Una tortuga marina nada entre peces de colores en las aguas cristalinas de una playa escondida y desconocida de Brasil, a la que solo se accede en barco. De pronto, en ese mar idílico, aparece una botella de plástico amarilla con caracteres chinos. Tiene mordidas de todos los tamaños. ¿De dónde vino? ¿La tiraron desde la costa? ¿O navega desde el otro lado del mundo?
Esta escena la vivió en carne propia Agustina Besada, que se lanzó con su velero a medir la presencia de plástico en los mares. "Vos estás en Brasil y pensás que los residuos son de la orilla, pero no siempre es así, porque el océano nos conecta. El tema del plástico es un problema global que tenemos que atacar entre todos. Esta botella es un recordatorio", advierte.
Cada año, entre cinco y trece millones de toneladas de plástico terminan en los océanos. El 40% son envases que se transforman en basura después de apenas unos minutos de uso.
Según un estudio de la Universidad norteamericana de Santa Bárbara liderado por Roland Geyer, el 79% de los residuos plásticos se acumula en basurales, el 12% es incinerado y sólo el 9% es reciclado. Cada año, entre cinco y trece millones de toneladas de plástico terminan en los océanos. El 40% son envases que se transforman en basura después de apenas unos minutos de uso.
Pero no son solo las imágenes de islas de plástico flotando en el Pacífico las que generan preocupación, sino que los polímeros ya están ingresando a nuestros organismos. Según el Programa Ambiental de Naciones Unidas, químicos tóxicos contaminan nuestra cadena alimenticia a través de su presencia en los océanos. El plástico no sólo afecta el planeta, con consecuencias devastadoras, sino también la salud humana.
Frente a este panorama, cada vez son más los que alzan la voz y accionan para combatir esta destrucción masiva. Quiénes son los referentes de nuestro país que, desde distintos lugares, militan contra el plástico.
AGUSTINA BESADA
¿Qué plástico podés eliminar a partir de hoy?
Cada uno de nosotros genera en promedio un kilo de basura por día. Preocupada por esta problemática, Agustina Besada (33)decidió hacer una cruzada contra el plástico. "Me recibí de diseñadora industrial con una tesis sobre Desarrollo Sostenible. Trabajé en una empresa de diseño que utilizaba descartes como materia prima, pero recién me di cuenta de que me interesaba mucho este tema cuando hice una Maestría en Sustentabilidad en la Universidad de Columbia en Nueva York". En ese tiempo, también trabajó como directora de un centro de reciclaje en Brooklyn. "Todos los días recibíamos entre 30 y 50 mil envases y latas", relata. "Eran montañas de botellas de plástico entrando y saliendo. Y sólo eran las que tenían la suerte de entrar en el sistema de reciclaje. Me pregunté qué pasaba con todas las que no".
Apasionada por la náutica y la sustentabilidad, se asoció con su amiga Rocío González y juntas diseñaron un viaje exploratorio de navegación para ver cómo terminan los residuos en los lugares más remotos del planeta. "La idea era vivir en primera persona la problemática y conectarla con la realidad de los estudios científicos. Tomamos muestras y aportamos a un instituto científico", explica Besada. Así nació Unplastify, "una aventura oceánica para explorar el mal uso del plástico". En mayo de 2018, a bordo del velero Fanky, zarpó desde Nueva York junto a su marido y tres tripulantes. Atravesaron los océanos entre América y Europa. En el primer cruce, pasaron cerca de la isla de plástico del Atlántico Norte, a pocos kilómetros de las Bermudas. No la vieron, pero sabían que estaba porque las muestras arrojaban altos niveles de plástico. "Llevamos un dispositivo que nos permitía filtrar el agua. Cuando estábamos a cuatro días y noches de tierra, tomamos una muestra. En una hora encontramos 297 partículas de plástico. Desde el barco el agua se veía cristalina. Fue lo más impactante".
A cuatro días y noches de tierra, tomamos una muestra. En una hora encontramos 297 partículas de plástico. Desde el barco el agua se veía cristalina. Fue lo más impactante.
