Música para flores
Bobby y Nillo bucean en el soul para musicalizar las mañanas de domingo en la radio electrónica Metrodance. "Música para lavar el auto", así definen este asunto de familia al que bautizaron como Soulmate
Son las 14. Bobby está famélico y recién se anima a quitarse los anteojos oscuros que le tapan las marcas de la almohada cuando se sienta a la mesa de La Farola de Santa Fe y pide una milanesa a la fugazzeta. En cambio, su hermano Nillo -con 34, nueve años menor que él- hace rato que comenzó el día y se suma a la misión almuerzo con un filet de merluza. "Total, no tenemos que salir a besar chicas", se ríen ni bien caen en la cuenta de la potencia aromática del menú.
Además del apellido, el parentesco y la consecuente historia familiar -"él siempre fue el preferido de mamá y papá", acusa el canoso-, los hermanos Flores son maniáticos de la música y de la radio. Y, justamente, estas pasiones crean otro vínculo entre los muchachitos de Ballester que todos los domingos se sintonizan en las mañanas de la radio de culto de la música electrónica Metrodance (FM 95.1). "El programa está fundamentado en lo musical, lo cual en la radio es bastante temerario, porque no es un formato que acá haya funcionado -reflexiona Bobby-. Es más, el único discurso de la Metrodance es musical, y eso es muy, muy, muy nuevo."
Soulmate sólo son dos horas de lo mejor que este par de melómanos recoge de sus bateas cada semana. No hay palabras. No está presente el sello-karma de la voz Flores. Nillo se complace con el silencio porque, además de considerarse "de madera" para la conducción, dice que ni bien enuncia una palabra lo confunden con su hermano. Y Bobby está un tanto harto de que su sueldo esté sujeto al compromiso de calentarse la boca. "Estoy feliz con el micrófono off . Es mi sueño -revela-. No me gusta la imposición de tener que hablar (el señor-emblema de la radio continúa al aire en la Rock & Pop y en Del Plata). La gente espera que hable, pero llega un punto en que no saben si Lalo Mir soy yo o el otro. Si quieren sacar algo bueno de mí, déjenme hablar tres veces por mes, aunque cuando lo haga por poco tenga que decir que Bin Laden está en mi casa."
Al aire quiere estar callado, aunque, aquí, la verborragia del hermano mayor no le dé tregua a la milanesa que lo mira desde el plato. "Yo no quería ser músico, ni locutor: quería tener todos los discos del mundo y que en la radio la palabra estuviera al servicio de la música -enfatiza-. El hecho de que nunca lo haya logrado hace que no me canse. Lo que a mí realmente me interesa es que cada vez haya menos sordos", apunta una conclusión que lo ciñe en un rol casi docente.
De las preferencias genéricas de ambos surgió el soul como cadencia madre para grabar las sucesivas emisiones de este "oasis" laboral (así consideran a Soulmate ). ¿O alguien se los imagina madrugando, precisamente un domingo, para salir en vivo desde el estudio?
"Lo loco es que cuando nos dieron el horario yo jodía con que iba a ser música para antes de ir a misa-se ríe Bobby-. Después me enteré de que la gente nos escuchaba cuando salía de bailar y me cambió totalmente la óptica: no es un programa para recién levantados, sino para no dormidos", contrasta. "Eso es lo mejor -aporta Nillo-; la música no tiene horario y uno no puede manejar la situación de escucha del que está del otro lado."
Sin embargo, no es a los insomnes ni a los mañaneros a quienes está dirigida la promo del programa: Música para lavar el auto , sugiere el adelanto que pinta una imagen nostálgica: la manguera extendida en la vereda, un par de baldes, trapos y la portátil encendida.
"Es una actividad terapéutica -describe Bobby-, pero sólo lo lavo una vez cada tres o cuatro meses, porque el auto me gusta sucio, que se note que tiene batalla. Y es un flashback , porque ahí encuentro muchas cosas que pensaba que ya no tenía: revistas, discos..." "Es más -, interrumpe Nillo-, así armamos el programa: lavando el auto."
Antes y después
Hace años que los hermanos Flores son disc jockeys radiales. Como la mayoría, empezaron en fiestas de clubes y amigos, y, eventualmente, pasando música en discotecas o en los bares de Las Cañitas. A pesar de eso, a estas alturas queda claro que su feeling no está con la pista, sino con los discos propiamente dichos.
Bobby : - Pasar música no se consideraba un trabajo: eras un tipo que se pasaba el día holgazaneando. No podías decirles a tus viejos: "Voy a ser DJ". Recién ahora se reconoce el laburo.
Nillo: - Y eso que escuchar los discos cuesta...
Bobby: -Claro que sí. Para mí, escuchar un disco de Madonna, por ejemplo, era como que me tuvieran un huevo apretado con una pinza.
Nillo: -Antes, el DJ era un condimento, ahora es el plato principal.
Bobby: - Y antes, cualquier disc jockey era una figurita; ahora cualquier figurita es DJ. (Se queda pensando y ataca de nuevo.) Pero si hay un trabajo que debe ser considerado entre los más deshonestos en la historia de la humanidad es el disc jockey de casamiento; es como ser modelo y hacer la propaganda de Slim, en el personaje de "antes".
Ya había dicho Bobby que aquí no teníamos buenos difusores de la electrónica. Y con respecto a los DJ, ratifica: "Hay muchos ladris". Sin embargo, salva a "los buenos": Cattáneo, Alfonsín, Zuker y, por supuesto, su hermano menor. Precisamente que ellos estuvieran en la Metrodance influyó para que este personaje inmerso en el imaginario rocker aceptara sumarse al proyecto de la radio de música electrónica. "Así como en los años 80 no podías prescindir del rock de calzas y peluquería (llámese Poison o Bon Jovi), ahora no se puede ignorar la electrónica. Pero, sinceramente, no creo que esto vaya a cambiar el curso de la música como pasó con el jazz o el soul."