Generación creativa
Nacieron a mediados de los '70 y construyeron carreras exitosas a puro talento. Tres formas diferentes de diseñar para ambientar
1 - LA PERSONALIDAD DE LOS OBJETOS
Federico Churba (37), diseñador industrial
¿Qué te inspira?
Me inspira lo que tenga alrededor, experiencias, viajes, situaciones. Poner cosas juntas y que dialoguen entre sí, indagar en la personalidad de los objetos.
¿Cuál es tu obra más importante?
La lámpara Hanoi por varios motivos. En primer lugar reúne varios conceptos que me interesan de un producto, es agradable, funciona bien y recurre a un sentimiento cálido y agradable para quien la mire. Por otro lado fue el primer producto licenciado a una empresa en el extranjero, a la italiana Prandina, con quienes es un gusto trabajar, tanto por su buen trato y respeto como por su increíble catálogo de productos.
Tus maestros fueron…
Varios… En casa y en los primeros pasos laborales siempre estuvo mi viejo (León Churba). Más allá, todos en la familia estuvimos siempre rodeados de objetos, muebles, alfombras y telas diseñados y curados por Alberto Churba. Ya en carrera, Ricardo Blanco y el hermoso equipo docente del cual más tarde tuve el gusto de formar parte, y en general, los maestros.
Soñás con diseñar…
Lo más lindo que tiene la profesión es que podemos operar en miles de campos, todo, a fin de cuentas, es plausible de ser diseñado. Pero debo reconocer que mi corazón está con los muebles.
Se puede afirmar que a los 10 años, Federico Churba comenzó inconscientemente a jugar con la idea de diseñar. Con esa forma inocente que tienen los chicos, claro. Recuerda, como si fuera hoy, que estaba de visita en el estudio de arquitectura de su papá, León, y tomó prestado un papel de calco y unas rotuladoras, y empezó a dibujar unas mesas bajas, con estructura de acero y tapa de vidrio. Así pasó un largo rato tirando líneas y bosquejando mesas embrionarias. Se trataba de un inocente juego, dice 26 años después, ya convertido en el diseñador industrial argentino más prestigioso y con mayor proyección internacional.
Pero para hablar de Federico es necesario conocer a los Churba, su familia de origen paterno. No hay escapatoria. Se ha criado en una dinastía que respira diseño y lleva ofreciéndole al mundo tres generaciones de talentosos creadores. El gran patriarca es Alberto, su tío abuelo, diseñador textil e industrial cuyos sillones forman parte de la colección del MoMa y del Victoria & Albert Museum. Su papá, León, amén de arquitecto, es el propietario de Gris Dimensión, una tienda de equipamiento para la casa. Su tía Graciela es realizadora de unas bellas alfombras hiladas y teñidas a mano. Ya en su mismo plano generacional, su hermana Leticia es otra talentosa diseñadora de bijou y accesorios bajo la marca Perfectos Dragones, y su primo hermano es Martín, célebre creador de indumentaria. Por el lado de su madre, Beatriz Ischin, también fluye el amor por las divinas proporciones: ella es arquitecta y fue representante de Itala, marca escandinava de objetos para la mesa. "El diseño siempre estuvo presente, pero no necesariamente como tema de conversación. Estaba presente en los objetos que nos rodeaban, en el interior de nuestras casas. Más adelante, cuando estaba en la Universidad, pasó a ser un tema de mayor presencia en mi vida y las conversaciones, por lógica, podían ir más en ese camino."
Nacido en Buenos Aires, Federico se recibió de diseñador industrial en la Universidad de Buenos Aires en 2001, y desde entonces su nombre es sinónimo de talento, esfuerzo, crecimiento sostenido. Apenas llevaba dos años de graduado cuando sus primeras piezas de mobiliario y luminarias fueron invitadas a las ferias más importantes del mundo: 100% Design de Londres, ICFF de Nueva York, y durante cuatro años seguidos (de 2010 a 2013) como convidado de honor del SaloneSatellite de Milán, la meca de los diseñadores emergentes. Este año, su agenda también viene agitada: arrancó con la Feria de Muebles de Estocolmo y acaba de regresar de Milán, donde sus creaciones también cantaron presente. Tanta exposición internacional le ha dado sus buenos frutos: ya lleva once diseños –entre sillas, lámparas, biblioteca y contenedores– licenciados a reconocidas empresas, que incluyen a la norteamericana CB2, amén de otras marcas italianas, suecas y españolas. Sin embargo, más allá de estos grandes triunfos, a Federico no se le han subido los humos. Sigue siendo el mismo de siempre: amable, con los pies sobre la tierra. De pocas palabras, pero contundentes. Simple y sencillo. Tal cual son sus diseños. En estos días se lo encuentra en su búnker de Recoleta (donde convive su Tienda FCH y el estudio) con "800 cosas a la vez… Más proyectos de muebles. Encantado con un proyecto de ollas de fundición de hierro que me acerca a mi otra gran pasión, que es la cocina, y disfrutando de tener en la tienda todos los nuevos prototipos que presentamos en octubre último en Casa FOA, junto al estudio de las arquitectas Laila y Heidi Goldfeder".
