Locos por el golf
Se estima que no menos de cien mil personas practican un deporte que antes estaba sólo reservado a las elites. La fiebre va en aumento: para jugar, para tomar clases o sólo para practicar hay que reservar turno con anticipación
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A las 3 de la tarde de un viernes, en el hoyo nueve del Campo de Golf de la Ciudad de Buenos Aires, dos amigos -un abogado y un contador- pararon para tomar un refresco en el bar y hablar sobre sus últimos golpes. Todavía les faltan 9 hoyos, unas dos horas de juego.
Tres de la tarde de un día laborable. Profesionales en la cancha. Parecería haber algo raro en esta escena, pero no es así. "Si alguien llama a la oficina, nuestra secretaria dice que estamos en una reunión", confiesan, con gran sonrisa.
Ellos son sólo dos de los adeptos a este deporte que fanatiza a miles de argentinos hasta el punto de que muchas de sus mujeres se resignan a ser consideradas viudas del golf (también hay viudos), por las cuatro horas, por lo menos, que insume recorrer los 18 hoyos. Sobran ejemplos de esta explosión: para jugar un torneo un fin de semana hoy hay que apresurarse para sacar turno, si no simplemente uno se quedará afuera; para tomar una clase con un profesor no queda otra que asegurarse un horario por teléfono, porque la agenda de los maestros del swing está casi tan atiborrada como la de un empresario de primera línea. Y ni qué hablar de ir a tirar pelotas un día de semana a uno de los tres drivings (centros donde se tiran desde 30 hasta 300 pelotas) de la Capital Federal: por la mañana no hay problema, pero cuando cae la tarde y la gente sale del trabajo el aluvión resulta impresionante. Un cronista de La Nacion estuvo hace pocos días en uno de ellos y debió esperar media hora para descargar el balde de pelotas. La fiebre por las maderas, hierros y putters no se detiene.
Según la Asociación Argentina de Golf (AAG), este deporte tiene un crecimiento del 5 por ciento anual en la Argentina.
Actualmente hay 40.000 personas con handicap (es decir, habilitados para jugar torneos en las canchas), pero se estima que la cifra de jugadores asciende a 100.000, ya que muchos practican en los drivings o toman clase solamente. Sólo en el driving de la AAG (los otros dos están en Costa Salguero y en el Driving Norte) se tiran 40.000 pelotas por día y pasan 19.000 personas por mes.
Se calcula que hay 690.000 golfistas de habla hispana, y solamente en los Estados Unidos, 22.000 clubes y 40 millones de jugadores. Se inauguran en el país del Norte 400 canchas por año, razón por la cual se está estudiando incluirlo como deporte olímpico en Atenas 2004.
La Asociación Argentina de Golf cuenta con 210 entidades afiliadas, desde Palpalá, al norte de Jujuy, hasta Ushuaia. 130 de ellas están en la provincia de Buenos Aires, gracias a la proliferación de los countries con cancha de golf.
El mismísimo Jack Nicklaus, en su tiempo uno de los mejores jugadores del mundo, acaba de concluir el diseño de una cancha en la Patagonia, que se estima estará lista dentro de un año. Es el primer emprendimiento al sur de Panamá en llevar la ya famosa firma de Nicklaus. La cancha, que se llama Chapelco Golf and Resort, se encuentra entre Junín de los Andes y San Martín de los Andes. El proyecto, estilo country, incluye la construcción de viviendas. Es precisamente este esquema el que llevó al golf a ser un deporte practicado por mucha más gente, ya que desde la proliferación de los countries, las posibilidades de salir a jugar se han multiplicado: todo es más fácil cuando la cancha y los amigos están en un mismo lugar.
Es indudable que la televisión también ayudó a que más gente se anime a salir a la cancha. Los espectadores se dieron cuenta de que éste es un deporte en el que se viven grandes emociones siguiendo las vicisitudes de los profesionales en grandes torneos, entre ellos el Masters de Augusta (que entrega como trofeo, entre otros premios, un afamado saco verde que da la posibilidad de competir allí de por vida) y el Abierto Británico.
Uno de los artífices de este interés es, sin duda, el norteamericano Tiger Woods, número uno del mundo, que juega desde los 3 años. El es el niño mimado del golf, y sus sponsors le siguen ofreciendo contratos multimillonarios simplemente por ponerse una gorra con un signo de una marca, entre otras cosas. Recientemente ha ganado seis torneos consecutivos y amenaza con romper todos los récords.
