La tragedia de Charla Nash, la mujer a la que un chimpancé le arrancó la cara
El animal fue adoptado en 1995 y criado como un humano; después de 14 años, sin mediar acto de violencia alguno, ocurrió el inesperado ataque
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La terrible historia de Charla Nash ocurrió en 2009, pero sigue resonando en los medios hasta el día de hoy. Es que esta mujer fue brutalmente atacada por un chimpancé que le arrancó la cara y las manos. Las consecuencias de esta tragedia todavía pesan sobre la mujer, que quedó inválida por el resto de su vida y recibió un trasplante de rostro que le provocó infinidad de inconvenientes.
El trágico hecho sucedió en Connecticut, Estados Unidos. El mono, llamado Travis, era propiedad de una amiga de la víctima, Sandra Herold, que lo había adoptado desde que era un bebé.
Travis nació el 21 de octubre de 1995 en un santuario de chimpancés del estado de Misuri. Allí lo adoptaron Herold y su marido Jerome, cuando el animal tenía solo tres días de edad. La familia lo trataba como un integrante más.
Travis iba a la tienda con sus “padres”, jugaba con ellos y con los vecinos, había aprendido a abrir y cerrar puertas con llave, regar las plantas, usar el control remoto del televisor, prender la computadora y hasta, una vez, lo habían dejado manejar un auto.
El animal era un prodigio de inteligencia. Se cepillaba los dientes, también, y comía en la mesa con la familia. Incluso, en varias ocasiones le habían dado vino para tomar.
Además, el chimpancé había conocido la fama al protagonizar varios cortos publicitarios y en algún que otro programa televisivo.
Cuando Jerome murió de cáncer en 2004 y el hijo de la pareja también falleció en un accidente automovilístico, Travis se convirtió en una especie de hijo para Sandra. Pero la supuesta mascota no dejaba de ser un animal salvaje.
En 2003, cuando un transeúnte arrojó un objeto al auto donde viajaba Travis y llegó a golpearlo, el mono bajó del vehículo y lo corrió por muchas cuadras. Afortunadamente, la persona escapó, pero el animal no quería regresar al coche y tuvo que intervenir la policía.
A partir de ese hecho, las leyes cambiaron en Connecticut y ya no se pudieron tener animales exóticos en la casa que pesaran más de 22 kilos. Pero, a pesar de que Travis ya pesaba 91 kilos y era de un porte considerable, permaneció con la señora Herold porque ya había vivido con la familia por muchos años y no lo consideraban un peligro.
Estaban equivocados.
El ataque de Travis
El 16 de febrero de 2009 Charla Nash, que entonces tenía 55 años, fue a visitar a su amiga y compañera de trabajo Sandra, de 70. Travis la conocía, pero aparentemente se desorientó por el peinado nuevo de la visitante. Pero el desastre se produjo cuando la mujer tomó en sus manos uno de los juguetes del simio.
Fue entonces que Travis se dirigió a Nash y la atacó de manera bestial, mordiéndola y arañándola sin contemplaciones.
En el momento en que sucedió el ataque, Sandra Herold llamó al 911 para que vinieran auxiliarla y dijo una frase que debió haber sonado increíble para la policía: “Mi chimpancé se está comiendo a mi amiga”. El animal le mordió a Nash la nariz, los ojos, los labios, los párpados y las manos.
El ataque duró unos 12 dramáticos minutos. Sandra trató de detener a Travis. Primero le pegó con una pala y luego lo apuñaló tres veces con un cuchillo de carnicero, pero no logró frenarlo. Finalmente, apareció un oficial de policía que abatió al mono con cuatro disparos.
Las heridas sufridas por Nash eran “horrorosas”, según dijeron los propios médicos que la atendieron el día de la tragedia. La mujer debió soportar más de siete horas de cirugía en el rostro y manos, ejecutadas por cuatro equipos de cirujanos.
Las consecuencias
Ella perdió sus manos, su nariz, los labios y parte de la estructura ósea de la cara. Además, sufrió trauma cerebral y perdió la vista. Su familia debió organizar una campaña para poder pagar la inmensa cuenta del hospital.
Al analizar el cuerpo del mono ultimado, encontraron que no tenía rabia, pero sí la droga Xanax, un tranquilizante que le había administrado la señora Herold. Algunos de los efectos de esta sustancia son la desorientación y, rara vez, alucinaciones, ira y agresividad.
Herold murió de un aneurisma un año después del espantoso ataque. Nash ganó US$4 millones en una demanda que realizó contra el patrimonio de su amiga.
En una de sus últimas entrevistas, Nash contó que estaba viviendo en un centro especializado donde la cuidaban: “Perdí mucha independencia. Podía cambiar la rueda de un camión y ahora no puedo ni comer sola. Es muy difícil vivir. Ni siquiera vivir, medio vivir. A veces quiero llorar, salir, ir a tu casa. No sé cuál es mi futuro y eso es lo que me dio miedo”, le dijo al Boston Herald en 2014.
En 2016, la internaron de urgencia por un nuevo rechazo en el rostro trasplantado y logró sobrevivir. El año pasado, Nash aseguró el diario británico The Sun que aboga por leyes que prohíban la tenencia de primates como mascotas.
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