La lengua de fuego
A punto de actuar en Buenos Aires, la andaluza Mala Rodríguez habla de su naturaleza indómita y afirma: “El rap es para los que les gusta que se les hable claro”
¿Quién necesita razones si te tienen amaestrao? No te necesito, te critico, te araño, te escupo, te muerdo, te pico. No me domestiques que yo no me domestico. Con letras punzantes y una voz que desgarra pasión flamenca, la española María Rodríguez Garrido, alias La Mala, se ha forjado una carrera en el rap desde 2000, año en que lanzó Lujo ibérico, su álbum debut. Y en su caso, lanzar significa algo así como tirar por la cabeza, o aún mejor: apuntar a los corazones una flecha letal.
La Mala jamás tuvo reparo en cantar y mostrarse tal como era: indómita, expansiva. Explosiva. Su primer recital fue en 1996, a los 17 años, en Sevilla. Ya entonces había cambiado hace rato las noches de boliche con sus amigas por encuentros en callejones y esquinas para improvisar junto con otros artistas urbanos. Cumplidos los 19, se mudó a Madrid y su carrera tomó velocidad vertiginosa. Lujo ibérico devino disco de oro, y Alevosía, su segundo LP, siguió el mismo camino en 2003. Rápidamente se ganó el aval de la crítica y el público, incluso más allá de las fronteras de España: en América latina, sus rimas sonaron en colaboraciones con Julieta Venegas, Diego Torres y Calle 13, en Eres para mí, Mirar atrás y Mala suerte con el 13, respectivamente. Su tercer álbum, Malamarismo, llevó su nombre a las nominaciones de los premios Grammy latinos.
Saca un disco cada tres o cuatro años. En 2010, fue el turno de Dirty Ballerina (que le valió otras dos nominaciones al Grammy); le siguió Bruja, en 2013. “Me gusta tomarme mi tiempo para cada álbum y creo que está bien hacerlo así. Desde el verano pasado, estoy escribiendo y grabando. Quiero publicar el año que viene y estoy muy contenta, porque son temas muy fuertes y estoy pasándomela muy bien con la gente que me rodeo para hacerlo. Ya llegará el momento de mostrarlo a todo el mundo”, cuenta por teléfono sin decir más, aunque los singles que lanzó el año pasado, Egoísta y Mátale, auguran un nuevo trabajo con mucha influencia trap house.
La española visitará la Argentina esta semana para presentarse en el Festival BUE, en el predio de Tecnópolis. Forma parte del cartel del viernes, jornada en la que también actuarán Iggy Pop y The Libertines, entre muchos otros artistas internacionales y nacionales.
Relajada, disfrutando cada momento. Así se la escucha, por estos días, a María. Pero a no equivocarse: La Mala sigue igual de afilada.
¿Qué lugar se ganó la música urbana en la cultura contemporánea?
Creo que hoy tiene el lugar que se merece, porque toda la juventud escucha esta música. Y también lo hace toda la gente a la que le gusta que le hablen claro.
¿Sentís que el género plantea una discusión entre cultura alta y baja?
Bueno, pues, podría hablar sólo de esto durante toda la entrevista, porque hay una discusión muy grande por este tema y es interesantísima. Para empezar, creo que, al igual que hay artistas que vienen de cunas altas y han aprendido a hacer arte en la escuela y están en un circuito en el que las obras valen mucho dinero, también existen muchos otros que vienen de contextos diferentes. Y gracias a su personalidad y talento, también han llegado a esa órbita. Mirá a Jean-Michel Basquiat, por ejemplo [N. de la R.: estadounidense de origen haitiano y puertorriqueño, que, siendo vagabundo, pintaba graffitis, y terminó convirtiéndose en uno de los artistas visuales más importantes del siglo XX]. Hay un montón de personajes que, como él, lograron eso. Pero sucede, además, que muchos artistas no hacen lo que hacen por dinero, sino por una necesidad de expresión. En mi caso, el rap es pura adrenalina, es otro concepto. El arte callejero es una nueva manifestación, es otra historia: está, como su nombre lo indica, en la calle. Y no lo compra el mercado.
¿Cómo fue abrirte paso en este mundo predominantemente masculino, sobre todo 20 años atrás?
