos con mucho amor, nunca hubo un ‘¿en serio estás embarazada?’. Una enfermera me llevó a Maternidad, había una nena que no paraba de llorar, yo le dije ‘¿no puede hacer callar a esta nena?’... ¡y era María, nuestra hija!”, cuenta entre risas.
-El año pasado, María Paz quiso incursionar en la política.
-Sí, pero le dije que largue la política, que no se ensucie.
-¿Cómo es la relación con tus hijos?
-Mis hijos son hermosos. María es un orgullo para mí, es muy inteligente, pero le cuesta arrancar en el laburo. Leandro es diseñador gráfico, es muy transparente. Y Federico que es como yo, un busca, una máquina de abrir empresas. Cada uno de mis hijos tiene su carácter. A veces me llevo bien y otras no tanto. Hay diálogo. Lo que pasa es que los hijos hoy son de una generación que matan a los padres. Los responsabilizan de todo lo malo que les pasa. Es culpa de los psicólogos.
-¿Se juntan los domingos a comer?
-A veces, no estilo Los Campanelli. Los domingos cada uno hace lo suyo y, si pinta, nos juntamos.
“Ya no hay radicales de verdad”
Baby es radical desde la cuna. Sus abuelos eran “radicales de Hipólito Yrigoyen” y su padre fue secretario de Arturo Illia. “Nunca cobró un peso, lo pusieron por honesto, para filtrarle los chorros”, asegura.
-¿Llegaste a conocer a Illia?
-Obvio. Cuando murió mi abuela materna, yo era chico, vivíamos en Francia y Centenario. La velamos en casa, como era costumbre. Había un rumor de que venía Illia con el hermano a las tres de la mañana, porque él se levantaba a esa hora. Y así fue: vino con el poncho de vicuña en el colectivo 60... ¡el presidente! Se quedó un par de horas y se fue. Illia fue un ejemplo demasiado honesto para la Argentina. Yo pensé que Alfonsín iba a ser un segundo Illia, y es probable que lo haya sido de alguna manera... pero la diferencia es que se rodeó de mala gente, de malos radicales y oportunistas.
-Entiendo que fuiste armado a Campo de Mayo durante el alzamiento carapintada de Semana Santa de 1987.
-Fuimos armados, con Jesús Rodríguez y muchos militantes, a defender la democracia. No queríamos volver a la dictadura. Y estábamos dispuestos a cualquier cosa para impedir que salieran de Campo de Mayo. Estábamos tirados cuerpo a tierra y me acuerdo que Jesús Rodríguez de los nervios que tenía se había puesto el sweater al revés, con el escote en “v” para atrás. Estaban Mauricio Salmoyraghi, Marcelo Corti, Jorge Biancoto, Agustín Rodríguez, Martin Rodríguez y Leopoldo Moreau... No sé qué le pasó ahora que está hecho esa porquería política, pero en su momento estaba dispuesto a dar su vida por nosotros.
-¿Sabías usar un arma?
-En la guerra, cuando el pueblo se arma, no se pregunta si saben usar armas. Se dice “acá hay fusiles, se hace así y tiren para adelante”. Algo parecido pasó en esa semana. Nadie sabe usar un arma hasta que la utiliza cuando le hace falta.
Décadas más tarde de aquella Semana Santa, Baby sufrió un hecho de violencia que lo obligó nuevamente a tomar un arma. Aunque esta vez lo hizo para defender a su familia. En marzo de 2012, el conductor se enfrentó a los tiros con tres delincuentes armados que entraron a su casa de San Isidro para robar y uno de ellos intentó abusar de su hija, que en ese momento estaba embarazada. Según las pericias, hubo 37 disparos: 25 fueron de los ladrones y 12 de los Etchecopar. Uno de los delincuentes murió y otro resultó herido. Baby y su hijo sufrieron lesiones por las que debieron ser internados. La justicia resolvió que el conductor actuó en legítima defensa.
