Cuál es el secreto de la felicidad
¿Qué hace feliz a una sociedad? ¿Qué podemos aprender sobre la felicidad de otros lugares? ¿Cuán felices nos hace el sentimiento de comunidad y el hecho de poder confiar en alguien cuando lo necesitamos? Son preguntas que alguna vez se formuló el danés Meik Wiking, antes de fundar el Instituto Internacional de Investigación sobre la Felicidad de Copenhague.
El también autor de Lykke, en busca de la gente más feliz del mundo y del best seller, Hygge, La felicidad en las pequeñas cosas (Libros Cúpula), cuenta a LA NACION porqué la Argentina suele desempeñarse bien en el Reporte Anual de la Felicidad de las Naciones Unidas y qué hacen tan bien los escandinavos para disputarse siempre los primeros puestos.
Además, el autor de Lykke (felicidad en danés), comparte los motivos que lo llevaron a crear el Instituto más feliz del mundo. Además de dirigir su instituto, Wiking es investigador asociado por Dinamarca en la Base de Datos Mundial de la Felicidad y miembro fundador de la Red Latinoamericana de Políticas de Bienestar y Calidad de Vida.
¿Qué factores determinan la felicidad en un país? ¿Cómo se puede objetivar una medición de la felicidad, sobre todo teniendo en cuenta la gran diversidad y disparidad de las sociedades?
Mi interés radica en comprender qué tienen en común las personas y las sociedades felices. Mi último libro analiza los seis factores que parecen explicar porqué algunos países y personas son más felices que otros: relaciones, amabilidad, dinero, confianza, salud y libertad.
No importan ni el frío ni el encierro en los países escandinavos, son los más felices según el reporte de la ONU. ¿Cuál es la fórmula de los países más felices?
Creo que es justo decir que a todos los países nórdicos les va bien en el ranking, no sólo a Dinamarca. También encontramos personas felices en todo el mundo. Y es importante subrayar que estos rankings están basados en promedios. ¿Cuál es el nivel promedio de felicidad en un país? Dinamarca es relativamente buena brindando calidad de vida a la gente, pero no es una utopía ni tiene el monopolio de la felicidad. Pienso que lo que Dinamarca hace bien –junto con los otros países nórdicos– es que son bastante buenos convirtiendo la riqueza en bienestar, atención médica universal, educación universitaria gratuita, igualdad de oportunidades (relativamente hablando) para hombres y mujeres. Todas esas cosas impulsan a la calidad de vida.
Como alguien muy orgulloso de su país de origen, ¿puede ver sus defectos? ¿Qué falta en Dinamarca para anotar un 10?
Pienso que cada país tiene desafíos. Dinamarca incluida. El país está lejos de ser una utopía. Veo un problema con las crecientes desigualdades, soledad, yjóvenes estresados y deprimidos.
A pesar de las crisis, la Argentina se desempeña bastante bien en el ranking de felicidad, por encima de varios países más desarrollados. ¿Cuál es su opinión acerca de esto?
Lo mismo que antes. Si eres bueno en convertir riqueza en bienestar, y cuando el dinero es importante, hay otras cosas que pueden importar más, como las relaciones sociales. Nuestros amigos, nuestras familias. Y es posible que la Argentina tenga un fuerte tejido social que haga maravillas para la felicidad.
Consejos para lograr la felicidad del libro Lykke
- Unión: rituales de comida y velas
Tomarnos nuestro tiempo y recuperar la hora de la comida para sentarnos con amigos, familiares y colegas, y disfrutar de su compañía y de una comida lenta. La ritual de la comida en Francia es importante. En las escuelas públicas, por ejemplo, los niños comen tres platos. Las servilletas de tela y los cubiertos de metal revelan que el ritual de la comida es casi tan importante como la comida misma. Se trata de sentarse y comer tranquilamente. Según un estudio de la Universidad de Liverpool, publicado en el American Journal of Clinical Nutrition, comer frente al televisor da cuenta de hasta un 5% más en los niveles de obesidad. En la mayoría de los países se recomienda ingerir una cantidad mínima de fruta y de verduras al día, en Francia, además, se sugiere comer con otras personas. Esto es algo que podríamos aspirar a hacer con más frecuencia.
