Jay Leno, el rey de los conductores
Fanático de Juan Manuel Fangio, el referente de los talk shows norteamericanos le muestra a la nacion revista, en Los Ángeles, su colección de vehículos clásicos y habla sobre su nuevo programa televisivo, que refleja su pasión por los automóviles
LOS ÁNGELES
Jay Leno se acerca a un escaparate donde hay varios pósters y recuerdos de Juan Manuel Fangio, entre ellos una gorra usada en 1956, unas maquetas del famoso Mercedez-Benz 300SL del corredor argentino y un trofeo. Una mirada más cercana a la copa confirma que es la original que el hombre de Balcarce ganó en 1951, con su Alfa Romeo, en el Campeonato Mundial de Pilotos.
¿De dónde sacaste la copa?
Me la regaló el propio Fangio, cuando lo conocí y supo que era fanático de su vida.
Jay Leno (1950) es conocido en todo el mundo por haber estado al frente durante más de 20 años –entre 1992 y 2014; sólo en 2009 ocupó su lugar Conan O'Brien– de uno de los talk shows más exitosos de la TV estadounidense: The Tonight Show. Leno había reemplazado a Johnny Carson tras su retiro luego de 30 años de programa. Si bien en la Argentina nunca se emitieron esos talk shows, el cable e internet lograron que el público local conociera un formato tan norteamericano como la hamburguesa.Conductores como Jimmy Fallon, Conan O'Brien, James Corden y Stephen Colbert, de diferentes programas pero el mismo formato, han cruzado las fronteras . Claro que antes que todos estaba Carson. Continuó Leno, no sin controversia –el mismo Johnny pensaba que su sucesor iba a ser David Letterman, que tenía el programa después de The Tonight Show–. Finalmente, fue Leno y la disputa con Letterman llegó a convertirse en un libro y una película que detalla el conflicto.
Cuando en 2009 vencía el contrato de Leno, el comediante no se fue silbando bajito. Logró que le dieron un programa propio antes que al pelirrojo Conan O'Brien, su reemplazante en The Tonight Show. Otro reemplazo y otro conflicto: Leno generó que O'Brien finalmente renunciara y Leno se mantuvo en el programa hasta 2014, cuando fue reemplazado por Jimmy Fallon, el actual conductor. Estos problemas no impidieron que Leno siguiera con sus dos pasiones originales: el stand-up –donde había surgido y conocido el éxito– y los autos.
Cuando Leno salió de The Tonight Show, lanzó por YouTube unos videos llamados Jay Leno’s Garage donde mostraba su colección de autos e invitaba a sus amigos famosos a dar una vuelta. El éxito de esos cortos provocó que la cadena CNBC lo convocara para una serie, que finalmente History Channel emite los viernes a las 21, desde fines de septiembre último, con el nombre de El Garage de Jay Leno.
Leno saluda a La Nación revista desde el portón de la propiedad donde tiene alojados los casi 300 vehículos (autos, motos, camiones y hasta una locomotora) de su colección. Enfundado en pantalones y camisa de jean celeste, el comediante recorre sus depósitos situados en Burbank, al norte de Los Ángeles, donde además él mismo arregla y restaura los autos que compra.
¿Cómo se dio tu fascinación por los autos?
Vengo de una época en la que, cuando un auto se rompía, abrías el capó y podías llegar a arreglar el problema. Mi papá, cuando se le rompía el auto, tenía que saber arreglarlo y eso me lo pasó a mí. La satisfacción de poder arreglar cosas, de ensuciarse, mancharse con grasa, pero que al final, logres tu objetivo... Siempre me gustó meterme en la mecánica y trabajarlo hasta que no entiendo más. Acá hay una empresa de mezcla de tortas llamada Betty Crocker, que en los 50 creó ese polvo que si le ponías agua y lo mezclabas ya tenías una torta. Pero esa mezcla no la podían vender. Hasta que a alguien de la empresa se le ocurrió poner en las instrucciones que rompan dos huevos y agreguen agua, así parece que están cocinando, pero no lo hacen. Es la sensación de decir “mirá lo que hice”. Con los autos me pasa lo mismo.
Su colección de autos no sigue ningún patrón en particular. Hay antiguos, los primeros eléctricos y de vapor, y modernos Tesla e híbridos. Tiene autos de carrera como Lamborghini, pasando por Rolls Royce y también un Fiat Topolino. “Tengo los que me gustan, sin ningún criterio”, sostiene. En los tres garages adyacentes, además de los vehículos, está su taller y en las paredes hay pósters viejos de carreras, carteles de estaciones de servicio oxidados y memorabilia relacionada con el automovilismo. Cada objeto tiene su pasado y Leno, contador de historias nato, no cesa de hablar sobre cómo consiguió tal o cual auto y el cuento detrás.
