Modelo y actriz, la hija de Ginette Reynal explora otro camino al tiempo que repasa su vida junto a sus grandes amores, Luis Ortega, y su hijo Ramsés
Instalada en Escobar desde el comienzo del verano, Mía Flores Pirán (30) busca conectarse con la naturaleza, “eso que tanto me llama”. Y lo hace junto a su amor desde 2017, el cineasta Luis Ortega (40) y Ramsés (1), el hijo de ambos. “Vivo en el centro por una cuestión de practicidad... Tanto Luis como yo trabajamos mucho, entonces, no nos queda otra. Pero la realidad es que acá es otra vida, sobre todo para Ramsés. Me gusta que no esté todo el día con la tecnología y que en cambio se divierta dándoles de comer a las gallinas, corriendo y embarrándose... Esa experiencia es buenísima y lo disfruto porque también se qué es un privilegio tener la oportunidad de escaparse de la ciudad”, cuenta la modelo, hija de Ginette Reynal y Manuel Flores Pirán.
Tras cumplir 30 años el pasado 26 de febrero, Mía dice estar plantada en una etapa de mucha felicidad. “Me están pasando tantas cosas lindas, todas juntas, que pienso que todo es maravilloso. Tuve momentos que también pensé que la vida era una porquería, que era aburrida, otras un poco más divertida. En un pasado solía ser más pesimista y fatalista, pero hoy, ahora, siento que está saliendo el sol”, dice entre risas.
Gran parte de su alegría tiene que ver con el lanzamiento de su primer libro, Manada insomne, un abanico de relatos breves que nacieron mientras transitaba el embarazo y nos descubren su costado menos conocido.
–¿Cómo nació esa vocación por escribir?
–Toda mi vida usé naturalmente la escritura como una suerte de salvavidas, como una compañía. Siempre que me sentía sola, cuando viajaba de chica por mi carrera de modelo, me buscaba el lugar para escribir unas líneas. Siento que ese recurso se convirtió en la única válvula de escape que encontré para mis momentos de soledad. No sé cómo apareció, creo que espontáneamente, de repente me encontré escribiendo en un escritorio que había en un cuarto. Uno necesita alguien o algo para aferrarse, un psicólogo, una amiga o una pieza literaria. En mi caso, la escritura me aferra a cosas que me ayudan a salir todo el tiempo de la mente y del esta-do de confusión y de angustia. Nunca me gustaban mis textos, los hacía más bien como una catarsis, pero con el tiempo fueron encontrando su forma y yo fui encontrando mi voz.
–¿Por qué elegiste “Manada insomne” como título del libro?
–En realidad el libro iba salir con el título “No puedo dormir”, pero un día que me encontré con mis editoras, les conté que en casa éramos una manada de insomnes. Mi hijo no dormía, mi novio tampoco, hasta la perra se despertaba. Todos estábamos desvelados en medio de la noche.
–¿Cómo fue que esas noches se convirtieron en un libro?
–Claramente no fue de un día para el otro. Yo venía escribiendo y su-fría de insomnio y en un momento se cruzaron ambas cosas y empecé a escribir durante la noche. Rodolfo Palacios, que es un escritor que yo admiro mucho, me decía: “Hay una escritora dentro”. Me insistió mucho y me alentó a publicar mis relatos en la revista digital que tiene con Andrés Calamaro, Nervio digital. Y entonces me empecé a entusiasmar porque de verdad comencé a recibir buenas repercusiones de lo que publicaba. Eso me hacía pensar que no sólo era una cuestión catártica, sino que tal vez, podía ser algo más y que eso tenía eco en otras personas. Seguí publicando hasta que Rodolfo me dijo: “Me parece que tenés un libro porque ya me mandaste como diez escritos”. Y ahí me di cuenta de que sin querer se estaba formando un libro.
–La escritura te lleva a un grado de exposición enorme...
