Justina Bustos: "Hay que saber hasta dónde y cómo hablar"
Fue la revelación de Vóley y de allí saltó a Historia de un clan; hoy es tapa de revistas, pero reniega del título de it girl
Los flashes no la marean; las tapas de revista, en las que posa sensual pero conservando siempre el grado justo de elegancia, la tienen sin cuidado, y las amistades con galanes como Gael García Bernal, "el Chino" Darín o Luis Ortega quedan ahí, en relaciones de trabajo y camaradería que perduran en el tiempo. Justina Bustos, la girl next door cordobesa de 26 años que brilló en Vóley, explotó en Historia de un clan y está a punto de estrenar una película española como coprotagonista de Cecilia Roth, se permite descansar en sus logros obtenidos luego de años y años de castings y rebotes laborales. Ambición medida, dulzura incomparable, mucha disciplina, valores fuertes y los pies siempre en la tierra son los ejes de esta actriz que llegó al medio para quedarse.
-¿Qué te dejó Vóley, esa peli casi de culto que te puso en el mapa artístico?
-Me dejó gente súper interesante, amigos con los que nos reunimos una vez por mes sí o sí. Violeta Urtizberea, Inés Efrón... son todos unos personajes rarísimos, diferentes. Y "el Chino" Darín, que justo me llamó hoy desde España y se convirtió en un gran amigo a partir de esa película. A nivel profesional fue un antes y un después; me acuerdo de estar muy nerviosa antes de ir a los ensayos, muy asustada. Hoy me sigo poniendo nerviosa, pero tengo un poquito más de experiencia. Vóley fue mi debut grande en cine, y eso no te lo olvidas más.
-¿Qué vino después?
-Después filmé Madley, una película que se acaba de presentar en el Tribecca Film Festival, con la dirección de Gael García Bernal. Fue un casting chiquito, de mucha espera y con un proyecto detrás súper importante. Cuando surgió la posibilidad de hacerlo me obsesioné con el papel, con quedar elegida, me preparé con un coach y cuando llegué al casting me encontré cara a cara con el propio Gael. Yo no sabía que él iba a tomarme la audición, así que imaginate cómo se potenciaron los nervios.
-¿Qué tal Gael?
- Divino, cero divo, re humilde. Fue una gran experiencia porque además de talentoso es súper trabajador y generoso. Conectamos mucho, yo como actriz y él como director.
- ¿Hubo onda?
-Hubo algo energético, pero sólo a nivel laboral y de amistad, tanto que hasta el día de hoy quedamos como buenos amigos. Yo estoy de novia (N. de la R.: hace dos años y medio está en pareja y hoy convive con el trader Mariano Bustillo), así que con cualquier actor o director que trabaje siempre me encargo de cortar la sensación de histeriqueo desde el inicio, para que quede todo claro.
- Es comprensible, por el bien de la pareja [risas]. A partir de tu participación en Historia de un clan explotaste mediáticamente y te convertiste en tapa de todas las revistas. Siendo tan tímida y de bajo perfil, ¿cómo manejas esa situación?
-Aprendí que es parte del trabajo y no hay que tenerle miedo. Al principio lo que más me incomodaba era que me preguntasen por mi novio, por si salí o no con "el Chino" (Darín), si hubo onda con Luis Ortega, qué pasó con Gael... Lo que siempre traté de hacer, y sigo haciendo, es controlar mucho lo que digo, no exponerme tanto, no exponer a mi novio. Hay que saber hasta dónde y cómo hablar, porque después te ves en notas y te querés matar.
-¿Y qué sentiste al verte en la tapa de Hola! como la chica del verano, cuando meses antes pasabas completamente inadvertida?
-Bueno, me dio mucha impresión. No sabía que iba a ser tapa y cuando lo vi me incomodó... Ni mal ni bien, simplemente me incomodó. Me generó una sensación muy extraña. No por la revista, a la que le estoy muy agradecida, sino por mí.
-Claro, no fue que dijiste: "¡Llegué!".
-No, nada que ver; al contrario, me daba cosa. Pero después no le puse tanto ese peso mediático. Ahora me relajo, miro las tapas en las que salgo una vez y después me olvido del tema.
-Contame de la película que acabás de protagonizar con Cecilia Roth y está pronta a estrenarse en Uruguay y España.
-A Cecilia la conocí grabando Historia de un clan; me acuerdo de que en el medio del set empezó: "¿Dónde está Justa?", fui corriendo hasta su camarín y así de la nada me dice: "Quiero que hagas esta película conmigo, vas a hacer de mí cuando era joven". Después me contó que me había estado observando en silencio durante las grabaciones del programa y así fue como me eligió. La peli se llama Migas de pan y es una coproducción uruguaya-española que se sitúa en la época de la dictadura militar en Uruguay. Liliana, la protagonista, está en contra del gobierno militar del año 75; entonces la capturan y la torturan para sacarle información, y como se resiste a hablar queda presa. Yo interpreto toda esa parte del personaje de Cecilia de joven.
-Me contabas que te tocó vivir situaciones muy violentas en el rodaje y que no tenías una doble de riesgo...
-Sí, fue tremendo. Hubo mucho tironeo, golpe... lo pasé mal, pero valió la pena. En una escena me golpeé la cabeza mal con un locker, porque tenía los ojos vendados, las manos atadas y tenía que simular recibir una cachetada, dar la vuelta y caer al piso. En la quinta toma, que ya estaba muy mareada, me di contra el locker y fue feo.
-Y ahora, ¿qué estás haciendo?
-Ahora estoy en proceso, esperando respuestas de una película, de una serie. En espera, en pausa.
-¿Cómo es la vida de actor en la meseta laboral?
-Antes me ponía muy ansiosa, no podía dormir pensando en si iba a tener o no trabajo. Ahora estoy mejor, y supongo que es fruto del esfuerzo que hice durante todos estos años. Cuando no estoy grabando nada, trato de tomar clases, prepararme siempre, reinventarme. La clave es estar en constante movimiento.
-Tenés todo para ser una it girl de esas que pululan por Instagram, pero sin embargo sos muy reservada con tus redes sociales. ¿Es una elección?
-Tengo un Instagram que uso para algunas campañas, pero no me obsesiono con eso. Subir cosas depende de mi estado de ánimo, de las ganas de estar ahí o de no estar. Hay semanas en que ni abro el Instagram, que no subo nada, pero no lo tomo como un trabajo, no soy esa clase de muchacha, no me nace. Me ofrecen un montón de cosas por ese lado, pero siento que si lo hiciera estaría cambiando mi forma de ser. Sólo elijo lo que me gusta, aunque me pierda de muchos beneficios.
Un gin tonic para no pensar
El trago preferido de Justina es el gin tonic, aunque también admite que la cerveza le encanta. El gin tonic es para ella el trago más fácil, porque es "el que no me hace pensar". En la barra de su propia casa, cuenta, tiene un montón de gins, pero hay uno en particular que es el que más le gusta: "El Bulldog es mi favorito cuando quiero hacerme la exquisita".
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