José Meolans. Las tiernas imágenes navideñas del "Tiburón" y su familia

Fue idea de su mujer, Valeria Lebeau (40). Y José Meolans (42) no se pudo negar: junto a sus tres hijos, Martina (10), Felicitas (2) y Lautaro (1), protagonizó un divertido posado de Navidad. "A Vale le gusta tener fotos de diferentes épocas de nuestra vida, de los momentos que vamos transitando, y a mí es al que tienen que convencer porque soy el que menos onda le pone… Aunque su iniciativa vale la pena porque después pasan los años y nos encanta tener este recuerdo", admite, entre risas, el "Tiburón". Desde su casa de La Calera, departamento de Colón, a 10 kilómetros de la ciudad de Córdoba, el ex representante olímpico, panamericano y mundialista de Argentina abre su corazón y habla de su faceta más íntima y tierna: su rol como padre.

–Hace más de ocho años que estás casado con Valeria. ¿Cómo la definirías?

–Es una supermamá. Las decisiones familiares las tomamos entre todos, pero ella es la que tiene un criterio y una visión de las cosas muy acertado. Y en estos meses de cuarentena, tan difíciles para todos, haberlo superado y estar bien nos hace dar cuenta de que estamos preparados para cualquier cosa. Sumado a los incendios que tuvimos en Córdoba, fue tremendo. Desde que tengo noción nunca había pasado algo así. Pasaron cerca de casa, de familiares… Fue complejo.

–¿Cómo transitaron el aislamiento por la pandemia?

–El hecho de estar encerrados, a pesar de tener una casa con comodidades, no es fácil. No deja de ser completamente distinto y dificultoso para toda la familia. Martina está por cumplir 11 años, tuvo que adaptarse al homeschooling, al principio fue muy complejo, pero después le agarró la mano e hizo las tareas sola. Feli y Lau son muy chicos y tenerlos dentro de casa todo el tiempo no fue sencillo. Hicimos todos los planes que se te puedan ocurrir, todos los días algo distinto, pero después se acaban las ideas y ya no sabes qué hacer . [Risas]. Cumplimos la cuarentena a rajatabla porque nosotros cuidamos a nuestros padres. Somos familias numerosas, muy apegadas y compartimos todo tipo de programas. A Vale le costó más porque es muy social, yo no tengo problema en estar solo.

–¿Te afectó en el plano laboral?

–Sí, muchísimo. Todo lo que hacía con respecto a campus, torneos de natación, clínicas para chicos, se cortó. Eran eventos masivos que no se podían trasladar a la virtualidad. Más que alguna charla para empresa no se pudo hacer. Hasta que aparezca la vacuna no tenemos fecha de regreso…

–Me imagino que de todos modos seguiste entrenando en tu casa.

–Sí, porque para mí es una terapia. Así que cuando no podía hacer nada estaba que trepaba las paredes. [Risas]. Entreno porque lo necesito no sólo físicamente, sino también a nivel psíquico. Me hace bien. Ya no practico tanta natación, sino que hago más ciclismo. Ahora pude volver a la normalidad y salgo a pedalear tres veces por semana, dos o tres horas, como un cable a tierra. Con eso me despejo, me mantengo y me gusta hacerlo.

–¿Seguís cuidándote con las comidas?

–Poco. No te voy a mentir, es muy diferente a la alimentación que tenía antes. Antes comía más, pero mejor. En casa siempre mantuvimos un orden, con variaciones y gustos, comemos asado, pizza y hamburguesa sin problema, pero no abusamos. Nos gusta comer bien. Por suerte yo cambié mi alimentación, pero no se me notó en el físico. Sigo haciendo ejercicio y eso me mantiene en forma.

–¿Te gustaría que tus hijos sigan tu legado en el mundo del deporte?

–Sí, pero al placer de cada uno. A mí me gusta el deporte por las herramientas que genera, te da valores únicos que me encantaría que incorporen. Pero será su decisión si lo quieren hacer de manera profesional, y nosotros como papás los acompañaremos. La alta competencia lleva mucha exigencia que te hace priorizar cuestiones y dejar otras de lado.

–¿Se imaginan teniendo más hijos?

–No, ya está. Vale siempre quiso tener tres hijos, por mi parte con dos hubiera estado bien, con tres ya me parece un montón. El paso de tener dos a tener tres es un montón; cuando cruzás la calle te das cuenta de que te falta una mano. [Risas]. Pero estamos muy felices, muy bien.