Nik a toda máquina
Noviembre es agitado para el dibujante: además de publicar dos libros –uno que reúne sus chistes de actualidad y otro con tiras de Gaturro– se casa y recibe el Premio Konex de Platino
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–Yo soy muy frío. Dice Nik, Christian Dzwonik de nacimiento, dibujante y humorista de profesión.
–Frío afectivamente. Con mi mamá y mi papá. No me sale decirles te quiero. Lo que hago es sublimar a través del dibujo y tratar de darles alegrías con mi trabajo.
Nik es, desde 1992, dibujante de LA NACION. Entonces tenía 22 años y una timidez pesada. Ahora tiene 32, la misma timidez, pero en el medio han pasado algunas cosas. Varios premios (el miércoles recibirá el Konex de Platino al humor gráfico), algunos libros, y este mes lo encuentra más publicado que nunca: LA NACION edita un nuevo libro que reúne sus dibujos acerca de la actualidad política y social, que lleva el nombre de Anikilados; ediciones De la Flor publicará Gaturro 3 y la agenda 2003 de Gaturro, y él ya está trabajando en un micro para televisión en el que su gato es protagonista.
–Todo el mundo lo cargaba a Menem con el gato, y yo lo único que hice fue ponerlo cuando él se lo sacó. Me dio pena que se perdiera un personaje capilar tan interesante.De a poco y cada vez más, Gaturro empezó a aparecer en los chistes, como un observador. Pero el verdadero principio de todo fueron los chistes del cuerpo del diario: Anikilados reúne esos dibujos, algunos inéditos, que se hicieron desde noviembre del año último hasta nuestros días.
–En la etapa final de De la Rúa decían que los humoristas habíamos erosionado el poder presidencial. Eso es una pavada. A De la Rúa le puse Ese Lentísimo Señor Prescindente Frenando de la Duda, y lo disfracé de cuanta cosa lo pude disfrazar. De momia, de sonámbulo. Y sé que le molestaba mucho. Me lo hacían saber. Los primeros seis meses de su gobierno no pasaba realmente nada. Había que hacer chistes con el impuestazo de Machinea, esas cosas. Hasta que con el quiebre del Senado y de Chacho se produjo el primer sacudón, el gobierno de De la Rúa era un aburrimiento. Pero nada estaba tan mal como ahora, entonces la gente se reía. El estado del humor de la gente depende del estado del bolsillo. Cuando económicamente estás tranquilo, cualquier pavada te produce risa. Pero en el último año, con Duhalde, la gente pide más agresividad. Por ahí le pegás igual que a otros presidentes, pero ahora eso mismo se ve como light. Encima, Duhalde no produce humor. Es como Reutemann: un tipo enigmático, que no se sabe bien qué piensa. Pero ahora el Gobierno tiene tantos problemas que de lo que menos se preocupa es de los chistes que se hace con ellos.
–En la época menemista, ¿los políticos querían aparecer, aunque fueran ridiculizados?
–Sí, querían salir aunque fuera en una situación tétrica. Si un impresentable salía en La foto que habla, quería guardar el diario para los nietos. La mentalidad menemista era aparecer, no importa cómo. Y después vino el delarruismo. Era lo opuesto. El tipo no quería aparecer en nada. Cualquier animal político sabe que se hacen chistes con el presidente. Eso Menem lo tenía muy claro. Una vez lo saludé y me dijo: “Muy bueno lo tuyo”. Mentira, seguro que le parecía horrible, pero te ensalzaba para ganarte. En cambio, a De la Rúa una vez me acerqué a saludarlo: “Doctor, gracias por su sentido del humor”. Y me dijo “Bueno, no tanto, eh, no tanto”. Siguió de largo. Yo no quiero hacer apología del menemismo ni del delarruismo, pero eran muy distintos. Ahora hacer humor no es difícil, es indispensable. La gente necesita humor para salir adelante. El humor es la válvula de escape. Hasta más fácil porque hay mucho material. El gran problema es cuando no tenés con qué.Ahora, sobre la mesa, hay varios blocs dibujados con pericia, pero con trazo infantil. Reúnen dibujos de cuando Nik tenía 9, 10, 11 años. Todo empezó con un abuelo que hacía macetas y enanos de jardín, que lo cuidaba cuando sus padres, ingenieros, se iban de casa. Y le enseñó a dibujar. Los chistes de esos años son crueles. Hay muertos, velorios, cementerios, y también, sí, muchos inodoros.
–Dibujaba todo el día. Jugaba muy poco. No salía a la calle. Antes de que nacieran mis hermanos hacía álbumes de figuritas. Las dibujaba, las ponía en paquetitos y me las vendía a mí mismo. Nunca pude dibujar cosas serias. Siempre quise dibujar cosas que hicieran reír. Me hubiera interesado ser arquitecto, también. De chico, mis viejos me llenaban de Mecanos, Legos. Y yo hacía máquinas expendedoras, a las que se les ponía una moneda, se abría un cajón, y cuando mis hermanos metían la moneda les salía la revistita que yo hacía, o figuritas. Pero tuve más fracasos que éxitos. En el amor, debo haber tenido mil quinientos fracasos y dos éxitos. De ahí que Gaturro sea como es. Siempre choca con Agatha, que no le da bola.
–¿Pero Gaturro sos vos?
–Es autobiográfico.Lo que nos lleva a hablar del gran amor de Nik, que es Laura, mujer a la que hará su esposa por estos días y que conoció hace dos años. Es ingeniera, y trabajó en consultoras, hasta que dejó todo eso y se abocó al producto Nik.–Ahora trabajamos juntos, analizamos hacia dónde debe ir el personaje de Gaturro, armamos los guiones, ella no remata un chiste, pero tira ideas para lo que hay en el medio. Laura tiene mucho sentido común. Me ayudó a centrarme. Eso es bueno. Yo estoy todo el día pegado al monitor, siguiendo las noticias por Internet, y trato de hacer el chiste del momento. Que el lector tenga la sensación de que ese chiste es fresquísimo, como el pescado de ese día. Yo trabajo mucho en función del lector. Es como un traje a medida para el lector promedio.
Nik en LA NACION
Nik llegó a LA NACION en 1992, cuando el diario no tenía todavía humor de actualidad en el cuerpo central. Sus dibujos, de a uno por semana, empezaron a ganar terreno. En 1994 inventó La foto que habla, cuando descubrió que buena parte del material fotográfico se descartaba porque los políticos aparecían en poses impresentables, perfectas para lo que él quería. En 1996, Gaturro saltó de los chistes unitarios a tira diaria, y desde ese mismo año empezó a publicar una página en la REVISTA.
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