“Más rico que Anchorena”. El humilde origen de una familia cuyo apellido fue, durante más de dos siglos, sinónimo de fortuna
El historiador Leandro Losada explica los comienzos de una dinastía que se radicó en el Río de la Plata desde mediados del siglo XVIII
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El dicho popular fue acuñado a comienzos de siglo XIX, cuando la Argentina recién comenzaba a consolidarse como nación. El apellido de una familia porteña se convirtió en sinónimo de abundancia. “Más rico que Anchorena”, solían decir para identificar a quien poseía una gran fortuna. La expresión, incluso, llegó a ser reproducida en el “Fausto” de Estanislao del Campo, publicado en 1866. El diablo intenta seducir a Don Fausto: “Si quiere plata tendrá:/ Mi bolsa siempre está llena,/ Y más rico que Anchorena/ Con decir quiero, será”.
Pero, ¿cuál fue el origen de la riqueza de esta familia?

Desembarco en Buenos Aires, en la década de 1750
Leandro Losada es historiador e investigador del Conicet. En su podcast “Historia de la oligarquía argentina” analiza los orígenes, características y la evolución de este grupo minoritario. En el caso de los Anchorena, el especialista resalta una particularidad: “Su trayectoria en el Río de la Plata comenzó antes que las de otros fundadores, de otras ‘familias patricias’”.
-Losada, ¿quién era Juan Esteban Anchorena, el primer Anchorena que llegó al país?
-Juan Esteban de Anchorena, nacido en Pamplona en 1730, llegó a Buenos Aires en la década de 1750. Él llegó antes de que Buenos Aires se convirtiera en capital virreinal, en 1776. La mayoría de los españoles que luego se incorporaron a la elite porteña vinieron cuando Buenos Aires fue declarado puerto autorizado para el comercio con España, en 1778. La singularidad de Anchorena es que él no se vincula, en ese momento, con familias que ocupaban lugares importantes en la economía de Buenos Aires de aquel tiempo. El conjunto de la clase alta argentina tienen orígenes bastante humildes.
-¿Cuál era su origen social?
-Los españoles que vinieron a comerciar a Buenos Aires eran de clase alta. Juan Esteban Anchorena, en cambio, tuvo un origen bastante humilde. Su primer trabajo en América fue como dependiente de comercio. Pero, 20 años más tarde, cuando Buenos Aires se insertó en los circuitos coloniales del comercio entre España y América, Anchorena ya se encontraba entre los principales referentes de exportación e importación.
-En algunas crónicas se dice que Juan Esteban Anchorena estaba involucrado en el contrabando de mercancías y atribuyen a eso el origen de su fortuna
-Se dice, es cierto. Pero es difícil discriminar cuánto hay de realidad o de leyenda en ello. Lo concreto es que el ascenso social de los grandes comerciantes coloniales de Buenos Aires se dio, mayormente, por tres motivos. El primero, por casamiento con familias ya establecidas en el Río de la Plata, que no fue el caso de Anchorena. Otra forma de progresar era accediendo a las licencias que autorizaban a ser comerciantes monopólicos: es el caso de aquellos que la Corona autorizaba para traficar entre el Rio de la Plata y España. Existía una tercera modalidad de ascenso que era a través de vínculos con funcionarios coloniales que permitían, sin acceder a las licencias oficiales, participar de alguna actividad mercantil. Esto es lo que en general se habla cuando se califica de contrabando. Ese comercio se realizaba por fuera de las rutas y puertos autorizados por la corona española. Pero creo que “contrabando” es un término un poco anacrónico, porque si bien es cierto que no estaba dentro de la estructura legal del imperio, muchas veces la corona española y las autoridades coloniales en América miraban para otro lado porque se veían beneficiados con ese tráfico mercantil o porque a través de impuestos podían acceder de alguna manera a la riqueza que se generaba con ese comercio en principio ilegal o no autorizado.
Juan Esteban Anchorena fue cónsul. Desde su posición en el consulado de Buenos Aires, a fines de 1790, acompañó una medida tomada por la corona española que autorizaba el comercio con neutrales. Es decir, que el Río de la Plata podía comerciar con países que se mantuvieron neutrales con relación a los conflictos militares que había en Europa en ese tiempo que transcurría la Revolución Francesa. Básicamente se trató de liberalizar o flexibilizar un poco más el comercio, ante la crisis económica. Eso permitió que, antes de la crisis de 1810, el comercio con Inglaterra empezara a ser tolerado por la corona española. Anchorena, que acompañó esa medida política, muy probablemente también se benefició económicamente.
