Crossfat: una rebelión contra la dictadura de la delgadez
Primera serie: panceta, huevo y pan de queso. Segunda serie: doble panceta, doble huevo y doble pan de queso. Y eso es apenas el calentamiento. Comer, mucho y sin culpas, puede ser tan exigente en términos físicos como un ejercicio aeróbico y a eso se dedica el CrossFat, según descubrí al explorar mis redes sociales: en la foto de un festín de panceta, huevo y pan o de una mujer robusta que luce con orgullo sus rollos, el hashtag #crossfat define un fenómeno que se propone como alternativa al tiránico CrossFit, el entrenamiento inspirado en las rutinas militares. Según la definición del Urban Dictionary, el CrossFat es "la ingesta superflua de calorías en sesiones individuales en aras del hedonismo". Pero además se propone como una rebelión a la dictadura de la belleza, la juventud y la delgadez como los únicos atributos deseables del cuerpo en esta época.
"Me considero una gorda CrossFat o, mejor dicho, una gorda que hace su propio sistema de acondicionamiento físico involucrando lugares de cuidado y afectividad", escribe Lux Moreno en Gorda vanidosa, un revelador ensayo recién publicado que analiza la gordura en la era del espectáculo. Profesora de Filosofía, Lux se declara activista gorda y por la diversidad corporal. Deportista desde chica, se resiste a los mandatos de la gimnasia típica (esa en la cual "ser bello, sano y delgado tiene como correlato estar en forma o to be fit") y practica un fitness alternativo con perspectivas de género y diversidad. "No vamos a hacer actividad física para cumplir con los imperativos de la salud y la belleza sino que lo hacemos para registrar el cuerpo desde una posición singular", dice Lux. Si el CrossFit, con sus flexiones, tracciones y lesiones, refuerza los estereotipos masculinos que asocian al hombre con la fuerza, la resistencia y el deber, el CrossFat fomenta un trato más indulgente con el cuerpo: un ejercicio cuidadoso o un gustito hedonista.
El activismo gordo existe desde la década del 60, cuando se masificaron los movimientos por los derechos civiles y las libertades individuales, pero ahora se habla cada vez más de los fat studies, los estudios culturales que buscan respuestas para algunas preguntas incómodas. ¿Por qué el tamaño de nuestros cuerpos afecta el éxito y la inserción social? ¿En qué momento naturalizamos que ser gordo equivale a ser inútil, enfermo o feo? Sometido a las fuerzas del mercado, el cuerpo no es ajeno a las exigencias del ultracapitalismo: se cree que el gordo es ineficiente porque solo produce grasa ahí donde el sistema exige músculo.
La orden es clara: por cada huevo revuelto, diez minutos de cinta para quemar el exceso. "Todas estas prácticas, mediadas por los discursos de los estereotipos corporales, expresan la exigencia social de hiperproductividad y de buena gestión del tiempo que nos permita cumplir con las reglas impuestas por el sistema de consumo", nos alumbra Lux. Con su rutina que no elimina calorías sino que las incorpora sin culpas, el CrossFat es más clemente con el propio cuerpo: ante las presiones que exigen la cinturita de avispa o el bíceps de tornero, hace la vista gorda.
LISTAMANÍA: CINCO CLAVES DEL MOVIMIENTO BODY POSITIVITY
- 1. Igualdad. Nacido en los años 60, es un movimiento social que lucha por la aceptación y la valoración de todos los tipos de cuerpos humanos, sean del talle que fueren: XS o XL.
- 2. Salud. Entre sus principios se propone celebrar el "orgullo gordo" con el objetivo de combatir los trastornos alimenticios como la bulimia o la anorexia.
- 3. Feminismo. Sin limitaciones de género, se enmarca dentro de los movimientos feministas y queer porque las mujeres padecen mayores presiones corporales que los hombres.
- 4. Modelos. En inglés, plus models: se propone la participación de modelos de porte grande en las campañas publicitarias. En la Argentina se lucha por la ley de talles.
- 5. Gimnasia. Los activistas gordos se exhiben haciendo yoga, bailando o trotando para cuestionar la idea de que las personas con sobrepeso son vagas o insanas.