- Salud: subite a la bici
Este fin de semana desempolvá la bici y salí al exterior. Casi todos tenemos hermosos recuerdos de cuando montábamos en bicicleta en la infancia. ¿Era divertido? Ya es hora de reavivar ese amor. O de enamorarse por primera vez de las dos ruedas. Si no saben hacerlo, se puede buscar una escuela de ciclismo o alguien que pueda enseñarnos. Si no tenemos bicicleta, podemos pedir una prestada, aunque cada vez más ciudades disponen de un sistema público de alquiler. Usar la bicicleta en lugar de coche o del transporte público, o salir con ella los fines de semana.
- Confianza: entrená el músculo de la empatía
Leer literatura y moverse más allá de los círculos sociales habituales para comprender mejor el comportamiento de otras personas. Podemos ponernos en la piel de los demás leyendo algunas obras de literatura. Podemos comenzar con libros como Matar a un ruiseñor, de Harper Lee; el Gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald o Las uvas de la ira, de John Steinbeck. Buscar contextos sociales que nos permitan movernos más allá de nuestros círculos sociales habituales. Visitar lugares donde vivan personas que se encuentran en el extremo opuesto de nuestro espectro político. Si escuchamos historias de la gente, es posible que nos demos cuenta de que podríamos haber tomado las mismas decisiones si hubiéramos vivido su vida en vez de la nuestra. No somos tan diferentes; solo tenemos puntos de partida distintos.
- Libertad: iniciativas para no interrumpir
Para aumentar la sensación de libertad en el trabajo, podemos instrumentar iniciativas como los martes por la mañana sin interrupciones. Iniciemos un debate en el trabajo sobre cómo la flexibilidad y la autonomía pueden mejorar la satisfacción y la productividad. ¿Podrían implementarse los martes por la mañana sin interrupciones, o dos o tres horas en los que no haya reuniones, llamadas ni se envíen correos electrónicos? Se puede hacer un período o dos de prueba y después evaluar su efecto en términos de satisfacción y productividad. Otra alternativa es trabajar los miércoles en casa. Si el trabajador se ahorra dos horas de traslado, puede dar una hora extra a la empresa y aún así ganar una hora libre.
Antes de estudiar los factores clave de la felicidad, Wiking era director de sustentabilidad. "Pero dos situaciones que ocurrieron en 2012 me hicieron establecer el Instituto de Investigación de la Felicidad y escribir sobre eso. Primero, en 2011, la ONU publicó una resolución que establecía que "la búsqueda de la felicidad es un objetivo fundamental de la humanidad" y en 2012 publicó su primer Reporte Mundial de la Felicidad. Teniendo en cuenta un número de factores, el reporte fue publicado cada año y me complace decir que Dinamarca ha encabezado cuatro veces la lista de un total de cinco. Se me ocurrió que alguien en Dinamarca debía intentar investigar por qué estamos tan bien en el ranking de la felicidad y entonces pensé que tal vez podría hacerlo yo mismo. Al cabo de dos meses dejé mi trabajo y empecé a prestar más atención al interés global de qué nos hace felices".
"En segundo lugar, al mismo tiempo de estos estudios, mi mentor en el trabajo, un buen colega y amigo personal, enfermó gravemente y murió a los 49 años. Hace muchos años, mi propia madre también murió cuando tenía 49 años. Cuando mi mentor murió, comencé a pensar qué pasaría si también sólo iba a llegar a 49. ¿Qué me gustaría hacer? ¿Por qué no crear algo que fuera realmente emocionante?"
Cuenta en su último libro que en sus inicios un banco se negó a otorgarle un préstamo cuando le preguntaron sobre su ocupación. Y que durmió en el sillón de un amigo. ¿Su trabajo no fue tomado en serio en sus inicios? ¿Qué opinaban sus colegas, amigos?
Creo que todavía hay mucho escepticismo en torno a la investigación de la felicidad. De la misma manera la gente fue al principio escéptica acerca de la depresión, el estrés u otros problemas de salud mental. Estamos enfrentando los mismos desafíos. Creo que mi familia y amigos pensaron que era arriesgado renunciar a un trabajo bien remunerado como director cuando la crisis financiera aún se avecinaba y comenzar algo tan loco como un instituto de investigación de la felicidad.