2 - MI MUNDO INTERIOR
MARIANA FLOMBAUM (36), DECORADORA
¿Qué te inspira?
El mundo que habito. Desde un viaje, una caminata,una exposición de arte, un concierto, una obra de teatro hasta una película.
¿Cuál es tu obra más importante?
Todas y cada una.
Tus maestros fueron…
Wes Anderson, Christian Liagre, Tadao Ando, Ingo Maurer, Tricia Guild, Katsushika Hokusai.
Sueña con diseñar...
Un hotel.
Cultora de un perfil bajísimo, Mariana Flombaum es una talentosa diseñadora de interiores que se ha planteado una meta clara y simple: en este mundo inhóspito y estresante como el que habitamos, su desvelo es mejorar la calidad de vida, puertas adentro, de sus habitantes. "Calidez, confort, sensualidad y equilibrio son todas cualidades intangibles que generan experiencias esenciales para conformar ese universo placentero que tanto busco", explica.
Mariana, enemiga de las modas, se maneja con absoluta destreza cuando realiza proyectos tan disímiles como un restaurante, una casa de fin de semana, un departamento o una oficina. En cada uno despliega una estética singular, que no repite. "Aunque una fórmula que apliqué en un proyecto haya resultado exitosa, evito caer en la tentación de copiarme. Cada proyecto que encaro tiene que ser único, sostenible, que perdure en el tiempo, y me rehúso a pensar en qué se usa. No me rijo por la moda que, en mi opinión, sólo tiene un poder momentáneo", detalla.
En su abordaje tan particular, ha decidido colocar a su cliente en el centro del escenario: antes de sentarse a diseñar investiga sus hábitos, necesidades, deseos, expectativas y sueños. Con esta información relevada, analiza la naturaleza del proyecto, su historia y su impronta. "Cada lugar te habla a través de su forma, de sus materiales, de su entorno. Y cada cliente aporta sus gustos, inspiraciones y deseos. En esta confluencia armo un mapa de ruta, indispensable para desarrollar la identidad del proyecto. Recién ahí comienza mi trabajo."
Su pasión por el diseño comenzó de niña: su bisabuelo, inmigrante polaco, era propietario de una mueblería en Tandil. "En el subsuelo tenía un depósito lleno de muebles antiguos que me fascinaban. Muebles clásicos ingleses, de maderas oscuras, lustradas. Me pasaba horas ahí. Después subíamos a su estudio, me sentaba a su lado y disfrutaba de verlo diseñar muebles, mientras yo dibujaba y jugaba con piezas sueltas de madera."
Mariana siempre tuvo entusiasmo por la estética, pero con contenido social. Por eso, en lugar de elegir una carrera más tradicional, optó por una licenciatura en Ciencias Sociales con especialización en Diseño de Interiores y Arquitectura. "Buscaba una formación más completa a nivel intelectual: que me diera las herramientas para ejercer mi profesión (de hecho, la mitad de la carrera fueron materias de Arquitectura) y que también me permitiera profundizar en otros conocimientos como historia del arte, religiones comparadas, filosofía, antropología, que están presentes en mi abordaje al trabajo."
En paralelo a su estudio comenzó a trabajar con prestigiosos referentes locales. A los 20 años trabajó con la arquitecta Mónica Melhem en la tienda Gris Dimensión de Recoleta (el petit hotel donde hoy funciona Tramando) representando las marcas internacionales más sofisticadas de mobiliario y objetos, y armando proyectos integrales de arquitectura y decoración. En 2003, con 25 años, se convirtió en la mano derecha de Pablo Chiappori, aportando su creatividad en la formación de identidades de importantes marcas de indumentaria y en proyectos residenciales. Hace seis años armó su propio estudio de arquitectura y diseño de interiores. Desde entonces continúa con pasión y profesionalismo en esta aventura creativa en el que el boca en boca de sus clientes ha sido su principal fuente de trabajo. "Si de un cliente que tuve no surge uno nuevo, es que algo mal he hecho. Por suerte hasta ahora no me sucedió", sonríe.
