
En Villa Paranacito, con patio central rodeado de galerías, adoquines de madera y sillones de mimbre tejido a la vieja usanza.
Soledad Benvenuto es la artífice de Mercado Don Toto y la pionera del crecimiento del Boulevard Sáenz Peña, en Tigre. Ambientadora con sensibilidad de artista, es de esas personas que tienen los pies en la tierra y la mirada en el cielo. Esa capacidad de unir belleza y austeridad es lo que define este sueño largamente acariciado.

"Me enamoré de la idea de estar en el campo después de manejar solamente una hora y media desde Tigre hasta Villa Paranacito"
Soledad Benvenuto

Soledad le puso a este nuevo mundo de sensaciones su ojo experto y también, por supuesto, algo de lo más destacado de su colección de tesoros. Así se fueron configurando los espacios, con adoquines de madera, aberturas de los silos de Puerto Madero y sillones de mimbre tejido a la vieja usanza. Los eslabones que cierran el círculo son la familia y los amigos, las risas andando juntos a caballo, un viento de tormenta sacudiendo los postigos o volver de pescar con los chicos, con los brazos cansados y un montón de barro en los pies.
Huella rural

“Es increíble que, tan cerca, Villa Paranacito te sumerja en el sonido, el sentir y el pulso del campo”, dice Soledad sobre este refugio familiar inspirado en las estancias de principios de siglo pasado.

El living tiene paredes revestidas en tablones de madera arenada, lustrada y quemada, además de gloriosos pisos de adoquines antiguos de madera de Fernando Battilana, autor también de la mesa baja hecha con durmientes.
Los sillones, amplios y profundos, son un diseño de Cecilia Lagos, que colaboró con Soledad en el aspecto más contemporáneo de la ambientación.
Como en una pulpería

El cielo raso pintado en un tono musgo amarronado cobija y envuelve en una añoranza de pulpería. La recreación de ese imaginario trasciende lo visual y se expresa en las texturas, el peso de los muebles y cosas de otro tiempo, pero que se pueden usar.

Confortable sencillez


Claro que puede haber confort en la sencillez: las áreas privadas son buena prueba de esas alegrías entrañables: el abrazo de una vieja frazada, un fuego encendido y la monotonía dulce de una vida sin prisas.


Desde el primer boceto, se incluyeron cuartos para invitados. Los dueños anhelaban que todos pudieran disfrutar de un día de campo, pero también de los atardeceres y las noches de luna.

El cuarto de huéspedes se equipó con un dúo de camas con mantas de vellón (Tienda de Costumbres) y almohadones con pelo (Anthropologie).
Inspiración natural

“Los colores de la casa son los colores del paisaje, que nos regaló los ocres, los amarillos y las maderas gastadas. No hay mayor inspiración que la naturaleza”.

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