¿El fin de los celos? Los jóvenes quieren erradicarlos de sus relaciones de pareja
"¿Y qué onda los celos?", reza una pregunta desde la plataforma Beba (@somosbeba), espacio de debate hecho por chicas y para chicas. Pero también es la pregunta de una centennial que escribe al #Bimbotiquín (consultorio sentimental de Srita Bimbo en la radio FutuRock). Y es un tema que interpela cada vez más a las nuevas generaciones, en tiempos de resignificación de los vínculos. También es un debate encendido en artículos y cavilaciones colectivas habilitadas por el feminismo. "La sororidad no es menor: los celos siempre tuvieron que ver con la competencia de las mujeres por el amor del hombre, o de la infidelidad del varón en su derecho como tal. Pero cuando las mujeres se unen dejan de competir entre ellas", opina Melanie, de 29 años.
Es que si bien el amor romántico está en un proceso actual de deconstrucción por las nuevas generaciones, que están tratando de dejar atrás ideas muy arraigadas que desde siempre naturalizaron cierta función de los celos ("está bien que te celen", "si te celan es que te aman", y otros lugares comunes y tóxicos), hoy al planteo se le suma el componente de preguntarse por la relación entre las mujeres, el sinsentido de una rivalidad históricamente impuesta, y las relaciones de desigualdad que generan los modelos clásicos.
"A mí me pasó que desde los 16 años tuve relaciones en las que tuve que luchar mucho con mis inseguridades y los celos, y la verdad hice un montón de cosas de las que no me siento para nada orgullosa, pero a su vez hay experiencias que te marcan. En mis primeras relaciones sufrí infidelidad y lo sufrí mucho, desarrollé una desconfianza y una paranoia muy grandes. Lo trabajé haciendo terapia y encontrando un compañero con el que tener total sinceridad. Justo coincidió con #NiUnaMenos, y ahí empecé a entender un montón de cosas, a dejar de ver a las otras chicas como enemigas, y muchas veces a darme cuenta de que las pibas que me daban celos eran chicas que me parecían atractivas o me gustaban a mí más allá de mi novio. Vas abriendo los ojos en un montón de cuestiones sobre vos y tu sexualidad", completa Melanie.
Muchos de los relatos de jóvenes tienen que ver con un recorrido experiencial, en muchos casos habiendo pasado por relaciones celosas, asfixiantes o violentas inclusive, y haciendo un proceso –que a diferencia de generaciones anteriores– se elabora tanto en el plano personal como colectivamente a través de las redes sociales, las conversaciones públicas, los medios y los consumos culturales. En este sentido, son muchas las chicas jóvenes que aseguran no tener recuerdo de haber escuchado jamás a madres o hermanas mayores hablando de vínculos o experiencias (buenas o malas) en los términos en los que se lo hace actualmente, desde edades muy tempranas, socializado en las tribus o grupos de pertenencia; que en el caso de mujeres, abarca un colectivo cada vez mayor. "Hoy me encuentro deconstruyendo un montón de conceptos con y para una generación que cuenta con bases distintas de las mías. Una generación que entiende que los celos están mal, que reproducen un modelo que no les interesa seguir. Y que casi siempre son el primer paso hacia una relación violenta. Desde Beba nos interesa acompañar y visibilizar los procesos que se están –y estamos– atravesando para vivir el amor de otra manera, más libre. Y esto nada tiene que ver con la falta de compromiso o con la poligamia, sí con el respeto y los límites sanos", relata Emi, de 25 años, directora de Beba.
Responsables en lo afectivo
No es casual tampoco que otro término que se ha popularizado en el último tiempo es precisamente el de "responsabilidad afectiva", y que surge en relación al abuso y el maltrato, pero que se extiende más allá de la violencia física, yendo al terreno psicológico y simbólico –donde también se dirime la cuestión de los celos–. O como explica la propia Bimbo desde su programa: "La verdadera libertad no es poder estar con más gente, sino poder no tener estos pensamientos. El núcleo de los celos es nuestra mirada sobre nosotros mismos. Qué importa poder estar con otros si estás pensando todo el tiempo que te pueden cambiar por otra".