Pero ahora la cosa se puso emocionante: el joven y talentoso jugador español Sergio García, de 21 años, promete darle pelea. Se espera la llegada de ambos en diciembre: en el Buenos Aires Golf Club se jugará la Copa del Mundo 2000.
En nuestro país, el maestro De Vicenzo fue el que llevó el deporte a su máxima expresión. Hoy, gracias a la televisión, miles de aficionados siguen al chaqueño José Cóceres, a Angel Cabrera, Eduardo Romero, Ricardo González, el Chino Fernández, Jorge Berendt y Gustavo Rojas, entre otros.
El Campeonato Abierto de la República, el torneo nacional más importante, se juega desde 1905 y este año, a mediados de noviembre, habrá 370.000 dólares en premios. Le siguen en importancia el Argentino de Aficionados, que se juega desde 1895, y el Argentino de Damas, desde 1904. Según la AAG, presidida por Jorge Ocampo, "también están los torneos abiertos, que se disputan en diversas zonas del país y que son el reflejo de la fuerza del golf en las provincias". En la página Web de la asociación están los datos de todas las canchas: http://www.argengolf.org
Según los profesores Horacio De Vicenzo (sobrino del maestro Roberto De Vicenzo) y Alejandro Quevedo, "los countries dieron la posibilidad de acercarse a este deporte. Antes, los clubes de golf eran sólo de golf. Eran, y son más caros y además el ingreso no es irrestricto". Aunque la mayoría de los clubes son privados, muchos tienen una política abierta, es decir, un no asociado puede jugar. Aquellos que no son socios de un club tienen dos opciones: anotarse en los numerosos torneos abiertos o ir al Campo de Golf de la Ciudad de Buenos Aires, cuyo único requisito es tener handicap, además de pagar el green fee. Se puede jugar sin handicap después de las 14.
El Campo de Golf, que data de 1905, registra unas 57.000 salidas por año y es la cancha más visitada del país. Este año, 2000 jugadores más se sumaron a sus registros. El green fee cuesta $ 40 los fines de semana y 25 los días de semana. No es precisamente barato, pero se considera un verdadero privilegio el hecho de poder jugar a sólo diez minutos del Obelisco.
Lindero con el Rosedal, este campo fue recientemente reformado con el asesoramiento de De Vicenzo. "Si estás trabajando y te agarra un ataque de golf, te vas a la cancha municipal", dice el dibujante Napo.
El interventor del Campo, Juan José Bergaglio, dice que hace años que el golf no se considera reservado para la tercera edad. "Nosotros tenemos una escuela gratuita para menores que tiene más de cien alumnos, y unos 40 en lista de espera." Además, cuenta con una escuela para chicos con síndrome de Down, que se llama Heme Aquí.
El interventor explica que la cancha estuvo bastante abandonada, pero que dado el auge del deporte, se ha ido modernizando hasta ponerla a punto.
En un descanso, Diego Salem, contador, cuenta que se entusiasmó con el deporte cuando vio por televisión el Abierto Británico en el que competía el argentino Cabrera. "El partido fue muy emotivo, hasta el final. Eso me llevó a tomar clases y acá estoy." Su profesor, Juan Carlos Di Palma, dice que ésta es la razón por la que en los últimos diez años se triplicó la cantidad de gente que juega al golf.
Para Napo, autodenominado fanático, "se ha democratizado mucho el golf. Pueden jugar juntos directores de empresas, empleados, artistas, mecánicos... Cuando están en el campo, son todos golfistas. Podés tener los mejores palos, pero todo se demuestra cuando le pegás a la pelota".
Rolando García Rey, gerente del Driving Norte, en la Costanera, dice que en los últimos cuatro o cinco años se ha notado un crecimiento ininterrumpido. "Creemos que el negocio crecerá ilimitadamente: el que empieza no abandona. El que le pega a la pelota bien una vez pasa a ser golf dependiente".
Para tirar pelotas en los driving ranges no se necesita tener handicap, y además en una hora se da una clase y se tira un balde de pelotas. "Los días de semana, de 17.30 a 21.30, es cuando se reúne más gente. Son los que salen de la oficina, dejan el saco y la corbata, y practican este deporte."