“Tengo un Chrysler Imperial 1967, cuyo dueño era Leo Popkin, un productor de cine afroamericano de los treinta y los cuarenta. Era la época de la segregación racial y había cines para blancos y para negros. Este tipo producía películas para su comunidad como el James Bond negro, por ejemplo. Fui a su casa a buscar el auto y nada había cambiado. La propiedad era de los 40... En un momento, Popkin me comentó: “Mi esposa está acá”. Y me mostró una foto de su mujer, de la década del 30. “No quiere salir de la habitación porque no se ve como aquella época”, agregó. Yo le contesté que estaba todo bien y me quedé hablando con ella a través de la puerta. Ella era había sido una estrella décadas atrás y no quería que nadie la viera. Fue gracioso y raro. Esas cosas pasan cuando buscás autos por todos lados.”
Y Leno sigue mostrando su colección. Se para en un Bugatti gris de la década del 30 y dice: “Este es de la Argentina. Pero no es original. Es una copia”.
¿Cómo es eso?
En la Argentina se hacían cosas que en ningún otro lado se fabricaban. porque no podían importar las partes mecánicas; ni siquiera las llantas. Entonces armaron sus propios modelos de autos de los 30, como este Bugatti [Leno se refiere a la fábrica entrerriana Pur-Sang fundada en 1980]. Y no son tan caros, digamos, unos 250.000 dólares. Pero no son juguetes, ni son réplicas. Son autos de verdad hechos manualmente. Y los fabricaron de la misma forma artesanal que lo había hecho la fábrica original. La mayoría de los autos se hicieron cuando la tecnología era cara y la mano de obra barata. Ahora es al revés; la mano de obra es cara y la tecnología no cuesta nada. En la Argentina, el trabajo manual es artesanal. Y es fascinante. Además, hay ricos bifes.
¿Conocés la Argentina?
No, pero voy a comer a un restaurante argentino en Los Ángeles y me encanta la carne.
Si nos ponemos a pensar, los autos a lo largo de nuestra historia son importantes. Marcan sucesos.
Totalmente. Hace más de 20 años, un chico de 12 me escribió una carta: “Querido señor Leno, les dije a mis compañeros que usted es mi tío. Y que los domingos vamos a pasear en su Lamborghini Countach . Todos dicen que soy un mentiroso”. Y sí, es un mentiroso. “¿Alguna posibilidad de que pueda pasar a buscarme?”, preguntó. Entonces llamé a sus padres y quedé en ir a visitarlo. Cuando llegué, charlamos y esperamos a que la combi escolar lo pasara a buscar. Y me saludó: “Chau, tío Jay”. Ahora, ese chico es un fanático de los autos. Y ese auto lo define porque lo convirtió en un héroe frente a sus amigos.
¿Extrañás The Tonight Show?
Siempre me gustó ser comediante, antes que presentador de televisión. Me pagó todo: mi esposa, mi casa, todo. Si no sos gracioso, no podés conseguir una chica linda. Cuando estaba en la televisión, el programa sólo se veía en los Estados Unidos. Pero YouTube es mundial. Y, además, en mi programa no nos metemos con política, sino que es estrictamente información sobre autos para los fanáticos. Me imagino que las personas en otras partes del mundo no conocen los autos estadounidenses, así como la gente de acá no conoce los europeos o los sudamericanos. Es gracioso pensar que lo que es común acá es exótico en otro lado, y viceversa.
Hablando de YouTube, los talk shows ahora se conocen internacionalmente más por los videos que suben que por los programas en sí.
La tecnología cambió y tenés que vivir en el momento de ahora. Cuando yo estaba al aire y querías escuchar chistes sobre la actualidad, tenías que prender la tele a las 23 horas. No podías ver el programa en otro momento. Ahora es diferente; no es mejor ni peor. Lo que sí cambió es la capacidad de atención de la gente. Es muy corta. Cuando ves programas de los 70 u 80, los conductores se toman un minuto o un minuto y medio para establecer la historia. Ahora, si no tenés una reacción los primeros 15 segundos sos un fracaso. Y el público cambia de canal. Esa es la mayor diferencia. Pero con internet tenés un acceso a la información que antes no tenías; las noticias están en tu celular. Es un tiempo mucho mejor. Cuando yo era chico, a una mujer no la violaban, sino que era “abordada” en la calle. ¿Qué quiere decir eso? ¿Alguien le silbaba? Nunca veías la brutalidad del hecho. Ahora ves la filmación de una cámara sin editar. Para bien y para mal, acá está. Eso es mejor. Aunque las cosas parezcan peores, ahora como está todo disponible la gente puede formar una opinión.
Parecés una persona sencilla, no de esas celebridades agrandadas, sino todo lo contrario...
