Jack Nicholson: un romántico incorregible
Es una de las glorias de Hollywood y según Diane Keaton, su compañera en el film Alguien tiene que ceder, por el que está nominada al Oscar, “una de las siete maravillas del mundo”. En esta entrevista exclusiva el gran Jack lo cuenta todo, amores, fama, dinero, mujeres y actuación, un cóctel explosivo
Abre la puerta de su suite en el hotel Waldorf Astoria en Nueva York como una persona normal, pero no lo es. Apenas se quita los clásicos lentes oscuros, proyecta una penetrante mirada, difícil de olvidar. No es cualquier entrevista. No es cualquier actor. Es Jack Nicholson, el actor más nominado de Hollywood.
Fanático del basquet, sólo él logra el permiso especial de parar una filmación cuando juegan los Lakers. Tampoco es muy diferente de como se lo ve en el cine. Se parece al educado y cortés mafioso de El honor de los Prizzi, el playboy astronauta de La fuerza del cariño o el cínico investigador privado de Barrio Chino, además del sarcástico diablo de Las brujas de Eastwick y la más perfecta descripción de su personalidad en Alguien tiene que ceder.
–Hay gente que piensa que yo todo lo afronto físicamente –dice para definirse a sí mismo–. Pero no suelo confrontar con nadie. Por supuesto, tengo mi carácter, pero mi forma de ser se exagera demasiado en los medios.
–¿Cuál es el concepto más errado que se tiene de usted?
–Algo que no saben: siempre fui un romántico en el sentido más profundo de la palabra. Filmando Alguien tiene que ceder me di cuenta de que hay escenas que también viví en la vida real. Vengo de una generación acostumbrada a verlo todo desde un costado. Siempre busco la forma de desarmar a la otra persona con alguna humorada. Tiene que ver con el sentimentalismo de mi generación. De chicos nos criamos con Lassie. Y seguramente noto la diferencia entre alguien como yo, que no creció viendo televisión, y mis propios hijos que no sé como serían sin la TV. Es un tipo de comportamiento y una forma de ser que tiene que ver con lo que decía antes: Lassie todavía me conmueve.
–¿Cómo es el amor para usted?
–Los comportamientos varían. Ahora no estoy en ninguna relación de pareja, pero soy una persona realista. Creo que una relación tiene que contener a ambas partes. Y espero no tener que renunciar a nada por amor, sino sumar a la pareja.
–¿Alguna edad determinada a la hora de elegir una mujer?
–Primero que todo, le tengo fobia a la salida con mujeres desconocidas. Pero salí con chicas de todas las edades.
–¿La locura más grande que haya hecho por amor?
–Veamos... la locura más grande que haya hecho por amor... Las sorpresas me gustan. Me he metido por la ventana de alguna habitación. Siempre tengo miedo de molestar a alguien si soy demasiado extravagante. Una vez me escondí en un techo para sorprender a una mujer.
Bien se puede revisar las razones que dieron fama a Jack Nicholson, cuando a los 32 años (1969) recibió la primera nominación al Oscar por el film Busco mi destino. En su caso, el reconocimiento como uno de los mitos de Hollywood es sinónimo de riqueza. Sólo con su personaje del Guasón, en Batman, ganó 60 millones de dólares, después de firmar un contrato inusual del 15% sobre la recaudación total. Además, no filma nada por menos de 10 millones.
Semejante genio del cine nació en Neptune (Nueva Jersey), el 22 de abril de 1937, sin conocer a su padre. También se crió con la idea de que tenía una madre llamada Ethel May y dos hermanas, Lorraine y June. Pero en 1975, al morir June Nicholson, Jack se enteró (por una nota en la revista Time) que su hermana había sido realmente su madre y Ethel May, la abuela. "Soy uno de esos chicos que alguna vez recibió una piedra como regalo de Navidad –recuerda Jack–. Y por supuesto fue el castigo por ser un mal chico. No me acuerdo lo que hice, pero como con los grandes desastres naturales, siempre tomé a la Navidad como un aniversario de aquel castigo. Recuerdo que me destruyó por completo y creo que mi madre se dio cuenta de que se le había ido la mano..."
Criado entre mujeres, antes de su adolescencia ya lo habían apodado el gran seductor. En los años 50 trabajaba como salvavidas y su primera foto publicada en los diarios se debió a esa profesión, cuando rescató a un surfista en medio de un huracán. También se destacó como jugador de pool y basquet, pero no tenía suficiente altura para integrar el equipo de la escuela secundaria Manasquan High School. ¿La otra opción? Debutar como actor en las producciones teatrales del colegio, donde descubrió una nueva herramienta para conquistar mujeres.
El último noviazgo oficial duró dos años (entre 1999 y 2001), con la actriz de Hombres de Negro II, Lara Flynn Boyle. Pero antes lo relacionaron con todo tipo de romances famosos: con Meryl Streep, Michelle Phillips, Susan Anspach, Margaret Trudeau y Anjelica Huston, además de Diane Keaton, que también lo acompañó en Alguien tiene que ceder.
"Por naturaleza, no soy monógamo, pero lo soy –comenta a manera de enigma–. De todas maneras, la monogamia no hace diferencias, las mujeres siempre van a sospechar."
Y aunque tiene imagen de playboy, Nicholson tuvo largas relaciones y varios hijos. Con su primera esposa, Sandra Knight, tuvo a Jennifer (de 38 años), y con Rebecca Boussard a Lorraine (de 13) y Raymond (de 9).
