
David Nalbandian: "No quiero ser un robot"
No piensa negociar su modo de vida: el asado, los amigos del pueblo, la adrenalina. "Lo importante es disfrutar", es su máxima. Su carácter irascible, las tradiciones familiares, su eterno noviazgo. De todo eso habla uno de los tenistas más importantes que ha dado nuestro país, que todavía sueña con ganar la Copa Davis
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Su fama de difícil se desvanece cuando, cual caballero (cortés, noble y de buenos modales, según dice el Diccionario de la Real Academia Española), ofrece mate o té con leche en el día más frío del año. Ya es de noche y él cumple órdenes como un soldado en el Estadio Malvinas Argentinas, en La Paternal, donde está grabando un comercial. Saluda a su doble de cuerpo –que también participa del making off del spot–, firma pelotas fosforescentes, reparte sonrisas a la tribuna y termina el segundo termo de un día que, uno sospecha, ha sido muy bueno para el Rey David, como muchos lo llaman en su adorado Unquillo, en la provincia de Córdoba.
En los últimos meses, David Nalbandian fue noticia por sus exabruptos (patada a un banquito en la final del torneo de Queen's que a su vez golpeó al juez, que terminó lesionado). Pasión, bronca y polémica en torno de uno de los tenistas más increíbles que dio nuestro país. Pero ahora todo es relax y disfrute, a pesar de los nervios lógicos de estar a horas de subirse a un avión rumbo a Londres, donde ya se encuentra para representar a nuestro país en los Juegos Olímpicos.
–¿En qué instancia se supera esa tensión?
–¿Quién dijo que se supera? No, los nervios siempre están; si no, no sos de este mundo. El dolor de estómago es un clásico. El cosquilleo que aparece veinte minutos antes de jugar, también. Supongo que cuando uno pierde eso es que ya nada le importa. Siempre está ese hilito de tensión, incluso dentro del partido. Pero bueno, hay que ir trabajándolo e intentar ser lo más frío posible.
–Ultimamente demostraste que muy frío no sos...
–Me equivoqué y ya lo dije. Lo de la patada fue un momento de calentura y nada más. Me descargué; estuve ciego y no me di cuenta de que había un tipo atrás. Fue todo con tanta mala suerte que terminé lastimándolo. Me quise matar, la verdad es que no medí lo que hice. No me justifico, pero estas cosas me pasan por ser tan competitivo.
–Se supone que a tu nivel el ser competitivo es una virtud.
–Sí, eso está claro. Pero hay que controlarse.
–Podrías echarle la culpa a la sangre. Mezcla de italianos y armenios, ¿no?
–Y sí, con esas mezclas no quedaba otra que ser apasionado. Puro fuego.

–Y audaz. ¿Es cierto que saltaste desde la torre más alta de Europa? Además del rally, las aventuras con los tiburones.
–A ver... Lo del jumping es cierto, fue en Austria y me divertí a lo loco tirándome de la torre más alta. Y todo el mundo sabe de mis gustos por los autos. Incluso he tenido un equipo con un amigo. Me encanta. ¡Pero lo de los tiburones! A ver si entienden... Me da cosa decirlo [se tienta de risa]. ¡Pero lo de los tiburones fue en un acuario! Muchachos, el riesgo era cero. Me da pudor hablar de esto, tener que ponerme a explicar estas cosas. Lo que pasa es que alguna gente ha querido criticarme a partir de esto. Entonces exageran, se hacen cuentos increíbles.
–¿Y cuál sería la crítica?
–Supuestamente que me disperso y hago cosas que ponen en riesgo mi vida. La realidad es que no es cierto, pero de serlo, ¿cuál es el problema? Es mi vida. Me criticaron mucho por subirme a un auto preparado para correr porque piensan que le quito tiempo a mi carrera. Y yo digo, ¿qué tiene de malo hacer lo que me gusta cuando tengo uno o dos días libres? Si tuviera locura por el cine, seguramente no dirían nada. Pero lo lamento, a mí me tira todo lo que tiene que ver con la adrenalina. Disfruto y no voy a cambiarlo porque alguien hable. Para mí lo importante es disfrutar. Yo no quiero ser un robot.
