
La Bombonera cumple 60
El mítico estadio se inauguró un 25 de mayo, en 1940, con una fiesta que incluyó un triunfo en atípico partido amistoso de 70 minutos. Después, todo fue azul y amarillo
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La Bombonera, un estadio en el que vibran alegrías y tristezas, celebra sus sesenta años. Semana a semana viene viviendo el fervor de los hinchas de fútbol, que convierten al barrio de La Boca en una fiesta. En su césped se sucedieron momentos imborrables para el hincha boquense y también para la historia del fútbol argentino: el penal que le atajó Antonio Roma al brasileño Delem, en el clásico que Boca le ganó a River 1 a 0; Pelé jugando en el Santos contra el equipo xeneize en 1963; el debut, en 1977, de Diego Armando Maradona con la camiseta de la selección argentina; la vuelta olímpica del equipo del Toto Lorenzo, levantando la Copa Libertadores de 1978; Miguel Brindisi, Oscar Ruggeri, Diego Maradona y Hugo Orlando Gatti festejando el campeonato de 1981; el gol del pibe Claudio Benetti contra San Martín de Tucumán, que le dio a Boca el campeonato de 1992, son algunos de los tantos recuerdos.
La inauguración del estadio fue el 25 de mayo de 1940. Esa tarde, un gigante de cemento, ubicado en el corazón del barrio de La Boca, sobre las calles Brandsen, Del Crucero (hoy, Aristóbulo del Valle) y las vías del ferrocarril, abría por primera vez las puertas y dejaba en segundo plano los actos patrios de la fecha. Los festejos comenzaron muy temprano. Por la mañana, los socios más pudientes conformaron una caravana de 150 autos, enfundados en banderas azules y amarillas, que despertó a los vecinos de los barrios de la zona sur y del Centro. Al mediodía, las pizzerías de La Boca no dieron abasto para atender a los fanáticos xeneizes, que esperaban ansiosos la apertura. Cerca de las 2 de la tarde, las calles de las inmediaciones de la cancha se inundaron de colectivos y de camiones repletos de hinchas.
"Fue una emoción enorme llegar y encontrarse con un estadio de cemento, rodeado de gente con más colores de Boca que de costumbre, después de tantos años de ir a decaídas canchas de madera", recuerda hoy Alfredo Irasitano, socio vitalicio e integrante del Departamento de Relaciones Públicas del club. Paulatinamente, el bullicio de las calles se fue apoderando de las tribunas del flamante estadio. Y por primera vez los hinchas probaron cómo sus cantos y sus saltos hacían temblar la construcción. Pasadas las 3, la banda de la Policía Federal interpretó el Himno Nacional y el del club. Luego, hubo discursos, un desfile de glorias futbolísticas de la institución, una suelta de palomas y de globos y la bendición de las instalaciones por parte del arzobispo de Buenos Aires monseñor Santiago Copello. Más tarde, arribó una antorcha simbólica, conducida a lo largo de 70 kilómetros por voluntarios. Seguido a los largos festejos, comenzó un partido amistoso entre Boca y San Lorenzo de Almagro, en el que el equipo xeneize ganó 2 a 0, con goles de Ricardo Alarcón y Aníbal Tenorio. Debido al retraso del inicio del encuentro, jugaron dos tiempos de 35 minutos cada uno, pero eso a nadie pareció importarle, porque la fiesta estaba en las tribunas.
Bajo un atardecer gris, por donde se colaban muy pocos rayos de sol, los hinchas regresaron cansados a sus casas, soñando despiertos con la gran campaña que podía hacer su equipo al contar con una cancha propia y de esas características. No se equivocaron, Boca salió campeón ese mismo año y se mantuvo invicto de local. El camino al título comenzó al otro domingo en la ya bautizada Bombonera, venciendo a Newell´s por 2 a 0, y finalizó, en el mismo escenario, goleando a Independiente por 5 a 2, y dando la vuelta dos fechas antes de que terminara el torneo.
Pero la historia de la construcción de la Bombonera comenzó muchísimo antes que aquel 25 de mayo de 1940. Los primeros pasos se concretaron en una asamblea plenaria del club, celebrada a mediados de 1931 en el tradicional Salón Verdi de la avenida Almirante Brown, en la cual entusiastas dirigentes resolvieron adquirir las tierras donde se levantaba la modesta cancha de madera de Boca Juniors. El sueño era construir un gran estadio de cemento, que alcanzara para albergar a la cada vez mayor hinchada xeneize. Sólo en 1935, después de conseguir diversos aportes privados, pudieron realizar la compra y en 1938, colocar la piedra fundamental, gracias a una ley nacional que autorizaba a las entidades financieras la concesión de préstamos en títulos de deuda pública a las instituciones deportivas que contarán con terrenos propios.
El difícil desafío de construir un estadio con capacidad para más de 40.000 personas sobre un terreno que apenas superaba los 21.000 metros cuadrados estuvo en manos del ingeniero José Luis Delpini. Para poder cumplir con las expectativas de los dirigentes boquenses armó un proyecto que proponía estirar la parte superior de las tribunas sobre las calles y la vía del ferrocarril. Un diseño original y tan novedoso para la época que le valió varios premios internacionales de arquitectura.
