Cantante, guitarrista, poeta, gestora y escritora. Retrato de una artista todoterreno.
El papá de Jacqui Casais falleció cuando era chica y su mamá, como un acto de curación, lo hacía todo cantando. “Inventaba canciones para dormirnos, para ir a la escuela, para que nos aprendiéramos el número de teléfono, para todo. Me encantaba y creo que eso siempre me hizo tener ganas de cantar”, recuerda Jacqui. Así que su primer contacto con la música fue de un modo trascendental y cotidiano. Después descubrió a los Beatles y los escuchó hasta el cansancio. En la primaria, aparece el fanatismo por Shakira: una amiga suya tenía una guitarra y le enseñó lo único que sabía y hacían todas las canciones con un solo acorde: “Como no podíamos tocar los temas de Shakira hacíamos los nuestros”.
En forma simultánea aparece la literatura. Leer siempre fue su refugio y en la primaria amaba el terror: “¡Socorro! de Elsa Bornemann fue lo primero que me fascinó y pasé a Poe en el verano de séptimo a primer año. Mi tío tenía una colección de libros que me daba para que leyera y, de casualidad, conocí a Gogol y empecé a leer por mi cuenta”, explica Casais. Ahí, en su necesidad de expresarse, comenzó a escribir poesía.
A los 17 años entró en el conservatorio. Luego se pasó a la EMPA (Escuela de Música Popular de Avellaneda) y conoció bandas y expresiones diversas que la marcaron. Lo que vino después fue tocar en vivo: “Armamos con unas chicas el proyecto Lunaria, una banda con la que hacíamos canciones de compositoras latinas y ganamos una beca del FNA”. También se dio cuenta de que era hora de hacer algo con sus escritos: “Conocí a otras poetas que me alentaron a mostrar mis textos, empecé a asistir a lecturas e hice un taller literario”.
Al día de hoy, Jacqui Casais está al frente de la banda de rock Megafauna, que organiza el festival Indiana, y de su proyecto solista Pop Anémico. Además, publicó los libros de poesía Pop dramático y el reciente Me tengo harta. También integra el blog La hiedra crece y dirige el potente fanzine Ni groupies ni musas. Explica: “Nace como un espacio donde escribo sobre arte y feminismo, y llamo a colaborar a mujeres vinculadas al arte. Es una plataforma que pretende visibilizar a las mujeres a lo largo de la historia y en la actualidad. También armamos talleres y encuentros que nos den herramientas para empoderarnos”.
Para su futuro inmediato, Jacqui pretende profundizar todos sus frentes de batalla abiertos y reeditar por Gourmet Musical el libro Nunca seré poesía. Se trata de una obra en la que oficia por primera vez de editora y en la que decidió repasar, con la ayuda de numerosos artistas y escritoras, el legado poético de Ricky Espinosa, líder de Flema. “La idea nace a partir de las ganas de homenajearlo como un artista del sector popular que tuvo influencia en varias generaciones, en un país donde la hegemonía del arte la tuvo siempre el sector más privilegiado. Mi idea también fue cuestionar lo que es la belleza y la poesía. Como sociedad, tenemos que trabajar para que el arte no sea propiedad de un sector, sino que todos puedan generarlo y consumirlo”.
Señas particulares
Mininio
Jacqui Casais es música y poeta. Estudió en la EMPA. Toca y canta en Megafauna y en su proyecto solista Pop Anémico. Organiza el festival de música Festi Indiana y el ciclo de poesía Fanática de los Boliches en Fiesta Jolie. Como poeta, participó en la antología El rayo verde (Viajero Insomne, 2014) y publicó Pop dramático y Me tengo harta (Piloto de Tormenta). En 2015 compiló Nunca seré poesía: homenaje poético a Ricky Espinosa. Forma parte del blog La hiedra crece y escribe en Ni groupies ni musas, plataforma de investigación de feminismo y arte. Coordina el taller de poesía con perspectiva feminista en Feliza.
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