Costa Bonita: el balneario que nació del sueño de dos aviadores y fue inspiración de un emblemático grupo de música
A 8 kilómetros al norte de Necochea, muy cerca de Quequén se encuentra uno de los desarrollos costeros más singulares de la provincia de Buenos Aires
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Pocos kilómetros al norte de Necochea hay un rincón de la costa que nació de un flechazo: un piloto bajó de su avión, miró el mar y la playa, y sintió que ese paisaje merecía un futuro. “¡Esto es una costa bonita!”, resume el arquitecto y escritor necochense Néstor Jorge Freitas.
Con los años, el lugar atrajo a hippies y artistas, y hasta dejó su huella en canciones de una banda emblemática del rock argentino. También, a su alrededor crecieron historias más oscuras: hubo quienes lo vincularon al nazismo. Esta es la historia de Costa Bonita.

-Néstor, para empezar, ¿cómo surge Costa Bonita?
-La historia de Costa Bonita está íntimamente vinculada al mundo de la aviación. Estamos hablando de fines de los años 40. Durante el primer peronismo se unificaron las aerolíneas y nació Aerolíneas Argentinas. En ese contexto, dos hombres vinculados a la aeronáutica, Müller y Mario Corte, salieron a “ablandar” motores, como se decía entonces: los motores a pistón necesitaban horas de uso para aflojar los aros. En uno de esos vuelos decidieron bajar por esta zona de la costa, vieron una playa y dijeron: “Esto es una costa bonita”. El lugar los impactó, especialmente a Corte que decidió comprar las tierras. Ahí empieza todo.
Corte le compró varias hectáreas de tierras frente al mar a la familia Gil: ese fue el puntapié inicial de lo que más tarde sería el balneario Costa Bonita. Para anunciar su hallazgo, colocó un cartel sobre la ruta 88, a la altura del camino de acceso, que prometía sin vuelta: “La fabulosa Costa Bonita”. Después empezó a lotear el lugar, y casi de inmediato construyó una hostería con un nombre a la medida del paisaje: “Canción del mar”.
-Sin embargo, sobre Costa Bonita circulan muchas leyendas…
-Sí, hay bastante mito. Algunos dicen que se construyó una hostería para vigilar y proteger submarinos alemanes, otros hablan de jerarcas nazis escondidos ahí. Eso es históricamente imposible: la Alemania nazi cae en mayo de 1945 y Costa Bonita todavía no existía. Pero las leyendas también construyen realidad y forman parte de la historia simbólica del lugar.

-¿Cuál fue el proyecto original de los fundadores?
-Ellos soñaban en grande. No pensaban en un par de casitas de veraneo: construyeron edificios importantes, departamentos y también un hotel, lo que hoy conocemos como la hostería. La idea era que Costa Bonita se transformara en una ciudad, en un área fuerte, con identidad propia. Como cualquier padre que mira a su hijo y sueña lo mejor para él.
-¿Los fundadores llegaron a vivir allí?
-Corte no, pero Müller sí. Cuando se jubiló se mudó a Costa Bonita, él fue uno de los grandes luchadores del lugar. Amó ese lugar hasta el final. No se preocupaba solo por los problemas básicos, como el agua, sino que siempre pensó en grande. Son de esos hombres que se mueren amando un lugar y luchando por él. Eso no es poca cosa.
-¿Hubo una época dorada del balneario?
-Sí, claramente. Yo la ubico alrededor de 1960. Coincide con la época dorada de la clase media argentina, cuando el salario alcanzaba, cuando muchas parejas podían construir con el sueldo sobrante, especialmente cuando la mujer se incorporó al trabajo. Eso impulsó muchísimo el turismo y el desarrollo de lugares como Costa Bonita.