Para que se comprenda el porqué de esta pasión, Napo explica: "Como a tanta gente, el médico me dijo: Por favor haga algo de deporte. Para los que estamos mucho tiempo sentados, éste es el deporte ideal. Es un paseo por un hermoso paisaje, acompañado por amigos".
Jorge Vázquez, profesor de tenis, tuvo seis operaciones en la rodilla que le impidieron continuar con el tenis de manera profesional, pero que no le fueron un impedimento para jugar al golf. "En el tenis, un tipo de 45 años no puede competir contra uno de 23. En el golf, sí. Yo me siento igual que cuando tenía 17 años y jugaba al tenis y sentía que no tenía limitaciones físicas."
Según los profesores Quevedo y De Vicenzo, la práctica del golf es recomendada por los médicos como una manera de hacer ejercicio no forzado.
"La gente que se acerca al golf es aquella que necesita salir de la locura, el stress, y que no tiene ganas de salir a correr -dice Napo-. Yo juego una o dos veces por semana. Es un poco como ir al psicólogo. La semana que no juego, algo falla en mi estado anímico. Dicen que el golf es una enfermedad terminal."
No es ningún secreto el hecho de que políticos y empresarios suelen jugar al golf. Es una actividad bastante común para presidentes: Clinton, Menem, Bush, juegan al golf. De la Rúa tiene 18 de handicap. Aunque ahora juega menos, antes de llegar a la presidencia solía frecuentar la cancha municipal de Lomas de Zamora.
¿Qué actividad permite a una persona estar cuatro horas junto a un empresario de primer nivel, de manera distendida? El golf. Claro que un buen consejo sería no agobiar a la otra persona hablando de trabajo en su tiempo libre, pero sí se establece un vínculo que da ventajas.
Para Quevedo, "es cierto que el golf te da la posibilidad de interrelacionarte con toda clase de gente. Pero una vez que estás en la cancha, pasás a ser un golfista más. Aunque se comenta que dentro del mundo empresarial, aquel que dentro de su departamento de marketing no tiene gente que juega al golf está dando una ventaja en sus negocios".
En el libro Golf: Courses & Links de Argentina, Francisco Alemán cuenta la historia de este deporte. Las primeras referencias provienen de Escocia, en el siglo XV. Cuenta la leyenda que el golf tiene 18 hoyos porque el whisky tiene 18 medidas. El golf tenía tanto éxito, que el rey James II lo declaró ilegal, ya que tenía miedo de que sus súbditos abandonasen la arquería y, por ende, se defendieran peor en la guerra. Como ocurre tantas veces, la proscripción no hizo más que provocar más ganas de jugar, y hacia fines de siglo fue levantada. En ese entonces, el golf era un deporte para todos. Nobles y plebeyos compartían partidos. En el primero del que se tiene registro, en 1682, el príncipe de Gales jugó con John Paterson, un zapatero muy hábil en el juego.
En la Argentina, el golf llegó en las tres últimas décadas del siglo XIX, cuando ingenieros, capataces y obreros fueron contratados en Gran Bretaña para construir las vías del ferrocarril. Por eso la mayoría de los clubes más antiguos está al lado de las estaciones.
En 1879, Henry Smith llegó al puerto de Buenos Aires desde Escocia con la primera bolsa con palos, y le fue bastante difícil explicarle al empleado de la Aduana que no eran armas camufladas. En 1883, un escocés llamado Sgroggie jugó el primer match el 13 de marzo en la plaza del pueblo de San Martín. Los canteros con flores hacían de búnkers. En 1893 ya había tres clubes: San Martín, Rivadavia y Flores. En 1898 se creó el Rosario Golf Club y en 1900, el Mar del Plata Golf Club.
Por esta época se inicia la cancha de Hurlingham, que todavía sigue en pie. Parece que cerca del hoyo tres había un corral con animales que pertenecía a un vecino que se negaba a vender sus tierras al club. Los golfistas que mandaban allí la pelota por error podían ver cómo un avestruz corría hacia la pelota y se la devoraba. En ese entonces, las ovejas eran utilizadas como eficientes cortadoras de pasto. Sólo en 1916 se las reemplazó por una máquina de motor.
