Como un galpón ferroviario reciclado, esta casa de campo hecha a nuevo rinde culto a la tradición con mucho diseño y cero complejos
La arquitectura muchas veces es un continente de experiencias y en el caso de una segunda casa, esa cualidad se hace mucho más explícita. El proyecto que encaró la arquitecta Carolina Peuriot Bouché, del estudio de arquitectura y decoración Prágmata, tiene mucho de eso. El casco de este campo en Chascomús fue realizado con la premisa de que se pareciera a un galpón reciclado, es decir; crear la fantasía de una vieja estructura original con las imperfecciones propias de haber sido reformada para la vida familiar. Entre el loft neoyorquino y el rancho criollo, surge una propiedad que remite a las viejas estaciones de pueblo con negras chapas de hierro, piso de ladrillos, amplias galerías con decorativos aleros y mucha madera.
En el volumen principal de doble altura hay un hall rústico para las botas, otro que distribuye a los cuartos y después aparece el enorme ambiente que reúne living y comedor. Sobre este último se hizo un entrepiso de juegos con una mesa de pool que balconea al estar. De un lado de esa nave están la galería que mira hacia la caída del sol y detrás los cuartos de los chicos; del otro, la cocina proyectada como un anexo surgido de una ampliación imaginaria y la suite de los dueños, aislada del trajín cotidiano. La ambientación incluyó elementos de hierro (arañas, lámparas galponeras, puertas), del universo ferroviario (zorras, roldanas, ruedas) y de la vida en el campo (cocina económica, pileta de loza). Una puesta impecable para vivir el presente con lo mejor del pasado. *
Producción: Magdalena Rodríguez Ballester
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