
Contactos virtuales y amigos reales
Señor Sinay: las relaciones que se generan en espacios virtuales exponen la intimidad de las personas y dirigen la atención y el tiempo de éstas a vínculos generalmente superfluos y sin contacto real. ¿Estas redes promueven vínculos que ponen en riesgo los vínculos reales? La intimidad es algo valioso que debe cuidarse. Conocer a una persona y preservar un vínculo es fuente de satisfacción, pero requiere dedicación y tiempo.
Andrea Vila
Hace un tiempo leí que las "relaciones de bolsillo" ("Amor líquido", de Zygmunt Bauman) sólo son usadas cuando se las requiere para un determinado propósito. ¿Nuestra moderna sociedad líquida nos lleva a relacionarnos sin poder soportar el peso de dichos vínculos? ¿Vivimos en una sociedad cambiante con estas relaciones frágiles y sin consistencia, en gran medida posibles por el fenómeno Facebook?
Martin Ruy Molina, 18 años
¿Pueden las redes sociales crear en el hombre un sentimiento de apreciación hacia los demás que no podría originarse sin ellas? La mayoría de las personas que se comunican por computadora no pueden transmitir lo que en realidad quieren decir, ya que es necesario mirar a los ojos o sentir a uno cerca para saber qué le provoco con mi mensaje.
Agostina de Lazzari
En el mercado actual encontramos una amplia gama de productos carentes de su componente nocivo: café sin cafeína, crema sin grasa, cerveza sin alcohol... ¿qué decir del sexo virtual, que es sexo sin sexo; de la guerra sin víctimas (en nuestro bando, claro), que es una guerra sin guerra; de la redefinición actual de la política como arte de la administración técnica, que es una política sin política?" Así reflexiona el filósofo esloveno Slavoj Zizek en un reciente artículo que publicó en el diario español El País (se titula Barbarie con rostro humano y apareció el 23 de octubre último). En esta línea de pensamientos Zizek concluye que hemos llegado a la vivencia de un Otro sin "otredad", de un otro descafeinado.
No es de extrañar, entonces, el furor de las redes sociales. ¿En qué otro lugar el semejante puede tener menos consistencia o, acaso, menos existencia? Cada quien es allí un alias, una contraseña. Dirá de sí lo que quisiera ser (alto si es bajo, rubio si es moreno, rico si es pobre, sensible si es incapaz de conmoverse, etcétera). En ese mundo virtual las personas son siempre divertidas, "buena onda", deportistas, así las muestran sus fotos en los muros en donde "cuelgan" la información. ¿No es significativo que se llamen muros los espacios de contacto en las redes? Un muro aísla, preserva, protege de los riesgos. Y vivimos tiempos en los cuales el mayor riesgo es el otro, el diferente, el que aún no conozco y debo tomarme el trabajo (y por qué no el riesgo) de conocer. Tiempos en los que las personas sospechan de las personas y les temen, tiempos de aislamiento. De conexión virtual sin conexión real, de amistades sin amigos.
Nuestros amigos Andrea, Martín y Agostina coinciden en su preocupación por la banalización de la intimidad y la pérdida del verdadero conocimiento entre las personas. En efecto, hay una progresiva deserción de la aventura humana más extraordinaria: la del encuentro real con un otro real. Queremos "desintoxicar" al vecino antes de acercarnos a él, dice Zizek. Pero la comunicación humana es siempre artesanal y próxima; necesita de la mirada, de la palabra, de la escucha y del registro emocional. Pide experiencias reales compartidas (a veces dolorosas, a veces gratificantes), necesita de tiempo y de compromiso. Comunicarse y conectarse no es lo mismo. La tecnología de conexión cambia, se transforma, perece, se renueva. Es efímera. La comunicación como fenómeno de encuentro, reconocimiento y construcción de un vínculo, permanece inalterable desde siempre.
Las redes sociales son herramientas de conexión y, como tales, tienen utilidad informativa, laboral, profesional. Negarlo sería tan necio como inútil. Desde tales aspectos hay que darles la bienvenida. Pero es peligroso creer que nos relevan del compromiso del acercamiento, de las vivencias y experiencias, del riesgo y de la inversión afectiva que requiere un vínculo real, es decir, un vínculo con comunicación cierta, con una historia conjunta, con una intimidad construida y celebrada, con una confianza hecha de acciones. Las relaciones verdaderas en el mundo real nunca son fenómenos light, virtuales. Exigen nuestra presencia, no sólo física, sino afectiva, ética, emocional y espiritual.
El autor responde cada domingo en esta página inquietudes y reflexiones sobre cuestiones relacionadas con nuestra manera de vivir, de vincularnos y de afrontar hoy los temas existenciales. Se solicita no exceder los 1000 caracteres.
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