El Jockey Club fue fundado en 1882 y su primer presidente, y ferviente propulsor, fue el doctor Carlos Pellegrini. El Cariló Golf Club fue diseñado por Tommy Sanderson, que pidió que al morir esparcieran sus cenizas en el hoyo 8. Se hizo su voluntad. El Golf Club Argentino fue fundado en 1905 y tuvo momentos de tensión pues las damas de la época se resistían a salir a la cancha sin tacos. Allí, en 1878, durante el Premio Golf Club Argentino, se produjo un hecho bastante inusual. Hubo en el hoyo 14 dos hoyos en uno, y un tercer jugador que casi lo logra también. Se trataba de Soto, Benito y Saavedra, tres jugadores de primera que dejaron en éxtasis al público presente.
En medio de una clase de golf en la que a un tiro espectacular le siguió otro peor que malo, el profesor Quevedo aprovechó para introducir al novato en el abecé del golf: "Este deporte obliga a ser muy humilde, simplemente porque es muy humillante. No hay lugar para la soberbia. Hay que ser humilde. Si no, se sufre mucho".
Hace 35 años que el doctor Jorge Barocela dedica tres días a la semana a jugar. "Es un depor- te que, cuando creés que lo tenés dominado, te das cuenta de que no es así. Podés sobresalir en una profesión, y ser destruido por la pelotita."
Los profesores coinciden en que es un deporte de temperamento. "Generalmente, lo vas mejorando -dice Horacio De Vicenzo-. Tenés que ser muy tranquilo y dominar tus emociones si es que lo querés jugar bien. Es difícil, porque por lo general somos ansiosos."
Como ilustración, una famosa anécdota de uno de los clubes más tradicionales del país: el Córdoba Golf Club. En 1930 Emilio Cornú, el hijo de quien vendió las tierras para hacer el campo de golf, salió a jugar con unos amigos. Era un personaje pintoresco que iba de bombachas de campo y alpargatas. En la salida del hoyo 1 pegó su primer golpe, que rebotó en un algarrobo, al igual que los tres siguientes. Sin poder contenerse, sacó un revólver 38 y descargó sobre la pelota todas las balas. Enfundó, presentó la renuncia y jamás volvió a jugar.
No en vano Mark Twain dijo una vez: "El golf es un hermoso paseo arruinado por una minúscula pelotita blanca".
Una verdad indiscutible es que los no sociables o se reforman o juegan solos. Nadie aguanta a un compañero de mal humor durante cuatro horas. No vale enojarse ni con uno mismo, ni con los demás, ni siquiera con la pelota.
Entonces, ¿los más ansiosos desisten? "No -dice Quevedo-, se van educando. Este es un deporte que te desnuda temperamentalmente. El interior de la persona sale a la luz." Para De Vicenzo, "aflora enseguida la personalidad del individuo que te va a acompañar los 18 hoyos: si es ansioso, se adelanta; si es cordial, espera".
"Además -dice Quevedo-, no existe hacer trampas, y si las hay y son descubiertas, el castigo es ejemplar. Hubo gente suspendida de por vida."
Con sus 500 años, el golf tiene sus reglas, algunas escritas, otras no. Las escritas están reunidas en un código bastante estricto de normas que se distribuye gratuitamente desde 1908, ya que la compañía de seguros inglesa Royal Insurance oficia de sponsor desde aquella época.
No se puede salir a la cancha sin conocer las reglas, y éstas no se adivinan fácilmente. Por ejemplo, la regla 4-4a prohíbe a un jugador pedir prestado un palo a otro jugador que está jugando en la cancha, pero no le impide pedir otros elementos como un guante, tees o pelotas.
Pero hay otras reglas por conocer. Precisamente, en este momento en la vidriera de las mejores librerías se encuentra un pequeño libro, La etiqueta del golf, escrito por Malcolm Campbell. El autor es una especie de Eugenia de Chicoff, la mujer que enseña a los comensales reglas de comportamiento.
La vestimenta es para tener en cuenta. En Inglaterra, las reglas son bastante estrictas. No se pueden usar jeans, remeras ni zapatillas. En algunos clubes hasta se les pide a las mujeres que usen bermudas hasta por debajo de las rodillas. Un ítem de buena educación que conviene respetar es dónde el golfista debe cambiarse los zapatos. En Europa, en la mayoría de los clubes se pretende que el deportista se cambie en el vestidor. En los Estados Unidos, en cambio, la mayoría de los golfistas llega cambiada para jugar o se cambia los zapatos en el estacionamiento. "Si no se conocen los códigos no escritos -explica el libro-, el golpeador de pelotas de golf no podrá alcanzar jamás la categoría de golfista."