–Sucede que a veces el disfrute no es compatible con estas carreras tan sacrificadas. A lo mejor lo tuyo es muy especial.
–No sé. No lo analizo. Sólo creo que si no sos feliz, no podés vencer en nada. Menos, en un partido. El disfrute es la nafta.
–¿Qué otras cosas te permitís y se transforman en ese combustible indispensable?
–Cosas simples. Un asado, por ejemplo. Obviamente que cuando no se puede, no se puede. Pero cuando disfruto, lo hago desde el alma. El asado en Unquillo con familia y amigos es sagrado. Y también, cuando se puede, la copa de vino. Por supuesto, creo que los excesos son malos. Pero todos. Es malo exagerar con el entrenamiento, con la concentración, con el descanso, con el alcohol. Y con el asado, claro.

–Dicen que sos muy buen asador.
–No, lo preparo sólo a veces. Pero la verdad es que salen buenos; no recibí quejas.
–¿Algún secreto?
–A veces escucho que hablan de técnicas y cosas rebuscadas acerca de las brasas, la manera de ponerlo. Pero basta, yo creo que el secreto es el carnicero. El mío se llama Darío Torres.
–Ya que estamos con secretos, podríamos ir a intimidades. Se sabe que tenés una novia eterna, pero no mucho más.
–Trece años de novios. ¡Nos estamos conociendo!
–¿Qué tiene que suceder para que le pidas matrimonio?
–Bueno, paso a paso. Ya convivimos.
–Sos muy reservado, pero igual no te salvaste de algunos escándalos mediáticos (lo vincularon con las modelos Sofía Zámolo y Victoria Vanucci).
–¿La verdad? Que digan lo que quieran. Yo sé bien lo que hago. La realidad es que estoy feliz, en pareja, desde hace mucho tiempo. Por supuesto, proyecto formar una familia más adelante. Pero todas esas cosas tan lindas me las guardo para mí. En mi pueblo todos saben cómo soy. Y acerca de los chusmeríos mediáticos, ¿qué puedo decir? Que hicieron agua, simplemente, porque eran mentiras. Nunca pudieron encontrarme nada. De todas formas no me obsesiono ni persigo. Cada uno se dedica a lo que puede. Por suerte yo soy muy feliz con lo mío.

–¿Cuándo sospechaste que el cuento de príncipes y gloria podía llegar a sucederte?
–A los 12 años me había dado el visto bueno Guillermo Vilas, y ya viajaba por el mundo. Dos años después salimos campeones con el equipo argentino. A partir de ahí empecé a tomar dimensión de lo que podía llegar a sucederme. Fue muy mágico.
–¿Cómo era entonces tu familia?
–Humilde. Ellos se unieron mucho para que yo pudiera competir. Mi hermano me entrenaba y me llevaba por el mundo. Fue un sacrificio muy grande para todos.
–¿Te hicieron sentir el elegido?
–Siempre me hablaron del poder del esfuerzo y el sacrificio. En el tenis no pasa por ser el elegido, ni siquiera la cosa se limita al don. Hay muchos factores. Si sos aguerrido, pero no tenés otras virtudes, la cosa no va. Si tenés el don, pero no lo ayudás con sacrificio, tampoco. Es una combinación de muchísimos factores. La realidad es que hoy hay un batallón de pibes de 14 y 15 años que le pegan muy bien a la pelota. Todos parecen que van a llegar, pero después se quedan.
–¿Qué les falta?
–Mentalidad ganadora.
–¿Y eso cómo se consigue? ¿En qué consiste, exactamente, una mentalidad ganadora?
–Creo que es una virtud con la que uno nace, pero también se aprende un poco. Uno es lo que se propone, pero si no tenés un fuego interno, no sirve. Es bastante inexplicable todo esto. Me cuesta ponerlo en palabras. Pero insisto en el tema de ese fuego interno, tan poderoso, que no se sabe quién te lo manda, pero que te impulsa hacia adelante.
–Entonces hablás de magia. O de estrella. Algo así.
–Algo así.
–¿Y el destino qué papel juega?