Cuando tiramos plástico, no desaparece, sino que tarda cientos de años en degradarse. "Se empieza a descomponer en micropartículas y el gran problema es que funcionan como micro esponjas: absorben y atraen químicos tóxicos. Esto está entrando en la cadena alimenticia. Hay un montón de estudios dedicados a identificar cuáles son los efectos en la salud humana", destaca.
A lo largo de su viaje entrevistó a expertos de todo el mundo que coincidieron en que dentro de las tres soluciones a este problema está la educación, la difusión de información y la concientización. Por eso, Unplastify no solo se quedó en la aventura, sino que tiene un programa de concientización en escuelas. "Una vez que lográs darte cuenta de que estamos completamente rodeados de plástico y de que el consumo es excesivo, es muy difícil volver atrás y dejar de verlo". Con el apoyo de National Geographic, trabajan con escuelas secundarias en Argentina, Chile y Uruguay para que los estudiantes puedan desplastificar sus colegios y aprendan a gestionar proyectos de impacto. Desde Unplastify lo que proponemos es ‘repensá vos tu relación con el plástico’, reducí el plástico de tu vida, qué plástico podés eliminar a partir de hoy. Empezá uno por uno y a medida que te acostumbres, eliminás otro."
DAFNA NUDELMAN
Militar ante la indiferencia gubernamental
El estudio de Geyer también señala que los empaques, que normalmente se usan durante menos de un año, son el 54% de los productos plásticos que se tiran a la basura. ¿Cómo hacer para evitarlos? Esta fue la pregunta que se hizo de Dafna Nudelman (30) o "La loca del taper". "Empecé cuando todos mis intentos por reciclar fracasaron", confesó.
En su cuenta @lalocadeltaper promueve reducir los residuos al mínimo. Pero Nudelman ya había impulsado varias iniciativas de reciclaje. Diseñadora gráfica de origen, creó FADUVerde, un proyecto para el manejo responsable de residuos en la Facultad de Diseño y Arquitectura de la UBA. Sin mucho éxito, decidió emprender con YoReciclo, una aplicación tecnológica para unir a las cooperativas de recuperadores con los vecinos. "Eso tuvo sus dificultades y cuando estos proyectos no siguieron dije: ‘Voy a hacer algo. Aunque sea contar lo que yo hago todos los días desde mi casa. A ver si esto inspira a más gente y ayuda a concientizar’".
Desde chica tiene interés por la militancia ecológica. Fue voluntaria en varias organizaciones y hoy trabaja en Germinar, una ONG para concientizar sobre el cuidado del ambiente. Con posgrados en comunicación y sustentabilidad, la cuenta de Instagram fue un camino de ida. "Me resultó fácil usar ese canal para llegar a la gente, porque yo como consumidora seguía a otras me daban información". El nombre nació por su hábito de ir a las heladerías con su propio tupper, para evitar los recipientes de telgopor. "Llevarnos nuestra botella, taza o cubiertos no debería ser raro. Son elementos que necesitamos a diario. Generalmente los usamos descartables, pero tiene más sentido que llevemos reutilizables", señala.
Después de años de experiencia con el reciclado, llegó a la misma conclusión que la mayoría de los activistas: no alcanza como solución. "Es lo mínimo que podemos hacer para no generar un daño mayor. Pero requiere de mucha energía, agua, trabajo humano, transporte. Es muy poco eficiente", asegura. Desde sus redes sociales y blog comparte los productos de uso cotidiano que generan menos impacto ambiental y recomienda estrategias para cambiar nuestra forma de consumir. "Primero hay que cambiar la mirada y tomar conciencia de qué es lo que consumimos. Hacer un autodiagnóstico para analizar qué compramos y qué tiramos. A partir de eso ver cómo se pueden reducir esos productos, comprar a granel, envases familiares o alternativas que no requieran descarte".
De todos modos, Dafna distingue entre plásticos buenos (como los que se usan para higiene médica) y malos (sorbetes y botellas). "El plástico, en mi opinión, tiene muchos problemas, pero también brinda muchas soluciones, así que hay que pensar de qué manera podemos encontrar algún equilibrio que nos sirva a nosotros y no destruya ecosistemas", afirma y enfatiza: "Me parece utópico que a esta altura podamos vivir sin plástico, cuando está en todo, desde la ropa hasta la mayoría de los utensilios. Pero podemos entender que de dos plásticos iguales, quizás el más caro tiene un tratamiento ultravioleta para que no se rompa cuando está en contacto con el sol. El más barato, a los dos años, se empieza a quebrar y lo tiramos porque ya no es útil".