-¿Cuándo dejaste la militancia?
-Cuando gana Alfonsín se reparten los cargos y Moreau, en una galería de San Isidro, me dice “¿Qué querés para vos?”. Yo le respondí con ironía: “El puesto de Alfonsín, porque tengo varios negocios y para ganar más tendría que ser Presidente y trucho”. Yo ganaba mucha guita, entonces le dije que no, que no me interesaba. Y seguí con lo mío. Pero al poco tiempo, el plan Primavera y el plan Austral me fundieron.
-¿Y no se te ocurrió llamar a tus amigos que estaban en el poder?
-No. Jamás pedí nada y jamás hubiese aceptado nada de la política.
Solos en la madrugada
El ocaso de Baby en el rubro textil se convirtió en una nueva oportunidad . Un sábado, mientras conducía su Mercedes Benz y reflexionaba si debía continuar haciendo malabares para mantener su negocio, escuchó por la radio el monólogo final de José Sacristán en “Solos en la madrugada”. Y resultó fue revelador.
“Dice algo así como que “estamos maravillosamente desamparados”, “si querés ser gay ponete la peluca y no jodas a nadie”... Que hagas lo que quieras hacer. Entonces me volví a casa y le dije a mi mujer: “Vendo todo y me dedico a lo mío”. Ella sabía que yo quería ser actor. Mi vida era hablar, hacer reír, contar anécdotas, que tengo miles y son todas ciertas. A mí me gustaba escribir teatro y monólogos, esa era mi vocación verdadera. Mi mujer me dijo: “Hacé lo que te haga feliz”. Pero lo que me hizo feliz nos hizo adelgazar: durante años, si comían mis hijos no comíamos nosotros. Y mis hijos comieron siempre”, cuenta.
-Hasta tus comienzos en la radio, imagino.
-Sí. Un día pusimos una radio FM con Cristian García Contestabile. Había salido un anuncio en una revista que decía “hágalo usted mismo, póngase una radio FM”. Podías armar un transmisor de un vatio. Pusimos FM San Isidro (FM SI) en un local que nos prestaron, un monoambiente. Estábamos “el pollo” (Guillermo) Arduino, hoy conductor de CNN, y Daisy May Queen, que fue mi primera locutora, Contestabile y yo. No teníamos idea de cómo se hacía ni cómo se administraba una radio. Con el tiempo se empezó a sumar gente y cada uno traía su canje. Todo a pulmón. A mí me dijeron “¿por qué no agarrás la mañana?”. Pero a mí me gusta dormir, así que agarré la noche. Es un horario que me fascina. Yo me creía Jesús Quinteros, “El perro verde”, y empecé a hacer preguntas irreverentes. Así hacía enojar a las mujeres del barrio, pero la radio fue creciendo y llegamos a comprar 500 vatios.
-¿Y cuál creés que fue el golpe de suerte que te ayudó a despegar?
-Un día descubrí en un ilícito al intendente de Vicente López y él pidió el derecho a réplica. La verdad es que el ilícito existía, era la entrega de costa de Vicente López, pero se lo di y él vino a explicar. Quedó tan contento en poder explicar el fraude que me ofreció trabajar en su canal, el 5 de Vicente López, y ahí empecé a hacer “El Ángel”. Yo me acuerdo que llamaban Pergolini y todos esos nenes para putearme y yo les contestaba. Me divertía y me rendía porque se paraba Vicente López, Olivos y la Lucila para escuchar. Me vio Matías Patanian, que era directivo de canal 2, y me llevó primero al canal Ideas y después al 2, los domingos en trasnoche. Yo le estoy muy agradecido a Eurnekian, que tenía una cabeza tan amplia: permitió en su canal programas como el mío, Chachacha, Juan Castro… América fue como el Di Tella de los años 60. Un semillero experimental de donde salimos muchos. Es como mi casa. Si no me echan, no me voy.
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