Nico Francella. "Creo que en la sutileza está el gol"
Hijo de uno de los mejores actores del país, analiza su interés por la profesión y cuenta cómo es su nueva vida fuera de la casa paterna
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Dice que el virus de la actuación está en la casa. Y antes de contagiarse pensó alguna vez en estudiar arquitectura. Aún hoy cuando va en su auto camino a los estudios de Telefé para grabar Viudas e hijos del rock & roll se detiene a observar alguna construcción que llame su atención. Le gusta el diseño, la ambientación de los espacios, y como está en plena mudanza puede despuntar el vicio. Todo lo cuenta con una sonrisa, con ojos achinados. Y de repente una frase, esa mirada y un tono de voz ronca que provoca la carcajada y un dejá-vù. Allí está sentado Nicolás Francella (24), pero es inevitable -de a ráfagas- escuchar también a su padre. Los mismos gestos, los mismos pasos.
Su debut llegó hace algunos años con la película Corazón de León. Nada mal para un comienzo: "Fue una linda puerta de entrada", reconoce. Habla de sus personajes, de la relación que tiene con su familia, de su reciente independencia, de la exposición que llegó de repente y de la unión con sus amigos de toda la vida. También de su pasión por el fútbol y claro, como su padre, de Racing. Se declara en plena búsqueda profesional y ahora, dice, va por el teatro. Se imagina allí un terreno fértil, un desafío para medir. Nico -así lo llaman todos- no esconde su entusiasmo de haber sido convocado para este nuevo proyecto, del que todavía mucho no puede revelar. Y ser el hijo de Francella, ante cualquier lectura posible, para él es siempre un orgullo.
-Debutaste en el cine con Corazón de León. ¿Te presentaste a un casting o fue una elección directa?
-Fue mi primer proyecto y mi primer casting, con Marcos Carnevale. Ya estaba todo el elenco definido y faltaba el hijo de León, Toto. Una noche yo llego a casa y estaba Mario Carnevale con mi papá, que le estaba mostrando cómo quedaba ese León digitalizado, de 1,36 metros. Me quedé con ellos un ratito, impresionado al ver ese efecto tremendo de un tipo que saltaba para sentarse en la silla. Era genial. Y después saludé y me fui a mi habitación. Al rato viene mi papá y me cuenta que Marcos le había dicho que me quería a mí para el personaje de Toto.
-¿Y cómo fue ese casting?
-Terrible. Para mí, significaba estar por primera vez frente a las cámaras. Yo estaba estudiando teatro, pero éste era un personaje muy importante. Y ser el hijo de mi papá en la ficción para mí era un doble desafío. Me acuerdo que al empezar el casting, Mario me dice: "¿Tenés la boca seca, estás nervioso?". Sufrí al principio y después me fui relajando. Después le mandó un mensaje a mi viejo y le puso: "Gol de Nico". La verdad que fue una experiencia muy linda, reconozco que entré por una puerta muy linda.
-¿Tenías algún conflicto por ser el hijo de y empezar justo de la mano de tu papá?
-No, yo me decidí por esta profesión sin ningún mambo en la cabeza. Mis viejos nunca me impusieron nada. Cuando terminé el colegio, me anoté en publicidad. Después trabajé en producción y quise estudiar teatro. Y un día me di cuenta de que me atraía estar delante de la cámara, y cuando empecé a actuar se me fueron todas las dudas. Mi papá siempre me apoyó.
-Imagino que recibirás infinitos consejos de su parte. ¿Le decís "basta" alguna vez?
-No. Te juro que es un ida y vuelta. Por supuesto que si te referís al terreno laboral, no hay vuelta, mi viejo sabe de lo que está hablando. Pero en la vida cotidiana soy yo el que muchas veces lo aconseja, el que le da el palo. Con mi viejo tenemos una muy buena relación. En realidad, los cuatro, con mi vieja y mi hermana también, somos muy unidos.
-¿Hay otro tema de conversación en la mesa familiar que no sea la actuación?
-Y? ahora que mi hermana también le picó el bichito es difícil. El virus está en toda la casa [se ríe]. Hablamos mucho de laburo, pero hay otros temas de conversación. Nos llevamos muy bien, nos jodemos mucho. Los cuatro nos relacionamos desde la ironía y nos divertimos mucho. Tenemos un WhatsApp familiar y ahí nos bardeamos todos. Además, es bastante difícil que los cuatro nos pongamos de acuerdo.
-¿Sentís la presión de tener que ser gracioso como tu papá?
-Soy un tipo que tiene buen humor. No suelo tener mala cara. Y sí puedo verme parecido a mi viejo en los gestos, en la forma de hablar, el tono de voz. Pero no siento la presión de tener que hacer reír, y tampoco creo que los demás esperen eso de mí.
-¿Tu próximo debut en teatro te lleva a la fantasía de hacer alguna vez temporada en Mar del Plata?
-A mí me encanta Mar del Plata. De cuando éramos chicos, no recuerdo tanto. Y para que Nico tenga familia falta mucho? Pero sí que lo puedo imaginar, tener una obra y estar dos meses y medio allá con toda la familia [risas].
-Te gustan el fútbol y la arquitectura. ¿Si no fueras actor desearías estar dentro de una cancha o frente a un tablero de arquitectura?
-Soy un loco del fútbol. Voy a la cancha a ver a Racing con mis amigos. Me emociono. Pero soy un arquitecto frustrado. Voy manejando y freno cuando veo un edificio que me gusta. Soy muy flojo dibujando, eso sí, pero creo que con la práctica lo llevaría bien. Ahora me estoy mudando, así que puedo darme el gusto de decidir sobre cuestiones de diseño y decoración. Me encanta, pero como soy un poco obsesivo, también me estresa.
-Leí que tu papá dijo que su casa era un revuelo de chicas desde tu popularidad. ¿Es cierto?
-Nooo. Nunca llevé a nadie a mi casa. Lo debe de haber dicho porque algunas personas conocen la dirección de casa y tocaron la puerta.
-¿Creés que con tu partida volverá la tranquilidad?
-No sé, pero estoy seguro de que se quieren morir porque me voy [sonríe]. Me van a extrañar. Pero se cumplió una etapa y necesito mi espacio. Me siento grande ya.
-¿Qué géneros te atraen?
-Hoy en día por los géneros que transité me han gustado. Hice un capítulo de La celebración, un drama, y me gustó mucho. A veces, la popularidad te limita a hacer ciertas cosas, pero creo que esta carrera es un movimiento constante. De lo que estoy seguro es de la dificultad de hacer comedia, de que te hagan reír. A mí me mata el humor serio. Creo que en la sutileza está el gol.
-¿Creés que llegará el momento en que hagas una entrevista y no te pregunten por tu viejo?
-A mí no me molesta que me pregunten por mi viejo. Todo lo contrario. Pero eso no depende de mí. Sino del interés del otro. El problema, en tal caso, no es mío. Más bien del que me entrevista.






