La banda mendocina radicada en Buenos Aires, presenta la danza de los principiantes, uno de los discos más logrados del año.
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Por Alejandro Lingenti
Uno de los mejores discos del rock nacional de este año lo grabó una banda mendocina. La danza de los principiantes, sexto álbum de Mi Amigo Invencible, tiene un arsenal de buenas canciones: sugerentes, sensuales, épicas, narcóticas, conquistan a la primera escucha y no te sueltan. Vale la pena probar. La historia del grupo liderado por Mariano Di Césare (guitarra y voz) arrancó en 2007 en la provincia cuyana, en medio de una escena que el músico define como "romántica, tan romántica como lo es hoy". El viejo axioma punk "hacelo vos mismo" fue clave para Mi Amigo Invencible: "Somos el resultado de la autogestión al máximo", remarca Di Césare. "Cuando empezamos, en Mendoza no había centros culturales ni otros lugares que ofrecieran alternativas. Por lo general, tocábamos en uno o dos boliches en los que había un arreglo un poco menos mierda que en otros. Pero así , de todos modos, pudimos darnos el lujo de llevar nuestras bandas favoritas de Buenos Aires para tocar con nosotros. Con iniciativa, las cosas salen."
Según Di Césare, una de las constantes de la atrapante música que produce junto con sus compañeros de grupo –Arturo Martín (batería), Juan Pablo Quatrini (bajo), Leonardo Gudiño (percusiones), Nicolás Voloschin (guitarra) y Mariano Castro (voz)– es lo que él define con buen humor como "sacadez": "Eso implica mantener la idea de que mientras estamos grabando un disco, ya estamos pensando en el que viene. Ojalá podamos mantener eso. Trabajamos mucho sobre una idea, pero esa idea se grabó antes de concretarla: repetimos la fórmula de caer al estudio sin conocer las canciones, sabiendo que las vamos a laburar con el tiempo. Saber que nadie nos obliga a nada nos hace actuar con libertad.En la experimentación se corre un riesgo: puede que los fluidos no sean compatibles. Pero ¿quién dice que no podemos fallar? Resumiendo: las directrices son experimento, prueba y error, esperanza".
La danza de los principiantes es el disco más sólido e inspirado de Mi Amigo Invencible, el que exhibe cabalmente los resultados de un trabajo de hormiga forjado a lo largo de casi una década de existencia, el que superó definitivamente la inmediatez y la "espontaneidad muy pronunciada" que, Di Césare admite, tenían al principio, una voluntad de crecimiento que más de una vez invitaba al desborde: "Nos sentíamos parte de un movimiento estético basado en las reglas del «¡Vamo’ adelante, no importa, que salga como salga, gritemos, ladremos, dale, ahora, ya mismo!». Eso pasaba porque estábamos divididos geográficamente: unos viviendo en la Capital y otros en Mendoza. Los viajes a Mendoza eran cortos y todo era más punk, guerrillero y lúdico. Hay una palabra que reunía todas estas cualidades y de la que nos sentíamos orgullosos: frescura. Ahora, viviendo todos en la misma ciudad, ya no tenemos que correr tanto".
UNA PLAYLIST AMIGABLE
"Our Way to Fall" (Yo la Tengo): "Canción de amor sin cursilerías. Llega al punto máximo de mi vida. La escucho cada vez que tengo malos pensamientos".
"Más o menos bien" (El Mató a un Policía Motorizado): "Pocas veces lloré con la música. Una de esas fue con esta canción, en el medio de un desastre".
"La ida sin vueltas" (Atrás Hay Truenos): "Busco desesperanzado a alguien que cante porque tiene que cantar y no porque tiene que ponerle letra a una canción. Y ahí aparecen Roberto y su pandilla neuquina".
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