La obra se construyó en 18 meses. Durante ese período, Boca jugó de local en la cancha de Ferro Carril Oeste. "Boca le pagó el alquiler de la localía al club de Caballito con los tablones de la vieja cancha", cuenta Fabián Fiozi, un joven fanático historiador de la vida de Boca Juniors, que trabaja en el Departamento de Informática del club. En 1949, los dirigentes boquenses decidieron ampliar el estadio, agregándole una tercera bandeja de tribuna al costado que le faltaba. La nueva obra se inauguró en 1953. Ese mismo año, se hizo por primera vez de día en la noche de la Bombonera: se estrenó un sistema de iluminación artificial en un encuentro amistoso con el equipo yugoslavo Hajduk. "Fue -asegura Fiozi- el primer partido que se transmitió en vivo en nuestro país y para otras partes del mundo. Para la ocasión, los jugadores de Boca salieron al campo de juego con letras impresas en sus remeras, que cuando se juntaban todos formaban la frase Viva Argentina." Desde ese año hasta a mediados de la década del 90, la Bombonera no sufrió importantes modificaciones. Pero el arribo de Mauricio Macri a la presidencia de Boca Juniors, en 1996, significó nuevos y considerables cambios en la fisonomía del estadio. Los antiguos palcos, que se levantaban sobre la calle Del Valle Iberlucea, fueron sustituidos por una pequeña y exclusiva tribuna, compuesta por 32 palcos VIP -equipados con aire acondicionado, sistema de televisión cerrada, bar-, cerca de 1100 plateas preferenciales y más de 900 butacas, destinadas a los llamados sectores superiores. El foso, que separaba el campo de juego de las tribunas, fue tapado, permitiendo de ese modo ampliar los sectores de socios, damas y vitalicios. Un lugar de las plateas que están bajo techo se destinó a la prensa escrita, dotándolo de pupitres y conexión para radio y teléfono. El sector de plateas cambió sus asientos de madera y cemento por butacas plásticas azules y amarillas. Las torres de luz del campo de juego conocieron un moderno sistema de iluminación lineal, permitiendo trasmisiones televisivas de óptima calidad. Las cabinas radiales recibieron tecnologías de última generación. Y nuevos ascensores mejoraron el acceso a los sectores de prensa y a las tribunas de discapacitados y de autoridades del club. Por otro lado, inauguraron una amplia sala de conferencia de prensa, un salón para el periodismo, que cuenta con mesas de trabajo, teléfonos, fax, televisores y un palco presidencial, con comodidad para 20 personas. Los cambios en la Bombonera lograron que el estadio alcance una capacidad de 57.000 espectadores, que cuentan con 18 puertas de acceso y 22 de salida. "La verdad, en el sentido de desconcentración, la cancha está muy bien diagramada desde su primera inauguración. El estadio con 40.000 personas adentro queda completamente vacío en 20 minutos. Y si llega a estar lleno, tarda unos 15 más", asegura Pedro Santaujeña, jefe de Seguridad del estadio. La remodelación también dio lugar a expresiones artísticas. Pérez Celis y Rómulo Macció, proclamados hinchas del equipo xeneize y vecinos del barrio de La Boca, dejaron plasmada su imaginación y su creatividad sobre la fachada de los nuevos palcos. Las obras fueron declaradas de interés cultural por el Gobierno de la Ciudad. Macció decidió contar la historia del club a través de una sucesión de 14 cuadros de cinco por tres metros, realizados sobre chapa con sólo dos colores de esmalte: azul y amarillo. Les puso a sus obras títulos que van armando una especie de relato histórico. Entró un barco sueco, La fundación, Carnaval 1950, Inundación, son algunos de los nombres. Por su parte, Pérez Celis realizó dos grandes murales, de dieciocho metros por cuatro cada uno, que parecen desbordar de las paredes de la cancha. Están hechos con cemento sobre una estructura de hierro, revestidos de mosaicos venecianos y con aplicaciones de mármol. Los distintos elementos componen una armónica interrelación de planos, triángulos, curvas y estrellas, que dan lugar a imágenes tradicionales del barrio de La Boca, de la Bombonera y de históricos jugadores de fútbol del club.
El esperado debut de la cambiada Bombonera, rebautizada por muchos periodistas deportivos como la cheta Bombonera, tuvo su lugar en un partido por el campeonato entre Boca Juniors y Gimnasia Esgrima de La Plata, en el cual el equipo local, dirigido por Carlos Salvador Bilardo, sufrió una goleada histórica de seis goles. Pero la presentación oficial fue unas semanas después, el 1º de agosto de 1996, en un encuentro amistoso con Universidad de Chile, que Boca ganó 3 a 1. Los festejos incluyeron un gigantesco show de fuegos artificiales que continuaron en 1998 cuando el equipo de Boca Juniors dio la vuelta olímpica en la Bombonera de la mano de Carlos Bianchi. Todos los hinchas xeneizes esperan que la historia se repita otra vez este año en la ya sexagenaria Bombonera, pero con la añorada Copa Libertadores de América, que el club no conquista desde 1978.
Días de furia
El estadio de Boca Juniors varias veces fue el escenario de hechos sumamente violentos de la historia del fútbol argentino. Uno de los casos más resonantes fue la muerte del hincha de Racing Club Alejandro Basile, en agosto de 1983, a causa de una bengala lanzada desde la tribuna local, que se le incrustó en el cuello. Por este suceso, la Bombonera permaneció clausurada durante nueve meses. Otro caso mortal, fue el del simpatizante de Boca Saturnino Cabrera, a mediados de la década del 80, que falleció al recibir sobre su cabeza un paravalancha, arrojado por la hinchada de San Lorenzo desde la segunda bandeja de la tribuna visitante. Más recientemente, el ataque de barrabravas boquenses contra hinchas de Chacarita durante un partido de entrenamiento de los dos clubes, que dejó un saldo de varios heridos graves con armas blancas.
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