En este sentido, sostiene que debe haber presión popular para que la Legislación entienda la urgencia. "La militancia es necesaria en la medida en que los gobiernos no se ocupan. No hay una toma de posición por parte de la política para regular a las empresas. En todo el mundo es usar y tirar, porque se priorizan los costos económicos y no se tienen en cuenta los costos ambientales y sociales de estas prácticas".
GASTÓN CAMINATA
Hasta que se convierte en un camino de ida
El estudio de Geyer advierte que la única manera de evitar que se generen 34.000 millones de toneladas de plástico para 2050 es ralentizar el crecimiento de la producción de plásticos. Por lo tanto, un cambio en las prácticas cotidianas y una política que acompañe son fundamentales. Las prohibiciones a los plásticos de un solo uso son una tendencia mundial. El Parlamento Europeo aprobó una ley que prohíbe para 2021 una amplia gama de artículos de plástico. La Ciudad de Buenos Aires se sumó a la movida, con la prohibición de sorbetes en hoteles, shoppings, galerías, centros comerciales y eventos. Hoy, el descarte de este elemento equivale a 1,7 toneladas de plástico.
Según el Censo de Basura Costera 2018, de los 46.673 residuos no orgánicos encontrados, 82% corresponde a residuos plásticos.
Esta conciencia legislativa comenzó en las zonas más naturales, donde el impacto de la contaminación se hacía patente a simple vista. Según el Censo de Basura Costera 2018, de los 46.673 residuos no orgánicos encontrados, 82% corresponde a residuos plásticos. Entre ellos, bolsas, colillas de cigarrillos, restos de nylon, tapitas y botellas.
Gastón Caminata (48), pinamarense, al frente de dos restoranes, fue uno de los primeros en exigir al municipio que se dejaran de vender plásticos de un solo uso en las playas. Se define como un "despertólogo ambiental". Como si su apellido lo hubiera destinado, se lo puede encontrar en las playas de Pinamar a pie, con su perra y recolectando residuos. "Por suerte ahora ya sólo encuentro alguna servilleta o maderita. Antes había muchas pajitas, colillas, bolsas. Ahora casi no hay botellas, porque los guardavidas, los del balneario, los turistas y lugareños cada vez se concientizan más, a través de charlas en la escuela, cartelería en vía pública, redes sociales y el activismo de organizar limpieza de playas", dice.
Hace más de 10 años que Caminata junta la basura. Su tenacidad y su preocupación por el medioambiente, lo llevaron a presentar una ordenanza a la Municipalidad de Villa Gessell para prohibir los plásticos. "En 2012, hicimos una ordenanza de las bolsas plásticas. Pero no solamente en supermercados, como estaba en la Patagonia, sino en todos los comercios. Años más tardes empecé a ir al Concejo Deliberante otra vez", relata. Durante dos años luchó para eliminar sorbetes y vasos. Iba cada 15 días y sólo recibía respuestas ambiguas y ninguna resolución. "Un lunes, decidí hacer una huelga de hambre. Dejé de comer y dije ‘Sale, vivo o muerto, pero sale’.Entonces, un concejal se acercó y me aseguró que lo iban a tratar el miércoles en asamblea. A los quince días, se votó la resolución".
A fines de 2018, logró que la Municipalidad de Villa Gessell prohibiera los sorbetes y vasos de plástico, y Pinamar se convirtió en la primera ciudad del país libre de estos elementos. Otros municipios, como Mar del Plata, se acercaron a ver el caso y siguieron sus pasos. Desde hace tres años tiene su ONG Big Human Wave, desde donde promulga el programa "Yo amo mi playa". Desea que esto se reproduzca en playas y balnearios de mar y de río de todo el país. "Nosotros somos activistas. Todos podemos hacer cosas desde nuestro lugar. Empezamos de a poco, con alguna limpieza, una charla del tema del plástico, de vivir simple, hacer una huerta y después se convierte en un camino de ida".
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