Este trabajo conceptual que en otras generaciones también era elaborado en consultorios sentimentales de revistas femeninas o directamente en terapia, por lo general más asociado con las mujeres (ya que se validaba no solo que los hombres fueran infieles, sino además que las mujeres lo toleraran), hoy se ha normalizado y surge espontáneamente de la mano del propio autodescubrimiento adolescente. O al menos así lo describen, sin tanto dramatismo, más asociado al placer y la libertad que a la privación forzosa o culturalmente impuesta muchos jóvenes como Alejandro, de 21. "Sobre los celos, es un tópico que nosotros los centennials tenemos muy en cuenta en nuestras relaciones, pero por suerte para dejarlos afuera. Vimos terminar tantas historias de manera trágica por culpa de los celos que hoy ya casi no podemos tolerarlos. Estamos en un mundo tan estimulante y tan cambiante que buscamos personas que estén dispuestas a crecer y aprender con uno, poder compartir todo lo que vivimos y nuestras curiosidades. Queremos los celos fuera de las relaciones porque son un impedimento para el autoconocimiento. Vemos el experimentar y la curiosidad como un momento de aprendizaje y crecimiento, y lo celebramos".
Tóxico o no tóxico
"Los celos como una extensión de ese modelo de amor romántico que tantas veces me la hizo dar contra la pared. Hasta el límite de encontrarme entre el varón y la pared, literal. Porque los celos en los varones, muchas veces, concluyen en violencia. Si ellos no se demostraban celosos, yo automáticamente me encargaba de que lo estuvieran. Sentía que así tenía que ser, para probar qué tanto me querían", relata Emilia sobre sus experiencias pasadas.
Es que si hay algo en lo que los centennials y millennials se han vuelto proficientes es en la aceleración de los ciclos, con mucho recorrido en poco tiempo de vida, con experiencias sexoafectivas tempranas que los llevaron a redefinir(se). Sobre todo las chicas jóvenes parecen estar entendiendo mucho mejor que antes la línea entre natural y patológico, viendo el lado oscuro de los celos, y pensando con amigos y parejas cómo tener relaciones románticas más sanas. O como se menciona en una editorial reciente de la sección Modern Love del diario The New York Times, titulada oportunamente "La delgada línea entre romántico y controlador", entender que muchas veces esos gestos que parecen románticos o galantes son, en verdad, una trampa.
Al diferenciar patológico de normal, el médico psiquiatra Juan Eduardo Tesone aclara: "En esos casos conviene poner distancia y considerar que posesividad no es una manifestación de amor, sino un intento de controlar y negar al otro como persona, con su propia subjetividad y deseos. El sentimiento amoroso consiste en permitir la ajenidad del otro y no impedir su desarrollo como persona, tanto en su vida profesional como en su vida relacional".
Claro que las ideologías no siempre se sobreponen a los sentimientos. O como pregunta Sofía en Twitter: "¿Sintieron celos alguna vez a pesar de creerse un poco deconstruides? Me voy a volver loca con las contradicciones".
Para Tamara, de 24, que hace unos años se obsesionó con una ex con la que sexteaba su pareja, la clave está en no reprimirse y ser sincero con el proceso de cada uno (por separado y en pareja). "Una puede aprender que los celos son una porquería, creerse la gran feminista (¡y hasta tener relaciones abiertas!), pero muchas veces los sentires no van tan rápido como la ideología. Me parece que exigirse reprimirlos es ridículo. Lo que trato de practicar yo es pensar si el accionar del otro realmente me afecta, si me corresponde opinar sobre los otros vínculos de mi pareja, si hay una intención de dañarme y sobre todo si se está rompiendo algún pacto o hay que reformularlos. Sobre mi generación, no tengo una sola amiga que no se esté haciendo preguntas al respecto. Creo que esto también tiene que ver con dejar de ver a otras mujeres como enemigas, depredadoras".
Si los celos tienen más que ver con el que los experimenta que con el receptor, o hablan más de los valores e inseguridades del que cela que del "celado", tal vez no esté de más poner bajo la lupa aquellas ideas que sustentan estas emociones. Nociones de amor, de poder, de acompañamiento, de lo que nos da placer y de lo que creemos que denota compromiso, de lo que nos da temor y de la incertidumbre o complejidad que pensamos que no vamos a poder manejar. "Creo que el dejar los celos de lado nos está haciendo personas más tolerantes y nos está permitiendo conocer diferentes realidades. Queremos elegir a quien sea nuestro compañero por placer y afecto, no porque los celos no nos dejen ver. Buscamos sentirnos libres y acompañados, no queremos ser la propiedad ni propietarios de nadie", cierra Alejandro. ß