Muchos golfistas profesionales empezaron como caddies. No son únicamente personas que llevan los palos, ya que con los modernos carritos que existen hoy no es un trabajo imprescindible. Sin embargo, los caddies son valiosos asesores a la hora de elegir los palos o planear una táctica. Además, nadie mejor que ellos conoce el terreno y pueden brindar un sabio asesoramiento.
"Jugar con caddie es como jugar con un profesor", dice Quevedo, y recomienda, sobre todo a los novatos, salir con ellos a la cancha.
En los torneos de profesionales, todos salen a competir con caddie. Hace dos meses, y después de casi seis años, un argentino ganó en el Tour Europeo en el Dessert Classic, Dubai. Se trata de José Cóceres, que con una imponente copa en la mano y un cheque al portador por $ 225.000, le agradeció públicamente a su caddie, Eduardo Gardino, todo su apoyo.
Los que no son novatos sueñan con el famoso hoyo en uno. Tradicionalmente, el que hace un hoyo en uno paga una copa a todos después del partido. Y en torneos, el profesional suele ganar un auto si logra esta proeza, que "es muy emocionante, y se recuerda toda la vida", agrega.
Para cerrar, un pensamiento golfístico, practicado por muchos de los devotos del juego. Funciona a manera de chiste, ya que muchos saben que no es posible, pero siempre será una expresión de deso: Si el golf interfiere con tu negocio, tenés que dejar el negocio".
Los chistes del golf
Es tal el fanatismo que sienten muchos jugadores de golf que han surgido, con gran éxito, decenas de chistes sobre este deporte, muchos de humor negro. Aquí va uno.
Un muy buen jugador, de bajo handicap, llega al hoyo 18 de la última vuelta de un torneo compartiendo la primera posición con otro contendiente. Necesita dos tiros para llegar al green, pero su caddie le recomienda un tiro casi imposible para llegar, hacer birdie y quedar a tiro de ganar el torneo: "¿Ve esa casa? Detrás está el green. Si tira y pasa, lo ganamos, jefe. Usted puede, ¡vamos!", lo alienta. El jugador dubita varios segundos, por fin responde. "Es que es mi casa." Pero se juega, le pega y justo cuando la pelota pasa por el medio del pasillo de su casa, sale su mujer de la cocina, que recibe el impacto y fallece en el instante.
Un año después, la misma escena, la misma situación, el mismo jugador, la punta en juego, pero con otro caddie. Este le dice: "Usted puede, vamos, ¡juéguese a pasar la casa y llévese el torneo!" El jugador se lanza en un duro llanto sobre el césped, golpea el piso, está desconsolado. "¿Qué le pasa?", pregunta, atónito, el caddie. "¡¡Es que el año pasado acá hice doble bogey!!"
Roberto De Vicenzo, el cibermaestro
Tiene 61 años de golfista, 231 primeros puestos, 127 segundos, 82 terceros y cinco títulos mundiales. Pero Roberto De Vicenzo no piensa quedarse en el pasado. El maestro brinda todos sus conocimientos como director deportivo y de relaciones institucionales de aquigolf.com. Allí, el golfista aficionado puede encontrar información valiosa para su hobby.
-¿El golf se ha popularizado?
-Si querés jugar económicamente lo podés hacer y si querés jugar desparramando dinero, lo podés hacer también. Hasta la ropa que se usa hoy es distinta. Pero el juego es caro por el tiempo que te lleva. No cualquiera tiene 6 horas para estar en una cancha de golf, especialmente los días de semana. Por suerte, ahora están jugando muchos chicos...
-¿Eso es necesariamente bueno?
-Sí, porque el golf te educa. Te enseña desde chico que tenés que ir por el camino derecho, que tenés que ser honesto, porque no hay referí. Todo se soluciona entre los jugadores.
-¿Qué recomendaciones les daría a los nuevos jugadores de golf?
