Björk
Audaz, talentosa, innovadora, la artista islandesa editó otro magnífico disco y volverá a actuar en noviembre en la Argentina
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Después de haber sido premiada como mejor actriz en el Festival de Cannes, por su papel en Bailarina en la oscuridad (2000), ella dijo que se ponía contenta porque no sólo era su primera vez en la actuación, sino también... la última. Así de imprevisible y sorprendente es Björk. Prefería dedicarse a grabar discos, su más grande pasión desde que empezó a estudiar música clásica a los 5 años en Reykjavik, Islandia, donde nació en 1965. Se hizo conocida en el mundo del pop con la banda The Sugarcubes en los años 80, pero su incursión como solista terminó por consagrarla. Siempre versátil y arriesgada, transitó sin equivocarse por los caminos de la electrónica, el rock experimental y el music hall, en una continua innovación estética y artística.
En 2004 grabó Medúlla, un disco en el que eliminó todos los instrumentos y utilizó sólo su voz para crear todas las capas de un trabajo magistral. Por entonces, sorprendió al admitir que una de las influencias para esa obra había sido nuestra Misa criolla, que su abuela escuchaba cuando ella era pequeña.
Tiene dos hijos. Uno, de su primer matrimonio con el músico Thor Eldon; el otro, con su actual esposo, Matthew Barney, artista multimedia y realizador, para quien en 2005 compuso la banda de sonido de Drawning Restraint 9.
Hace apenas tres meses editó Volta, en el que su voz regresa sobre terrenos más electrónicos y percusivos. Ese disco es el que la traerá nuevamente a la Argentina (en 1998 actuó en el Luna Park, sólo con programaciones y un octeto de cuerdas) para presentarse en el teatro Gran Rex los días 4 y 7 de noviembre. Seguramente, como en aquel show, se las arreglará para volver a sorprender y cautivar.
Para sabe más: www.bjork-fan.com.ar