-¿Con quién se casó Juan Esteban?
-Con Ramona López de Anaya y Gamiz de las Cuevas, pero su casamiento fue singular. Si bien la familia de su esposa era una familia antigua o troncal de la Buenos Aires de entonces, y se dedicaba al comercio, también se había empobrecido. Es decir, a diferencia de otros fundadores de fortunas comerciales coloniales, Anchorena no se insertó en una familia de importante posición económica, aunque sí, probablemente, con algo de prestigio social.
-¿Cómo pasan los Anchorena de comerciantes a grandes terratenientes?
-Es importante subrayar que la fortuna de los Anchorena no siempre se basó en la tierra y en la producción agropecuaria. Porque el lugar común instalado en nuestra memoria histórica dice que esos fueron los pilares de la riqueza desde los orígenes mismos de nuestro país. Pero la fortuna colonial de los Anchorena, como la de la gran mayoría de los ricos de entonces, se basó en el comercio. Fue la crisis de los circuitos comerciales coloniales provocada por la crisis del imperio español americano, a partir de 1810 y las guerras que le sucedieron, lo que obligó a los comerciantes a buscar nuevos campos de inversión. Entonces, la economía rural apareció como una gran opción.
-Todo esto sucede en pleno proceso de la Independencia argentina.
-Fue cuando sucede la fragmentación territorial del exvirreinato del Río de la Plata, que se consumó en 1820. A partir de entonces, Buenos Aires logró superar una derrota militar y territorial a través de importantes reformas políticas, institucionales y económicas, impulsadas sobre todo por Bernardino Rivadavia. Se dio impulso a la inversión rural a través de políticas públicas como la enfiteusis. Ahora bien, a pesar de estos incentivos, la reorientación del comercio a la tierra no fue rápida ni profunda.
-¿Los Anchorena tuvieron alguna participación en esas reformas?
-Los hijos de Juan Esteban de Anchorena, Juan José (1780-1831) y sobre todo Nicolás (1785-1856), fueron destacados protagonistas de esa reorientación. Roy Hora, otro historiador, explica que Juan José y Nicolás siguieron teniendo inversiones financieras y en la economía urbana. Sostiene que a pesar de acrecentar su patrimonio en tierras y ganado, jamás se consideraron “hombres de campo”. Lo interesante es que desde la década de 1820 controlaban casi medio millón de hectáreas y siguieron entre los mayores terratenientes por casi un siglo.
-¿Cómo llegaron Juan José y Nicolás a tener medio millón de hectáreas?
-Accedieron a la tierra a través de distintos mecanismos: la ocupación directa, la enfiteusis (arrendamiento a muy bajo costo de tierras públicas) y la compra, que estaba bastante extendida en la provincia de Buenos Aires en ese tiempo. Hay que tener presente que había una gran inseguridad jurídica en torno a la propiedad de la tierra por las dificultades que había para garantizar el control territorial respecto de los indígenas. Era un tema complejo, no solo para acceder, sino también para efectivizar ese derecho con finalidades productivas. Por eso, en la primera mitad del siglo XIX, el patrimonio rural dependía mucho más de las cabezas de ganado que de la cantidad de tierras ocupadas.
Aarón, el Anchorena más famoso
-Una mujer reconocida en la historia de la familia fue Mercedes Castellanos de Anchorena, en la segunda mitad del siglo XIX.
-Mercedes Castellanos (1840-1920), hija de Aarón Castellanos, procedía de una familia de la elite salteña en tiempos de la colonia. Mercedes se vinculó a los Anchorena por su casamiento con Nicolás Hugo Anchorena, hijo de Nicolás Anchorena quien a mediados del siglo XIX era considerado el ganadero más rico de Buenos Aires.
-De esa unión nació Aarón de Anchorena, un personaje excéntrico que marcó su época.