–Yo pensaba en eso el otro día. Y voy a decir una frase polémica... Estoy en una etapa de mi vida que prefiero ser polémica que correcta: siento que el libro es algo mucho más fuerte que mi propia desnudez. Mis escritos revelan mucho más de mí que el verme desnuda. En el libro entrego mi corazón entero, lo que me da vergüenza, lo que me da miedo, lo que me gusta, lo que me da placer, cómo quiero que sea la vida. Si alguien tiene la fantasía de verme desnuda, que compre el libro.
–¿Estás lista para las críticas y el juicio de la mirada ajena?
–Sí, sé que va a venir esa voz tam-bién y hay que escucharla. Si hay algo bien intencionado detrás del comentario, si hay posibilidad de crecer a partir de eso, hay que tragar un poco de orgullo y de ego, tomar lo bueno y seguir adelante.
–Ahora que arrancaste, no parás.
–Sí, igual da vértigo empezar. Ya tengo otro medio libro avanzado, e igual estoy con mucho miedo.
–Tu primer libro se lo dedicaste a Ramsés... Y a Mikaías, mi ahijado. Tengo algo muy fuerte con los niños, es un germen que está creciendo dentro de mí y a veces fantaseo con armar algo en esa dirección, pero no me quiero adelantar. Cuando tenga la idea más desarrollada, la contaré.
–Tu hijo ya cumple 2 el próximo cuatro de abril...
–Sí, él es hermoso, muy dulce y tiene mucha energía. [Risas].
–¿Fue un desafío la maternidad?
–La maternidad es un viaje muy, muy lindo pero también es muy agotador. Uno de sus mayores desafíos es seguir adelante a pesar del cansancio... es tan simple como eso. Al final se reduce todo a algo físico: aunque no tenga fuerzas, me tengo que levantar igual. Y hay algo en esto de ser madre donde una todo el tiempo está quebrando el límite, yendo más allá de lo que una es capaz de hacer.
–¿Qué descubriste en este nuevo camino?
–Si hay algo que me dio la maternidad es terminar de entender que no hay nada como la autogestión. Es la mejor manera de encontrarse una misma, de tener un espacio propio. Todo lo que yo hice nació de esto que te digo. No tengo fuerzas, pero igual me levanto... No hay otra premisa más que esa. No conozco otra verdad ni otra religión que no sea esa.
–¿Luis es un padre presente, colaborador?
–Es un divino, pero no quiero contar mucho más. Él es la única persona con la que pude haber apostado a este proyecto de tener un hijo.
–¿Cómo se lleva Ginette, tu mamá, con Ramsés?
–Ella lo ama, se aman. Es la mejor abuela del planeta. Es una genia, se la recontra banca y me ayudó muchísimo. No tengo más que buenas palabras para decirte. Es muy generosa, lo pasa a buscar para jugar con él.
–¿Y la abuela paterna, Evangelina Salazar?
–¡También! Los cuatro abuelos están muy presentes, tengo mucha ayuda y de verdad su participación me cambió la vida. Pude encontrar tiempo para mí gracias a la ayuda de sus abuelos.
–¿Cómo fue integrarte a una familia grande como la de los Ortega?
–Todos son muy amorosos y me recibieron muy bien. Por otro lado, sumarme a mi familia política me resultó muy natural, yo también venía de una familia numerosa con lo cual nunca me sentí fuera de lugar.
–Luis y vos provienen de familias con alta exposición, y sin embargo, preservan la vida privada. ¿Cuál es el secreto?
–Para mí la privacidad y el bajo perfil son claves para mantener la cordura. Cuando veo que un famoso queda muy expuesto en una pelea de pareja o en medio de la pérdida de un ser querido, pienso en el infierno que debe estar viviendo. En ese sentido, soy muy sensible. Permanecer lejos del ojo público y contar poco de mi mundo tiene que ver con una decisión. Yo conozco mis limitaciones, las respeto y eso me hace estar bien, estar de pie, estar entera. Y para mí no hay nada más sagrado que eso.
Producción: Julieta López Acosta
Peinado y maquillaje: Emmanuel Miño con productos Lidherma/mimika , Purederm y Novalook Professional
Agradecimiento: Bolazo Argentina, Panorama
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