Aunque su fuerte es le versatilidad de proyectos, los restaurantes que diseñó son los que naturalmente tienen mayor visibilidad. Todos, y cada uno de ellos, destilan una fuerte identidad. Desde Fornería, Quimbombó, Bodega del Fin del Mundo y El Picadero hasta Urban Crepe, su última aventura gastronómica que completó a fines de 2013, que la convirtió en la autora del primer restaurante sustentable, construido con un viejo contenedor reciclado dotado de una pared vertical verde.
En ese proyecto, Mariana unió dos tendencias fuertes a nivel mundial: la reutilización de un elemento con otra función y de corta vida, y la incorporación de la naturaleza en un lugar urbano y de forma inusual. "En sólo dos meses, ese contenedor que estaba destinado a ser chatarra se transformó en una crepería con un fuerte espíritu industrial y contemporáneo. Ha sido un proyecto diferente de lo que venía haciendo y me provoca mucha satisfacción: haber podido resignificar una simple caja de metal en desuso en un auténtico restaurante, dándole una nueva vida y cambiando su historia."
3- REINVENTAR EL ESPACIO
Gaspar Libedinsky (37), artista y arquitecto
¿Qué te inspira?
Aquello que genera una emoción primaria, desintelectualizada, como la reacción de un niño ante lo que le provoca fantasía. La inventiva de los sistemas informales creados por quienes quedaron afuera de los sistemas políticos y socioeconómicos convencionales, tanto a escala urbana como doméstica. Los obstáculos como potenciales.
¿Cuál es tu obra más importante?
Mi taller y la generación de mi práctica y línea de pensamiento, cuya producción se puede manifestar como en un atelier renacentista, como arte, diseño o arquitectura, procesando con el mismo rigor la escala íntima de un par de pantuflas o monumental como el Obelisco porteño.
Tus maestros fueron...
Rem Koolhaas, Liz Diller y Guillermo Kuitca.
Soñás con diseñar...
La estructura temporal de recorrido espiralado que diseñé en torno del Obelisco porteño para que la gente pueda subir a la cima del monumento, recuperar la visión larga y ver el horizonte con perspectivas propias. Reinventar nuevas tipologías de espacio público, generadoras de tejido social (comunidad), entendiendo a la ciudad como un espacio de placer. Hay que llenar a Buenos Aires de fantasía.
Gaspar Libedinsky es un personaje renacentista. Sumamente apasionado y heterodoxo, su vida transita por diferentes disciplinas en las que se mueve como pez en agua limpia: es arquitecto, artista plástico, curador y profesor en las universidades de Harvard y en la Architectural Association de Londres.
A los 12 años Gaspar (chico de clase media alta criado en una familia exquisita) se ganaba la vida como artista callejero. "Cuando comencé no había malabaristas en Buenos Aires. Aprendí por libros que compraba en mis viajes a Londres en la zona de Camden, donde también compré mi primer equipo de pelotas, clavas, diabolo, devil stick, antorchas y monociclo. A partir de los 13 años ya tenía mi propio show en plaza Francia y en la calle Gorlero de Punta el Este. En Buenos Aires fui el primero en hacer malabares a la gorra (en mi caso, a la galera ) en los semáforos."
A los 20 años y antes de graduarse –presentando un portfolio que incluía sólo su trabajo de artista callejero– fue contratado por el celebérrimo Rem Koolhaas en Rotterdam, y se convirtió en el primer argentino en trabajar en OMA (Office for Metropolitan Architecture) sin portfolio de arquitectura. Se diplomó en la Architectural Association (AA) de Londres, donde fue premiado con el Part 1 Medal del Royal Institute of British Architects, el mayor galardón a estudiantes de Arquitectura del Reino Unido. "Viví la AA de 1997 a 2001 bajo la dirección de Mohsen Mostafavi (arquitecto y educador iraní-norteamericano) en un momento de particular fuerza académica que aún conservaba una mística bohemia y revolucionaria." Años más tarde se sumó al equipo de Diller Scofidio + Renfro, en el que ofició de diseñador principal del parque High Line en Manhattan, uno de los proyectos de urbanismo más relevantes de los últimos años.
Ex becario de la Beca Kuitca/Universidad Torcuato Di Tella, el año pasado presentó sus videoinstalaciones en el Museum of Contemporary Arts de Denver; expuso su obra de mobiliario performático en la Semana de Diseño de París y fue curador en la Bienal de las Américas en Denver, Colorado. Este año arrancó con muestras en diversos puntos del planeta y en septiembre próximo estará en la Biennale d’Art Contemporain de Rennes, Francia. Su vida transcurre entre Buenos Aires, Londres y Nueva York. Hoy, lo que más placer le da es "hacer malabares, nadar en el mar, compartir charlas con algunas de las figuras más relevantes de nuestro tiempo, así como tomar el té con mi abuela Luisita, y andar en monopatín con mi ahijada Tania".
Cecilia Nigro y Mariana Rapoport
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