Había llegado a las grandes ligas. Convocada para ser la responsable del contacto con sponsors y agencias internacionales que enviaban sus atletas a participar de la maratón de Buenos Aires, finalmente le estaba dando la vuelta de tuerca que tanto había buscado para sus áreas de especialización, el marketing y la comunicación. Durante esos meses de trabajo incansable, se metió de lleno en el mundo del deporte de alto rendimiento. A esos compromisos pronto se sumaron la participación en el detrás de escena de triatlones de media distancia en Buenos Aires y Punta del Este.
Las jornadas eran intensas y agobiantes. La diferencia cultural y los requerimientos de los sponsors marcaban un ritmo de trabajo en el que no había lugar para los errores o las demoras. Pero cuando finalmente llegaba el fin del dia de trabajo, las caminatas o trotes junto a sus perros; o el contacto con los caballos con los que practicaba equitación, le daban el espacio de calma y tranquilidad que tanto necesitaba. “En ese momento, me di cuenta de lo importante que era para mí compartir esos espacios de recreación y movimiento con mis perros. Y empecé a pensar que quizás, esa conexión especial que yo sentía, podría convertirse en algo más grande. Imaginaba un evento inspirado en la idea de hacer un equipo con tu perro y quería apostar a ese vínculo”.
“Los animales estuvieron cerca toda mi vida”
Criada entre el campo y la ciudad, Dolores Madero (46) recuerda una infancia en la que los afectos fueron un gran sostén. “Tuve una infancia muy linda. Siempre fui al mismo colegio e hice amigas que aun conservo. Fui también afortunada al poder crecer rodeada de hermanos, tíos y primos, compartiendo las vacaciones en el campo de mis abuelos. En ese sentido, una gran referente para mí fue mi abuela materna. De ella aprendí la sensibilidad, la sencillez y el amor por los animales. Siempre juntas, éramos compañeras de aventuras, ella dejó valores que hoy busco transmitir a mis hijos”.
El campo fue siempre lugar de inspiración y de grandes aprendizajes. Alimentó mucho la imaginación de la pequeña Dolores, que tenía bastante tiempo libre. Eso la llevaba a inventar actividades para mantenerse ocupada. “Los animales estuvieron cerca durante toda mi vida, desde la niñez con los juegos hasta los deportes y hoy en día también en mi trabajo. Me enseñaron mucho, su temperamento, su incondicionalidad, su alegría, su compañía fue vital en los diferentes momentos, buenos y no tanto. Eso me permitió conocer perfectamente los ojos de cada uno de mis perros. Han sido grandes compañeros, por qué no mis amigos. Algunos ya no están. He perdido su mirada, pero no me las olvido, las llevo conmigo”.
“Rodearme de personas entusiastas es mi mejor universidad”
Luego de su experiencia en la organización de la maratón de Buenos Aires y de haber trabajado en una empresa de calzado deportivo, comenzó a sentir que había llegado el momento de dar forma al proyecto propio. Aunque tenía miedos y dudas, no quiso darle demasiado peso a esas emociones y decidió animarse a perseguir su sueño. Renunció a la firma en la que estaba empleada, armó un equipo de amigos -cada uno experto en su área- y dio rienda suelta a su costado más emprendedor.
La realidad era que estaba cansada de la rutina y ansiaba transitar nuevos rumbos. Pero fue un hecho fortuito y cotidiano lo que la ayudó a resolver ese dilema. “Yo hacía running. Un día el paseador se enfermó y no vino a sacar a mi perro, así que decidí sacarlo yo y aprovechar para probar trotar juntos. Lo que viví fue un antes y un después. Conecté con él y con el deporte de otra manera, ahí se alinearon las cosas y se me ocurrió que podría armar un evento donde se combinara todo: el amor por los animales, el deporte, compartir juntos”.
En ese sentido, planificar una propuesta para correr junto a los perros fue el resultado de un largo camino, personal y laboral. Curiosa, exigente y perfeccionista, durante su recorrido laboral había tenido la oportunidad de formar parte de equipos con personas exitosas en lo que hacen. Eso la ayudó a aprender de los mejores, de entender cómo funciona su cabeza y cómo liderar equipos a través del ejemplo. “Hoy elijo rodearme de gente entusiasta y apasionada por lo que hace. Esa es mi mejor universidad. Me fascina conectar personas, ideas, equipos de trabajo, detectar talentos e idear propuestas novedosas. Esto, sumado a mi vínculo amor por los animales me llevó a crear DogRun que es la síntesis de todo eso”.
“Son transformadores de vida”
La organización del evento -que se lleva a cabo en Buenos Aires y Rosario desde 2009 y este año supera los 2.200 inscriptos- le permitió sentir que estaba, de alguna forma, celebrando un estilo de vida que muchos argentinos comparten: el deporte, la vida sana, socializar, hacer nuevos amigos y tener rutinas son clave para el bienestar tanto en el cuerpo como en la mente. Dolores es inquieta, trabaja desde los 16 años y se reconoce como una persona activa en todo sentido. Y confiesa que combina un estilo creativo y soñador, con un lado organizado, previsor y concreto.
La premisa es que el perro sea el protagonista y el participante humano acompañe el ritmo de su perro. Hay personas que hacen el circuito caminando, otros trotan y también están los que lo completan corriendo. No es una carrera de perros, no es competitiva, sino que se prioriza el bienestar animal y se busca fomentar una actitud responsable y atenta hacia los animales. “De los perros aprendí la incondicionalidad, la compañía, lo sencillo, la paciencia y el respeto. Me di cuenta de que son transformadores de vida, que llenan el vacío que tenemos, cada uno a su manera, y que se merecen nuestro gran respeto. Eso siempre me resulta satisfactorio, me renueva de energía y convicción, me da el impulso para ir siempre por más”.
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