–No creo que exista un destino. Cada persona lo va forjando. Uno es, consciente o inconscientemente, lo que quiso ser.
–Eso puede sonar desalentador para los que jamás ni siquiera rozaron el éxito.
–Es que el éxito no es la felicidad. Si me preguntan cuál es mi sueño, seguramente diga que ganar la Copa Davis. Pero no soy tan tonto de creer que esa es la felicidad máxima. Sí puede serlo profesionalmente. Una postal que me encantaría poder protagonizar.
–¿Qué otras postales existen en tu mente?
–Si voy para atrás, me veo ganando el Masters. Veo a mi madre y novia en la tribuna. También la final de Wimbledon. Y una muy triste, que me marcó para siempre, que fue la muerte de mi viejo.
–¿Creés en Dios?
–Somos una familia católica, pero no voy seguido a misa. Creo que las cosas se dan como consecuencia de. Nunca creí en las casualidad ni en la suerte.
–No creer en la suerte...
–Nada. Nunca me van a ver repitiendo un calzoncillo o una remera porque gané con eso en un partido. Ni siquiera creo en la mala onda. Creo que eso es como ver el vaso medio lleno o medio vacío. Yo no la veo, no la registro.
–¿Tampoco registrás el miedo?
–No, la verdad es que no tengo miedo. Ni siquiera le temo a la muerte. Trato de no pensar. Será porque me atrapa tanto el tema del riesgo, la adrenalina. Si me enroscara con lugares oscuros, no haría ni la mitad de las cosas. Siempre fui hiperactivo. De chico la volví loca a la vieja. No paraba un segundo.
–¿Sos muy pegado a tu mamá?
–La adoro con el alma, pero no somos pegotes. Nos mandamos mensajes de texto y no todo el tiempo. Viví con ella hasta hace dos años, pero ella es superindependiente.
–No es la típica madre armenia que lleva la bandeja a la cama.
–No. Igual ella no es la armenia, sino mi abuelo. Pero algunos creen que ella también es de ahí porque cocina platos armenios de una manera espectacular. Aprendió todas las recetas de la familia, así que con mis hermanos nos criamos comiendo delicias orientales, como el keppe.
–¿Crudo?
–Desde ya. El verdadero. Carne cruda, cebolla y todas las especias. Bien power, como me gusta vivir a mí.

Perseverante. Nalbandian, al final de la filmación del comercial de Rexona Yo no abandono, Rexona tampoco. Como Neymar en Brasil, el tenista argentino es embajador de la marca y, con esta campaña, se siente identificado: "Todo el tiempo me desafío a mí mismo y me pongo nuevas metas. En el mundo del tenis –como a veces en la vida– año tras años todo cuesta un poco más. Pero no salir a la cancha no es una opción"
PELOTEO EXPRES
Coquetería "¿Entre los lindos del tenis? No me lo creo ni ahí. Soy cero metrosexual. Apenas uso protector solar para no ponerme muy colorado."
Aroma "Me encanta el olor a tierra mojada. Y el del mate."
Ciudad "Roma y París siempre me emocionan."
Argentinos "Amo el país. Soy de la idea de que los últimos presidentes que tuvimos no han hecho todo ni tan mal ni tan bien. Pero bueno. Ojalá en un futuro mejoremos en el tema del respeto. Eso falta."
Lectura "Me gustan las novelas. La última fue El sillón del águila, de Carlos Fuentes."
Retiro "Será cuando empiece a sufrir adentro de una cancha. El día que pierda los objetivos, las ganas de competir y el ejercicio del sacrificio. ¿Qué haré entonces? Empezaré una nueva etapa, ni mejor ni peor. Seguramente seguiré inquieto porque eso está en mi ADN."
Amigos del tenis "Es cierto que es un deporte muy individualista, pero yo soy amigo de casi todos los argentinos y españoles. Hacerte amigo de un checo, por una cuestión de culturas, es mucho menos posible."
Lugar en el mundo "Unquillo para siempre. Aunque vaya y venga yo vivo ahí, en mi pueblo. Y volveré. Allá soy David, uno más. Están acostumbrados a verme permanentemente. Es mi oasis y tranquilidad."
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