Cuando era chico fui disléxico y no era buen estudiante. Mi mamá me decía que tenía que esforzarme el doble para lograr el mismo resultado que mis compañeros. Eso funcionó para mí. Consecuentemente, si entrás en una habitación y te das cuenta de que no sos el más inteligente, te va a ir bien. Callate y escuchá. Le estoy muy agradecido a mi profesión, que me dio la posibilidad poder comprar todo esto. Lo considero más como un regalo que una consecuencia de que soy bueno. Mirá, mi abuelo vino a los Estados Unidos y cuando se bajó del barco, estaban todos los policías irlandeses con palos en la mano para asustar a los italianos, que no eran muy bienvenidos. Un titular del 1900 decía: “Si dejamos que entren todos los italianos, vamos a terminar comiendo pizza”. Y acá estamos. ¿Cuál es el problema? Y ahora lo mismo con los latinos. Antes comíamos Ketchup y ahora es “salsa”. ¿Y qué? ¿A quién le importa? Para mí que los inmigrantes vengan a los Estados Unidos hizo que el país se mantenga fresco. A veces, el país cambia de color, de blanco a marrón, a no sé. Siempre es bueno para vos que llegue gente y te haga recordar de los valores que solíamos tener. Cuando compré este edificio estaba en un barrio peligroso de bandas que se mataban entre sí. Hasta llegué a encontrar agujeros de bala en las paredes. Como buen vecino tradicional, agarré una canasta con regalos y fui de puerta en puerta presentándome. “Hola, soy tu nuevo vecino.” Y jamás tuve ningún problema de bandas. Si tratás a la gente con respeto, te vuelve. No puede ser más de sentido común eso. La cantidad de gente que no entiende eso tan básico es sorprendente.
¿Por qué creés que hay tanta cultura de autos en los Estados Unidos?
Los Estados Unidos ya tenían mucha extensión cuando fue fundado y había que cubrir grandes distancias. La mayoría de la gente, hasta comienzos del siglo XX, no se alejaba más de 35 kilómetros de su casa. Porque ir más allá te llevaba todo el día. Imaginate caminando o en caballo tardabas una semana en movilizarte de un pueblo a otro. Fue el Ford modelo T el que abrió las puertas a que la gente viajara. Al principio, los autos eran juguetes para la gente rica, pero cuando salió el T, que costaba 260 dólares, mucha gente pudo comprarlo. Y entonces tuvieron que construir carreteras para que se desplazara y así comenzó todo.
Ahora están de moda los autos eléctricos, pero muchos comenzaron siendo así.
Es verdad, el coche eléctrico vino primero. La tecnología a batería ya existía. A los primeros autos tenías que prenderlos dando vueltas una manivela, y eran sucios y olorosos. Las mujeres no tenían la fuerza o las ganas de ensuciarse. Entonces, los coches eléctricos eran vistos como coches para mujeres. Lógicamente, esos autos no se podían vender a los hombres que preferían el ruido del motor fuerte y alto. Esa es una de las razones por las que el auto eléctrico nunca tuvo éxito. Ahora hay más híbridos, ocasionado por la concientización respecto de la polución. Cuando me mudé a Los Ángeles, no se podían ver la colinas por el esmog. Ahora sí. No llevó mucho tiempo limpiar el cielo. Se puede. Y también, como no se necesita fuerza, las mujeres aprecian más los autos. La persona que diseñó del comienzo al final el nuevo Acura NSX es una mujer.
¿Cómo definirías tu programa actual?
Es para el fanático que le interesan los autos, pero no en el vacío, sino con temas diferentes. En un episodio mostramos vehículos que no son de cuatro ruedas, sino de tres, seis, lo que sea. En otro, buscamos autos de los cuarenta o cincuenta que todavía conservan las partes originales. En otro, vamos a un festival de low rides, donde además cocinan asados y las familias van de pícnic. A mí no me gustan los low rides, pero su nivel de mecánica es increíble. Yo prefiero los autos rápidos y no ir por la calle en un descapotable con cara de banana y el codo afuera. Pero está bien. Puedo apreciar el trabajo que tienen esos vehículos. Son como el rock y el rap –hablando de low rides–. Quizá se odian entre sí, pero al fin y al cabo, es todo música.
¿Qué opinás de los autos sin chofer?
La mayoría de los autos de ahora se manejan solos. La gente come, manda mensajes de texto y se pone lápiz labial mientras está al mando. Una vez estaba en la autopista y veo al lado una mujer que se mira al espejo, después se empieza a cambiar el sweater –puedo ver el corpiño– y el suéter se le traba en el pelo y queda con la cabeza tapada tratando de sacárselo. Y todo esto mientras está manejando. Esa persona sí necesita un auto que se maneja solo.
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