Fue todo muy natural, realmente. Mis amigas estaban muy interesadas en la música disco y querían ir a bailar, pero a mí me encantaba quedarme en la calle y rapear con la gente que, como yo, estaba en eso. Nos reuníamos en sitios adonde iban personas muy diferentes, de todos los rincones de la ciudad, y hacíamos improvisaciones. Así de simple fue que yo empecé a hacer rap. Nunca me pregunté: “¿Qué voy a decir si el público es meramente masculino? ¿Qué puede interesarle a un grupo de hombres lo que una chica pueda decirles?”. Porque, si bien habitualmente, en los conciertos del género, había casi únicamente hombres, yo no tenía una intención ni una meta concreta, o sea, no pensaba en una carrera. En el rap, uno empieza simplemente enseñando lo que tiene y, a cambio, recibe el calor de la gente.
¿Qué pasaba entonces cuando mostrabas tus canciones en ese contexto?
Desde el inicio, sentí que a la gente le gustaba, que había una acogida positiva. De hecho, el público que escuchaba mi música se alejaba bastante de los círculos cerrados del rap puro. Había todo tipo de personas en mis conciertos, y eso era fascinante. Era como que yo lograba aunar a la gente: en vez de ser un concierto exclusivo, era inclusivo. Recuerdo que se comentaba: ¡Ey, en las presentaciones de La Mala hay muchas chicas! Eso siempre me resultó muy gracioso y divertido. Creo que hay mucha gente interesante haciendo cosas y da igual el sexo, la edad, lo que sea. Lo que importa es el don de conectar con algo que late adentro, un impulso artístico que debe manifestarse como sea.
¿Cómo fue el proceso hasta encontrar tu propia voz?
Nunca me sentí amenazada ni comprometida por manifestar lo que yo pensaba a través de mi música. Y siempre tuve mi propio camino: jamás sentí que estaba copiando algo que ya existiera ni que tuviera que hacer cosas por obligación o para sentirme aceptada. He creído en mí y he hecho lo que creía que debía hacer, y ha estado bien. Desde el punto de vista de ser una artista femenina, hoy me siento muy honrada, ¡pero a un nivel extremo!, de que me escuchen muchas mujeres. En cada concierto, siento un gran cariño por parte de chicas que se ven reflejadas en mis canciones y que me dicen que yo las represento, ya sea por lo que digo o por el estilo de vida que llevo. Yo también me veo en ellas, es algo realmente muy potente. Ya no soy una niña y ellas tampoco. Se da algo muy especial, porque veo que hemos seguido adelante con nuestras vidas: el tronco del árbol está cada vez más grande, hay cada vez más cosas que contar y todo por hacer. Y vamos para adelante juntas.
Has dicho que, por momentos, te parece que el rap se está volviendo muy Burger King. ¿Qué querés advertir con esto?
Me refiero a que es todo muy en serie. Supongo que en todos los aspectos de la vida nos pasa esto: cuando algo funciona, tendemos a reproducirlo una y otra vez. En la moda, por ejemplo, si un modelo de cargos [N.de la R.: pantalones] ha gustado, bueno, entonces todas las marcas quieren uno igual, ¿no? Pues sí, esta tendencia es parte del ser humano. ¡Desde luego, si quieres que algo funcione, pues copia lo que ya ha resultado exitoso! Pero ahí entra en juego también el compromiso personal que cada artista tenga con sí mismo.
¿Pero el rap, por las propias características del género, no le exige al artista una cuota extra de honestidad?
Cuando alguien me pregunta qué tipo de música hago y yo respondo rap, se ponen incómodos. Resulta así porque está la idea general de que los artistas del género tenemos opiniones muy fuertes sobre temas igual de fuertes. Pero tampoco es tan así: hay muchos artistas en el pop que se animan a dar sus opiniones personales sobre muchas cosas. Y también hay raperos que hacen unas canciones que son cero comprometidas. No sé, hoy siento que la línea está bastante difusa. Afortunadamente, siempre hay personas que renuevan un poco el agua y van trayendo cosas frescas, ¿sabes? Continuamente aparece gente que hace cosas super chulas y fascinantes, y a mí me interesa muchísimo conocerlas todas.
¿Cómo hacés vos para mantenerte fresca y en contacto con la calle, tu fuente de inspiración, a la par de que aumentan tu fama y los reconocimientos?
Me parece que el anonimato es sumamente rico: poder ir en el metro y observar a alguien que entra, ver qué hace la gente. Ver lo cotidiano, las cosas normales, tiene mucho valor, y no entiendo la vida sin esos pequeños regalos de belleza que te da el día a día, en todo tipo de situaciones. Eso me inspira mucho. También me encanta rodearme de artistas y amigos, y compartir con ellos mi visión del mundo, mis opiniones. Aprendo mucho cuando voy a exposiciones o presentaciones de colegas. Y, por supuesto, sigo teniendo muy cerca a mi familia y soy muy consciente de su presente. Creo que todas estas cosas me mantienen una visión muy objetiva de la realidad.