-En Costa Bonita llaman la atención tres edificios emblemáticos del lugar, como grandes bloques, y también la hostería. ¿Siguen abiertos?
-Los edificios aparecieron hacia mediados de los años 60. Y la hostería fue, durante mucho tiempo, una marca del lugar: en los años 90 estaba en pleno funcionamiento, era hermosa, muy concurrida. Después cerró, aunque no tengo la fecha exacta, y hoy está abandonada. En cambio, los edificios de departamentos siguen funcionando, de clase media, sencillos pero sólidos. En los veranos va gente porque hay un circuito turístico que conecta Quequén, Bahía de los Vientos, Arenas Verdes y Costa Bonita.
-¿Por qué Costa Bonita no llegó a consolidarse como otros balnearios?
-Por varias razones. Una muy concreta fue la construcción del puerto de Necochea: las escolleras acumulan arena de un lado y de otro lado la chupan. Necochea ganó playas enormes, muy extensas, y Costa Bonita empezó a perderlas. El mar comenzó a avanzar, a erosionar la costa. Donde antes había arena, hoy hay piedras. Lógicamente la gente empezó a ir a Necochea, que además tenía todo el equipamiento. A eso se sumó la falta de una planificación, un armado y trazado de calles caótico. También la ausencia de una política turística en bloque.

Durante la última dictadura militar, a finales de los años 70, el gobierno de la provincia de Buenos Aires redefinió los límites entre los partidos de Lobería y Necochea. Por el Decreto-ley 9327/1979, a partir del 1 de julio de 1979, las áreas urbanas de Quequén dejaron de pertenecer a Lobería y pasaron a Necochea, con el argumento de su mayor integración con esa ciudad y la distancia respecto de la cabecera loberense. Luego, el Decreto-ley 9710/1981 extendió el cambio incorporando a Necochea una fracción rural de la circunscripción de Quequén; en reconstrucciones institucionales posteriores, esa zona se vincula con el sector costero donde están Costa Bonita y Bahía de los Vientos.
-¿Influyó también el movimiento cultural de los años 70?
-Muchísimo. En los años 70 llegaron grupos hippies que se instalaron en toda la costa atlántica, y Costa Bonita no fue la excepción. Algunos le dieron identidad cultural al lugar, otros se fueron con el tiempo. En ese contexto apareció el grupo Arco Iris, una liderada por Gustavo Santaolalla. Muchos artistas frecuentaban la zona y eso formó parte de una etapa muy particular del balneario.
Arco Iris fue uno de los grupos pioneros del rock argentino de fines de los años 60. Su música combinó el rock con raíces folklóricas, climas psicodélicos y una marcada búsqueda espiritual. En sus inicios lo integraron Gustavo Santaolalla, Ara Tokatlian, Guillermo Bordarampé y Horacio Gianello, y luego se sumó Danays “Dana” Wynnycka. Entre quienes siguen de cerca la historia del grupo circula la idea de que su canción más popular, “Mañana campestre”, nació en Costa Bonita y que el tema “Dunas” evoca de manera directa a ese rincón costero.

-¿Ese cambio cultural también influyó en su falta de consolidación?
-Sí. El hippismo argentino como fenómeno terminó en los años 80 y a la par, muchos de los fundadores y referentes del movimiento dejaron de frecuentar las playas. Eso debilitó el proyecto original.

Además de su vinculo con la música, Costa Bonita guarda, entre la playa y los médanos, un sitio especial: la Gruta de la Virgen de Lourdes (patrona de los enfermos) y su pequeña capilla. Cuenta la historia que la gruta fue levantada por una mujer que atravesaba una grave enfermedad. En un viaje a la Gruta de Lourdes, en Francia, le prometió a la Virgen que, si sanaba, construiría una gruta en Costa Bonita. Hoy, es un punto de referencia del lugar, escenario de celebraciones y procesiones, y durante el verano la capilla suele abrir sus puertas para las misas de los domingos.
-Para cerrar, Néstor, cuando mira la historia de Costa Bonita, ¿qué siente?
-Siento que es una historia de sueños grandes, de hombres que pensaron más allá de lo individual. Costa Bonita no fracasó por falta de amor, sino por causas que superaron a quienes la imaginaron. Yo creo mucho en el aprendizaje que deja el fracaso. Esta es una patria hermosa, con historias hermosas, aunque a veces no sepamos cuidarlas como se merecen.
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