-Si juegan para bajar la barriga hablaría de una forma, y si juegan para llenar la barriga hablaría de otra. Cuando uno lo hace por diversión admira los colores de la cancha, admira los árboles... Si lo hace por profesionalismo, cuando un árbol molesta porque la pelota pegó en él y quita la posibilidad de ganar, insulta contra el árbol, quiere romperlo.
-¿Qué cosas han ido cambiando en el golf?
-Ha cambiado todo: las canchas, las técnicas de construcción de canchas, las maquinarias, las pelotas de golf que son redondas igual que antes, pero más parejas, más obedientes. Han cambiado los palos... Pero las costumbres siguen siendo iguales: se cuentan los mismos chistes, se dicen las mismas mentiras. Los golfistas somos como los pescadores. Ellos dicen: Se me escapó uno así de grande. El golfista dice: Erré por esto.
-¿Cómo se hace para concentrarse en los torneos con tanta gente alrededor?
-Eso es lo difícil. La gente a veces te estimula y otras te desorienta. Cuando te estimula sos ganador y cuando te desorienta, perdedor.
-¿Ganó mucho dinero con el golf?
-Gané más dinero en los cuatro años de las giras de veteranos que en el resto de los torneos. Cuando yo empecé, los torneos repartían 10.000 y 15.000 dólares, en total, en los Estados Unidos. Cuando empecé en la gira de veteranos, los premios eran de 150.000 o 200.000. Habían crecido mucho. Y esperaron que me retirara para subirlo a un millón. Pero de todas formas he hecho muy buena carrera, muy buenas relaciones humanas. Le han puesto el nombre de Roberto De Vicenzo a una cancha. Es muy difícil que se logre eso, no solamente en la Argentina, sino en cualquier parte del mundo, que a una cancha le pongan tu nombre. Es una satisfaccion enorme y un honor, un orgullo.
Minidiccionario del golf
Handicap: es una credencial que habilita para salir a la cancha, y a la vez un certificado de que la persona conoce las nociones básicas del juego. Los clubes lo solicitan cuanto reciben a un invitado. Sacarlo cuesta $ 80 y se debe renovar todos los años.
Fairway: el área de pasto cortado entre hoyo y hoyo.
Rough: la zona a ambos lados del fairway, donde el pasto es más salvaje.
Green: área de pasto muy corto que rodea el hoyo.
Tee: punto de partida.
Putter: un palo con la cabeza en ángulo recto que se usa cuando la pelota está en el green.
Driver: el palo que se utiliza en el tee, para que la pelota recorra una distancia considerable.
Par: número de golpes que un jugador de buen handicap necesitaría para llegar al hoyo. Con esta base, un jugador puede jugar solo o competir contra otro.
Medal play: es una manera de competir. Gana el jugador que hace los 18 hoyos en menos golpes.
Match play: se cuentan los puntos hoyo a hoyo.
Cuánto cuesta jugar al golf
- Campo de Golf de la Ciudad de Buenos Aires: $ 25 los días de semana; 40 los fines de semana; los martes, 12 los jubilados.
- 40 minutos de clase con un profesor del golf, en un driving range: $ 30 (más o menos, depende del profesor).
- Golf Club José Jurado, en Lugano: $ 20 los días de semana; 30 los fines de semana.
- Driving Range: un balde de 100 pelotas, $ 9; de 60, 6; de 30, 3.
- Alquilar palos: $ 3 cada uno.
- Clase: entre 25 y 50 pesos.
- 1 set de 14 palos usados, con bolsa: 700 pesos.
- 1 carrito: 65 pesos.
- Guante: 15 pesos.
- Palos nuevos: 9 hierros Callaway: $ 1575; maderas Callaway: 520 cada una; 9 hierros Cobra: 1440; maderas Cobra: 450 cada una.
- Set económico: 8 hierros y 3 maderas, sin bolso: 550 pesos.
- Bolso: de 100 a 450 pesos.
- Pelotas: usadas o recuperadas, $ 1; 3 nuevas: 15.
- Juego junior: 5 hierros y 3 maderas: $ 180. Bolsa, 50.
- Pelotas de práctica, para jardín: $ 6 las 12 pelotas.
- Zapatos: de 70 a 125 pesos.
- Carros eléctricos: de 900 a 1300 pesos.
- Tee: $ 1, los 23 tees.