-Sí, fue uno de los hijos de Mercedes. Su nombre remitía al de su abuelo materno y fue un personaje paradigmático de la clase alta argentina del cambio del siglo XIX al XX. Fue excéntrico, un verdadero playboy, compañero de aventuras de Jorge Newbery. Aarón fue el propietario del globo El Pampero con el que, acompañado por Newbery, cruzó el Río de la Plata en 1907.
Como adelanta Losada, Aarón Félix Martín de Anchorena Castellanos (1877-1965) era el octavo hijo de los once que tuvo el matrimonio y fue un personaje especial. Lo tenía todo: encanto, riqueza, pasión por el deporte y la aventura. Fue el soltero más codiciados de la época y el protagonista de grandes hazañas.


Además de su vuelo histórico en su globo El Pampero, que había comprado en Francia, Aarón participó en la primera competencia automovilística realizada en Buenos Aires en el Hipódromo Nacional. A bordo de un Panhard et Levassor ganó la carrera cuando aventajó a su amigo Marcelo Torcuato de Alvear, que conducía un Locomobile de vapor.
Aarón, que era un incansable viajero, fue el primer turista en acampar en la isla Victoria, en el corazón del lago Nahuel Huapi (junto con Carlos Lamarca y Esteban Lavallol). Quedó tan fascinado con el lugar que consiguió que José Figueroa Alcorta le otorgara el usufructo de la isla. En pocos años fomentó el crecimiento de la zona con la introducción de fauna y flora, como también la puesta en marcha de un astillero, en un lugar que hoy es conocido como “Puerto Anchorena”.
Gracias a Aarón, la impronta de la familia argentina también llegó a Uruguay. A principios de siglo XX, con un adelanto de herencia que le hizo su madre, compró más de 10.000 hectáreas de campo junto a la desembocadura del Río San Juan, en el departamento de Colonia. Allí construyó una estancia que marcaría el resto de su vida.
El casco de estancia hoy se encuentra dentro del “Parque Nacional Aarón Anchorena” y es utilizado como residencia de descanso del presidente de la República de Uruguay. Los restos de Aarón de Anchorena se encuentran en un faro que posee la propiedad.
Aarón gozó de su fama de playboy hasta pasados sus 50 años, cuando se casó, en París, con Zelmira Rosa Paz Díaz, la hija menor de José C. Paz, el fundador del diario La Prensa y viuda de Alberto Gainza Lynch. No tuvo hijos y su herencia fue repartida entre sus ahijados Juan Manuel de Anchorena y Luis Ortiz Basualdo.
-Dicen que un romance de Aarón también fue la causa del enfrentamiento entre Mercedes de Castellanos y Corina Kavanagh.
-Mercedes Castellanos se opuso a que su hijo se casara con Corina. Los Kavanagh eran una familia riquísima pero de raíces relativamente recientes en el país, de mediados del siglo XIX. Y doña Mercedes no lo aceptaba. La oposición a ese casamiento dejó una marca tan fuerte en la memoria de los círculos altos de Buenos Aires, que surgió la idea de que, a modo de “represalia”, Corina mandó a construir el primer rascacielos de Buenos Aires, hoy conocido como edificio Kavanagh. Su intención era impedir que desde el Palacio Anchorena se viera la Basílica del Santísimo Sacramento, sobre la calle San Martín, que Mercedes había construido con el propósito de que fuera el sepulcro de la familia. Pero de esto no hay certeza, es más bien un mito urbano.

-La fortuna de los Anchorena fue tan grande que muchas de las edificaciones más lujosas de la época fueron construidas por ellos, como el Palacio San Martín.
-Mercedes Castellanos, ya viuda de Nicolás Hugo, encargó a Alejandro Christophersen el palacio de Arenales al 700, que hoy es la Cancillería, en los alrededores de Plaza San Martín. Este edificio albergó tres residencias: la de la propia Mercedes, que compartió con su hijo Aarón (hasta su muerte en 1920); la de Leonor Uriburu, viuda de otro de sus hijos, Emilio; y la central, ocupada por Enrique Anchorena Castellanos, casado con Hercilia Cabral Hunter. Las fiestas que la familia ofreció en este palacio fueron célebres en la vida social de la clase alta de Buenos Aires de comienzos del siglo XX.

*Leandro Losada: Historiador, investigador del Conicet, director del Instituto de Investigaciones Políticas (Unsam/Conicet) y profesor titular de Historia Argentina en Unsam.
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