Cómo funciona la estimulación cerebral que mejora la memoria a corto plazo
Un estudio realizado por la Universidad de Boston dio a conocer una innovadora forma de ayudar a las personas a activar la memoria cuando les es necesario
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Con el correr de los años, la concentración de las personas para recordar a otros, recuerdos vividos e incluso fechas importantes se torna cada vez más difícil. Es por eso que son cada vez más los intentos de la neurociencia por dar con la fórmula que estimule la memoria al punto de poder recordar todo lo que está almacenado en nuestro cerebro cuando lo precisemos.
Una investigación reciente realizada por la Universidad de Boston y publicada en la revista científica Nature Neuroscience, habló por primera vez de la utilización de corrientes eléctricas para aumentar la capacidad de almacenar y recordar palabras en mayores de 65 años.
Aunque la imagen de una persona recibiendo corriente eléctrica puede ser impactante para muchos, Masud Husain, profesor de neurología y neurociencia cognitiva de la Universidad de Oxford, explicó en su comunicado que estos serían los primeros pasos para obtener resultados de obtención de memoria a largo plazo.
“El estudio aporta pruebas importantes de que la estimulación del cerebro con pequeñas cantidades de corriente eléctrica es segura y también puede mejorar la memoria”, sumó el Dr. Richard Isaacson, director de la Clínica de Prevención del Alzheimer del Centro de Salud Cerebral de la Facultad de Medicina Schmidt.
¿A qué se sometieron los voluntarios en esta investigación?
Para poder dar con estos avances en neurociencia, los científicos de la Universidad de Boston convocaron a 20 personas de entre 65 y 88 años que fueron separadas en tres grupos. Un grupo trabajó la memoria a largo plazo y otro la memoria a corto plazo. Mientras que el tercer grupo restante se sometió a un proceso simulado para servir de grupo de control.
Los experimentos en los individuos alternaban la aplicación de ondas gamma a 60 hertz y ondas theta a 4 hertz a dos centros cerebrales que desempeñan papeles claves en la memoria. Estas pruebas fueron llevadas adelante durante cuatro días consecutivos, lo que se le pedía a los postulantes es que leyeran 20 palabras y que mientras eran enviadas las ondas pudieran retener la mayor cantidad posible de las mismas.
Para poder conocer un resultado confiable del experimento, los investigadores se basaron en dos premisas:
- ¿Qué tan bien recordaban los participantes las palabras del final de la lista, que acababan de escuchar? Esa sería la medida de la memoria a corto plazo o de trabajo.
- ¿Cuántas palabras podían recordar del principio de cada lista, que habrían sido escuchadas minutos atrás? Ese resultado evaluaría la capacidad de recordar durante un periodo de tiempo más largo.
¿Cuáles fueron los resultados?
Al concluir las pruebas, los resultados fueron muy alentadores. 17 personas de las 20 que se sometieron a la estimulación gamma de alta frecuencia mejoraron su capacidad de recordar palabras desde el principio de la prueba, lo que los investigadores denominaron memoria a largo plazo.
En tanto, 18 de las 20 personas que fueron sometidas a la estimulación theta de baja frecuencia mejoraron su memoria de trabajo a corto plazo, o su capacidad para recordar las últimas palabras escuchadas.
Por último, las personas que recibieron una estimulación simulada vieron resultados que “se traducen en que los individuos mayores recordaron, en promedio, de cuatro a seis palabras más de la lista de 20 palabras al final de la intervención de 4 días”, dijo el coautor del estudio Robert Reinhart, director del Laboratorio de Neurociencia Cognitiva y Clínica de la Universidad de Boston.
Al mes de haber obtenido estos resultados, los científicos les solicitaron a todos los participantes que hicieran otra prueba de recuerdo de palabras para ver si las mejoras en la memoria perduraban en el tiempo.
En general, los resultados mostraron que las corrientes theta de baja frecuencia mejoraban la memoria de trabajo a corto plazo al mes, mientras que la estimulación gamma de mayor frecuencia no lo hacía. Lo contrario ocurrió con las memorias a más largo plazo: la gamma, pero no la theta, mejoró el rendimiento.
Es por esto que los propulsores de este proyecto insisten en que podrían adaptarse las descargas de energía a cada persona, según sus necesidades, para obtener resultados personalizados.
“En un mundo ideal, el objetivo final sería disponer de un dispositivo portátil para el hogar que pudiera ofrecer esta terapia”, dijo Isaacson, administrador de la Fundación McKnight de Investigación Cerebral, que financia la investigación sobre el envejecimiento del cerebro.
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