Hoy dice estar solo. Pero un guiño de ojos plantea cierta desconfianza. Sobre el refrán donde hubo fuego, cenizas quedan, en relación con el noviazgo que alguna vez tuvo con Diane Keaton, la prensa internacional montó un renacimiento del romance en el rodaje del film Alguien tiene que ceder, donde forman una pareja de ficción. Pero ella lo desmintió. El lo hace ahora.
–A Diane siempre le tuve aprecio. No es ningún secreto. Y es verdad que tuvimos una relación afectiva en el pasado. Es una persona fascinante y me da una energía especial trabajar juntos, porque es igual que yo. Le gusta bromear y me hace reír con sólo abrir la boca.
–¿Se sorprendió con el desnudo de Diane Keaton durante la filmación?
–La verdad, nunca la vi desnuda durante la filmación. Solamente en la pantalla. Porque no me paré detrás de la cámara para espiarla... Pero se ve genial. No debe de ser fácil para ella, aunque está en una condición excelente. Cuando entró con ese traje negro, me dejó con la boca abierta. Me gusta porque Diane es impredecible. En el trabajo es muy disciplinada. Se sabe todo el guión de memoria, mucho antes de empezar a filmar una película. Es algo que no hacen otros actores de cine.
–¿Qué lo lleva a elegir la comedia, cuando en un principio ganó fama por el cine dramático?
–Desde el ataque terrorista en Nueva York, el 11 de septiembre, decidí no hacer nada demasiado depresivo. Me parece que la comedia levanta mucho más el espíritu, no sólo el de la gente, también el mío. Una vez que empecé con las comedias, fue muy difícil salirme, especialmente desde que me nominaron al Oscar con las dos últimas.
–¿Y prefiere las comedias románticas en particular?
–Es algo que analicé con amigos de edades diferentes. Todos coinciden en que les gusta ver un romance, como la fantasía de imaginarse aquella experiencia. Y Alguien tiene que ceder es realmente una película única. Yo no quería trabajar, pero nunca antes había visto un guión así. Es el estilo de cine que siempre me gustó.
–¿Mantiene el sentido del humor en la vida real?
–Al menos trato. Yo dirigí una comedia, una vez. Por coincidencia, había tenido una cena la noche anterior al comienzo de la filmación en México. Y ahí estaba con Mel Brooks y Gene Wilder. Nunca antes había estado con ellos, todos juntos en el mismo lugar, aunque eran muy amigos míos. Mientras comíamos, los miraba y por dentro me preguntaba: ¿Qué te hizo pensar que eras profesionalmente divertido? No paraba de sudar porque me di cuenta de que yo no era tan divertido como ellos. Pero supongo que ellos me influyeron en cierta forma.
–Más allá de las influencias, ¿qué siente al ser el actor con más nominaciones al Oscar?
–El Oscar es bueno para todos. Es lo más fácil que uno puede decir, y no vale la pena buscarle algún punto criticable. No tiene sentido. Siempre lo tomé como una noche adorable, como un tema que todos disfrutan y nadie sale herido. Particularmente yo, nunca sufrí demasiado las veces que perdí. Además, llegué a una edad en la que me pregunto cuándo me darán un Oscar que también sea viejo como yo (riéndose).
–¿Qué lo destaca de otros actores?
–Mucho de lo que hago como actor es prestar atención, observar, contemplarlo todo. Son las herramientas que utilizo en la actuación. Y son herramientas que también me ayudan en lo personal, para mejorar.
–¿Se da cuenta de la impresión que deja en la gente que lo conoce?
–Siempre que busco una respuesta honesta, me pregunto cómo me siento al respecto. Y yo busqué mi primer trabajo en la MGM sólo porque quería ver estrellas de cine. Así que sé el impacto que significa. En las entrevistas habitualmente me preguntan lo que no me gusta de la fama y no es un tema que me divierta. Pero contesto, cuando voy a un museo y me paro frente a un cuadro de Van Gogh y las nueve personas que están allí me miran a mí, eso ilustra en cierta forma la razón por la que prefiero evitar la vía pública. Uno no quiere pensar todo el tiempo: Soy una estrella de cine. Es muy fácil olvidar lo poco significativo que es. Y cuando doy una entrevista, siempre pienso: Espero no revelar demasiado. Cuanto menos sepa la gente de mí, más fácil será convencerlos de que soy otra persona. Ese es mi trabajo.
Para saber más
Foto de tapa: Martín Schoeller/Corbis
Fotos: Gentileza Warner Bros.
Jack y el Oscar
- Busco mi destino (1969)
Nominado como actor de reparto
- Mi vida es mi vida (1970)
Nominado mejor actor
- El último deber (1973)
Candidato a mejor actor
- Chinatown (1974)
Nominado mejor actor
- Atrapado sin salida (1975)
Ganó el Oscar al mejor actor
- Reds (1981)
Nominado como actor de reparto
- La fuerza del cariño (1983)
Oscar al mejor actor de reparto
- El honor de los Prizzi (1985)
Nominado como mejor actor
- El amor es un eterno vagabundo (1987)
Nominado como mejor actor
- Cuestión de honor (1992)
Nominado como actor de reparto
- Mejor... imposible (1997)
Oscar al mejor actor
- Las confesiones del Sr. Schmidt (2002)
Nominado como mejor actor
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