Corazón desobediente
En 2006, María dio a luz a Karel, su primer hijo junto al cubano Reynor Hernández, pero a quien se lo conoce más y mejor como Mahoma, también rapero. Luego llegó el segundo, Abraham, pero, tras varios años y colaboraciones musicales juntos, la pareja se separó. Imposible no tomar la letra de Un corazón, de 2010, como una respuesta a ese momento de su vida: A veces he tratado de poner orden en mi pasado, pero mi corazón no obedece, porque no es más que un corazón. Las veces que he intentado poner orden a mi pasado, me he dado cuenta de que no hacía falta, porque fue ley lo que pasó. No seré yo, no seré yo, no, seré yo, la que dice adiós. Aunque te he llorado, ya no te necesito.
¿Cómo influyó la maternidad en tu música?
Es tan difícil hoy en día ser mujer, trabajar dentro y fuera de la casa. Ser madre es una gran prueba. Te obliga a estar muy consciente y muy preparada. Te vuelve más compleja, porque tienes que estar alerta de todo y es complicado. ¡Que hay que estar superfuerte! Con respecto a mi música, no es algo concreto lo que pasó con el nacimiento de mis hijos, sino que entendí que la vida ahora es de otra manera. La maternidad hace que muchos temas te resulten más importantes, mientras que otros dejan de serlo. Creo que me ayudó a ser mucho más objetiva. Para mí, ha sido una gran oportunidad de ser mejor en todos los aspectos.
¿Qué es el flamenco para vos?
¡Bueno, pues, cómo puedo decirlo! Es el grito del alma que sale con una presión maravillosa, una llave maestra que te abre todos los corazones. Porque el flamenco te entra ahí y te ablanda y te cruje por dentro. Se me ponen los pelos de punta de solo pensarlo, vamos. Recuerdo que, de pequeña, lo escuchaba y ya ahí se me quedó metido. Siento una conexión intensísima. La palabra misma me queda chica para hablar de esto. Es algo muy, muy grande.
¿Te ha costado caro ser quien querías ser?
Si no pierdes, no ganas. Creo que eso es una verdad como un templo. Si tú sólo ganas, una y otra vez, creo que te estás perdiendo mucho de la vida. Esto es tangible en la experiencia de cada uno. Si sientes que algo de ti duele mucho o que algo de ti se perdió, en realidad, estás ganando algo. Porque esa es la verdadera fortaleza que te construye, que hace a tu esencia.
¿Has tenido problemas en tu carrera a raíz de esa fortaleza tuya?
Hace poco, un amigo me preguntaba si había tenido problemas con las discográficas, que es algo que se suele decir, porque he cambiado varias veces de sello. Pero yo siempre digo: ¿de qué problemas me hablan? Si tú eres un artista que no tiene claro su camino o cómo construirlo a cada paso, pues entiendo que los profesionales de las disqueras te digan: “Vamos a ir por aquí, vamos a ir por allá”. Y no estoy hablando con maldad, esto puede pasar y de verdad lo comprendo. Pero no ha sido mi caso. Así y todo, la verdad es que yo no he tenido ningún tipo de enfrentamiento con nadie, nunca, porque creo que siempre del otro lado han entendido que yo tenía mis ideas bien claras, ¿sabes? Y cuando las tienes tan claras, no pasa nada: simplemente haces lo que tienes que hacer y ya está.
¿Hay algo de lo que te sientas especialmente orgullosa?
Sí, de ver que tengo muy poco apego por todo. Porque me puedo ir a vivir adonde sea y no echo de menos nada. Siento que siempre puedo poner los kilómetros en cero y empezar un nuevo viaje, mientras que a mi alrededor veo cómo muchas personas se aferran a su pasado. En cambio, para mí es bastante fácil empezar siempre una línea nueva de mi vida. De eso estoy muy orgullosa, porque creo que ayuda mucho tener ese punto de vista: me permite concentrarme en lo que realmente importa en la vida. Y bueno, ya que hemos hablado mucho del ser femenino, siempre, a cualquier lugar que he ido a tocar, he conocido a chicas maravillosas que se me han acercado, talentosísimas y grandes personas, que me han mostrado lo que hacen y me han hecho decir: “¡Pero por favor, ¿cómo puedes ser tan divina?!” En Chile, en Ecuador, en Bulgaria, adonde sea que vaya, para mí es mágico poder conectar con ellas. Así que también debo decir que me siento muy orgullosa de representar a tantas mujeres bellas que hay por ahí.
FOTOS: gentileza Festival Bue y AFP
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