Construida en altura, el deck está “colgado” sobre un barranco. Adentro, el confort abraza e invita al descanso.
Una curva y, de la nada, surge un perfil opaco en la distancia. Si es nuestro primer viaje, no sabremos si se trata de una larga nube, o de una bienvenida ondulación que hará menos automática la manejada. Si, por otro lado, se trata de una feliz costumbre, esa curva quedará grabada como la que marca el principio de una emoción diferente. En el caso de esta chacra en Zanja del Tigre, Maldonado, la experiencia reúne dos cualidades aparentemente dispares como la comodidad y el vértigo.
La puerta de entrada esconde pero también revela: enmarcada por paños de vidrio, permite anticipar que la ilusión de volar continuará adentro.
Interior transparente
Obra del arquitecto Federico Astigarraga del estudio mEzcLa Arquitectura, la pared de hormigón que contiene la chimenea es la única ciega; el resto tiene la transparencia lógica para disfrutar del paisaje y del detalle arquitectónico de la piedra, que nos mete en lo más profundo de la tierra.
No estamos muy alto, pero nos sentimos en las nubes. Si vemos la foto general, la joven casuarina pertenece a una fila de tres, dos sobre el deck y una en el terreno, para hacer de todo un juego continuo.
Lo sencillo y lineal de los volúmenes encargados de las funciones elementales favorece la vista. Pero también los colores neutros que se usaron para vestirlos, sin intentar llamar la atención sobre ellos.
Colgarse de la hamaca para dormir, colgarse mirando las estrellas con el telescopio para soñar. Es una casa que no pone límites al deseo.
Para admirar el paisaje
Difícil cerrarle los ojos a este paisaje. Si no nos deja dormir la siesta, por lo menos podremos descansar sin sentir que nos estamos perdiendo el espectáculo que ofrecen las puertas-ventana corredizas.